Antes de empezar, quisiéramos mostrarles a nuestra familia (exhiben imagen): los dos mayores y luego siguen Luis y Daniel.

Nosotros estamos contentos también por estos 23 años de pertenecer al Movimiento y contentos porque  ellos cuatro pertenecen también al Movimiento, de diferentes formas, pero todos gracias a Dios tenemos esa dicha y esa oportunidad.  Quisiéramos que nos acompañen haciendo una breve oración al Espíritu Santo, con la finalidad de que este taller dé un montón de frutos. Recemos todos juntos: Espíritu Santo llena el corazón de tus fieles, y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu Señor y renueva la faz de la tierra. Ven Espíritu Santo, míranos y transfórmanos, amén.

Nuestro taller se titula “Un amor para siempre: Sexus y Eros”.  Queremos decirles que ni Miguel ni yo somos expertos en el tema: no somos sexólogos, ni teólogos. Simplemente tenemos lo que hemos aprendido de la pedagogía de nuestro Padre Fundador en este tiempo que hemos estado en Schoenstatt y de lo que nuestra propia vida matrimonial nos ha ido enseñando a lo largo de estos casi 25 años.  Para empezar queremos mostrarles el siguiente video que se titula “Y Vivieron Felices para Siempre”  (muestra escenas muy románticas e idílicas). Aquí la pregunta es si realmente vivieron felices para siempre. Habría que ver  cómo estos personajes fueron enfrentando las situaciones que hipotéticamente la vida les pudo haber presentado, respecto a su vida laboral, educación de sus hijos, su vida sexual, si tuvieron hijos. La Blancanieves se atrevió a tener siete, como los siete enanos que estaba acostumbrada. Ahora les mostramos este cómic (una de cuatro mujeres se casó por la Iglesia). Es una pequeña muestra de cómo vivimos actualmente, donde se le da muy poco valor al sacramento del matrimonio. Nuestros jóvenes ya no se quieren casar, muchos de ellos prefieren vivir con su pareja para probar; no creen en el matrimonio, cada vez hay más divorcios y si se casan o aunque mantengan una relación, algunos no quieren tener hijos. Es una realidad que estamos viendo ya no solo en las películas o en las series. Ya está cada vez más cerca de nosotros: ya no es el hijo del primo del vecino. O sea, ya está en nuestro círculo más cercano, incluso en nuestras propias casas. Ahora les mostraremos otro cómic que muestra esta misma realidad aún en las personas casadas que sí creímos en algún momento dado en el sacramento del matrimonio: muchos de ellos pues sobreviven y sobrellevan lo que la vida cotidiana les va presentando, sin profundizar, sin dialogar, simplemente viviendo un día a día, por encimita.  El matrimonio pues es un camino lleno de retos, como una montaña rusa donde a veces estamos bien, arriba, pero a veces estamos en el piso. Como en un videojuego donde tenemos que ir sorteando obstáculos para ir pasando al siguiente nivel; a veces estamos bien cargados de moneditas pero otras veces estamos con la mochila vacía, perdiendo vida. Sin embargo, sabemos que el vivieron felices para siempre sí es posible, es posible y nosotros como schoenstattianos lo sabemos. Sabemos que la santidad matrimonial es real, es una meta alcanzable, y bueno, Dios nos da la vocación al matrimonio para que la disfrutemos al 100, en cuerpo y alma, y además, con la persona que elegimos para compartir todo, toda la vida.  Dios nos invita a vivir ese Sacramento y esta vocación al matrimonio, con todo nuestro ser y con toda nuestra alma y no nos manda al matadero. O sea, nos da las herramientas y las gracias para poder vivirlo. Es lo que tenemos y nos sigue regalando las gracias. Pero ahora nosotros tenemos que trabajar en ello, ponernos las pilas e ir descubriendo esas cosas que Dios nos dispuso para que nosotros podamos disfrutar de este amor conyugal.

El padre Kentenich siempre nos dijo que el matrimonio es un excelente medio para alcanzar la santidad y tuvo la gracia y nos dio el regalo de hablar de los diferentes tipos de amor y de las diferentes dimensiones del amor: al inicio cuando empieza una relación de noviazgo, de matrimonio, empezamos super enamoradas, pero eso es un amor primitivo, infantil. Con el paso del tiempo, ese enamoramiento viene un poco a la baja, pero al mismo tiempo el amor primitivo se va transformando y se va convirtiendo en un amor más maduro, siempre y cuando vivamos con conciencia las cuatro dimensiones del amor. Que van desde el amor sobrenatural, espiritual hasta el amor erótico y sexual. No vamos a profundizar mucho en las cuatro dimensiones del amor, porque seguramente como matrimonios schoenstattianos ya saben algo de eso. Pero sí queremos hacer un breve repaso. Primero, el amor sobrenatural es en este momento donde invitamos a Dios a que participe en nuestro matrimonio.  Yo voy a tratar a Miguel, como esposo, transparente de Dios para Flor y yo voy a amarla y quererla porque ella es hija de Dios.  Luego el amor espiritual aquí es donde sus virtudes, sus principios, su ideal personal y el mío, también de manera personal, se unen en el matrimonio; y queremos a través de la oración, a través de los hechos, lograr ese ideal matrimonial que es al final de cuentas, el querer de Dios.  Luego viene el amor erótico que es el tratar de complacerla, de reconquistarla; es la atracción física, la atracción emocional y es por la razón que yo me pongo la loción que le gusta a ella. Nos parece bien importante, que lo vamos a estar repitiendo, es que este amor erótico es la protección del amor sexual. Luego viene el amor sexual que no es otra cosa que la expresión máxima en la unión del matrimonio. Va desde un abrazo, una caricia, hasta el acto conyugal donde uno lo disfruta plenamente.  Expresión y camino de santidad. Como lo dijo Flor hace un momento, al final de cuentas el matrimonio es un camino que tiene diferentes retos y quisiéramos que ese amor fuera evolucionando directo hacia el amor maduro. Sin embargo, es más bien como una espiral ascendente. De repente tenemos que frenarnos, inclusive a lo mejor hasta retroceder, pero tenemos que ser conscientes que si vivimos las cuatro dimensiones del amor siempre va a ir hacia arriba.

Ahora nos queremos enfocar básicamente en el Amor Erótico y el Amor Sexual.  El Amor Erótico como esposos es una de las cuatro dimensiones que más dificultad podemos tener en nuestro matrimonio. ¿Por qué? Porque normalmente vamos desde el amor sobrenatural y espiritual y nos movemos hasta el amor sexual y genital y dejamos a un lado el Amor Erótico. Sin embargo, como dijimos hace un momento, el Amor Erótico tiene que estar ahí, porque es justamente la protección del amor sexual. El Amor Erótico lo podemos cultivar a lo largo de toda nuestra vida y puede seguir creciendo.  ¿Qué pasa con el Amor Sexual? El Amor Sexual conforme va pasando el tiempo, en función de las características físicas que tenemos, la fuerza, la evolución hormonal, pues puede llegar a disminuir o inclusive a desaparecer.  Por eso esta relación amor erótico – amor sexual cobra una especial relevancia en el matrimonio.

Ahora, tome nota de la siguiente frase que dice así: “el amor sexual y más propiamente el acto conyugal, es el termómetro de la santidad y de la alegría matrimonial de los esposos”.  ¿Se dan cuenta de la relevancia de esta frase?  Cuántas veces realmente, como matrimonio, como esposos, nos detenemos a pensar cómo está nuestro termómetro. Generalmente se viven dos polos –decía el padre Kentenich– que el amor sexual es la expresión máxima. Ya lo había dicho de la unión matrimonial y para que sea pleno, debe estar resguardada por estas dimensiones, respetando cuerpo y alma, pero normalmente en el matrimonio la pareja se disputa entre estos dos tipos de amor: el amor carnal, permisivo, infrahumano, o el amor angelical, puritano, que todo lo ve pecaminoso. Esto  solo genera como una ruptura que no logramos armonizar, su querer con mi querer, su sentir con mi sentir. Esto va mermando nuestra relación y más propiamente nuestra intimidad sexual. Entonces ¿cómo lograr esa unidad? En la mañana la Hermana del video, hablaba de ese vínculo entre todos, especialmente entre la pareja, de cómo vivir orgánicamente entre lo instintivo y lo divino. Cómo podemos aprovechar al máximo ese camino, cómo lograr armonizar esas dimensiones. Pues justamente  con el Eros, no se trata que un amor angelical esté mal o un amor carnal esté mal, siempre y cuando se viva una sexualidad sana. Pero sí es bien importante buscar ese equilibrio entre los dos y eso se va a lograr entre más desarrollemos también ese amor erótico entre nosotros: un gran reto el que nos plantea el padre Kentenich.

Para platicarles un poco de nuestro testimonio: nosotros tuvimos un noviazgo largo de casi 8 años y la verdad es que no sabemos por qué pero llegó un momento dado, o sea, siempre supimos que queríamos esperar hasta casarnos para tener relaciones sexuales. Cómo vivir ese ideal matrimonial católico cuando ya veíamos próximo el querer comprometernos y casarnos para toda la vida. También optamos por estar abiertos a la vida y optar por métodos naturales de planificación familiar, así que me metí al Billings. Aprenderlo, conversarlo con Miguel y estuvo de acuerdo y tomamos la decisión. La asumimos y nos preparamos para cuando nos casáramos. Dios nos regaló unos días increíbles para nuestra luna de miel, sin preocupaciones en ese sentido. Pero pasaron algunos meses y sorpresivamente estábamos embarazados, no de un bebé que no planeamos, pero que igual lo deseábamos. Sin embargo, a los 5 meses de ese embarazo hubo complicaciones y lo perdimos. Obviamente eso fue como un primer golpe para nuestro matrimonio, que te viene a mover el piso y la primera sacudida de cómo enfrentarlo primero emocionalmente, pero luego nos quisimos enfocar más en el aspecto de que la recomendación médica fue  tener cuidado en los próximos tres meses, porque lo conveniente es que no se embaracen. Hay que cuidar el cuerpo, porque si no se pone en riesgo la salud o sea mi salud –habla la esposa– o de un posible bebé, si me llegara a embarazar. Entonces, ahora ¿qué hacemos? Porque si bien yo había aprendido el Billings, la realidad es que era muy poco tiempo como para yo me sintiera segura. Yo sé que el Billings es 99% efectivo cuando lo aprendes bien. Pero la verdad es que pues no nos sentíamos capaces para nada. Entonces lo platicamos, y llegamos a tener un diálogo de cómo íbamos a vivir nuestra sexualidad en ese tiempo; y a preguntar, a profundizar las posibles soluciones y llegamos al acuerdo de abstenernos mejor, por libertad, por amor y eso nos llevó pues a desarrollar otra vez el eros que habíamos vivido mucho en el noviazgo. Por eso ahora entendemos por qué le llaman ‘la protección’. Porque a lo largo del matrimonio vienen esas etapas, por distintas circunstancias, en las que uno se tiene que privar del acto sexual, pero que tienes que mantener vivo ese amor conyugal a través de los otros tipos de amor. Luego fueron llegando los otros hijos, cuatro, y como todos los que están aquí son casados y tienen familia, saben que cada embarazo tiene lo suyo, o cómo te afecta a ti emocionalmente y también para la vida íntima. Las diferencias que puede haber es todo un reto y no es así como ese Disneylandia que pusimos al principio: la realidad es que sí cuesta, nos costó muchos enojos, muchas incomprensiones, mucho diálogo también para irnos entendiendo, para poder yo descubrir qué era lo que necesitaba Miguel, y qué era lo que necesitaba yo. No siempre llegábamos a ese equilibrio y a esa armonía y yo creo que nunca dejamos de entendernos. Yo estoy ya a la vuelta de la menopausia, así que ¡qué miedo! porque también las hormonas se voltean de cabeza y que los ciclos a lo mejor ya no son tan regulares como habían sido. Entonces, vienen nuevos desafíos donde otra vez vamos a tener que ponernos las pilas, ser pacientes y bueno, hacer lo propio  para seguir disfrutando de nuestro amor y porque es un regalo que Dios nos dio. O sea, Dios nos diseñó hombres y mujeres para complementarnos. El hizo cada una de nuestras terminaciones nerviosas, cada una de nuestras zonas erógenas para disfrutarlas, no para tenerlas guardadas sino para que aprendamos en una sexualidad sana a disfrutarlas. ¿Y cómo se puede hacer eso?  Yo me acuerdo que cuando leí por primera vez que deberíamos de tener a Dios presente aún en el acto conyugal decía ¿cómo puede ser esto? o sea, ¿cómo?  Yo me quise casar por la iglesia y quiero que Dios bendiga mi matrimonio, quiero tener mi Santuario Hogar en la casa, quiero que esté presente Dios en nuestras vidas; pero ¿así tanto? La realidad es que sí se puede. Dios quiere que los esposos nos amemos así como él amó a su Iglesia y como nos decía también la Hermana en la mañana, el amor matrimonial, el amor conyugal y propiamente el acto la sexual es el mejor reflejo de ese amor intra trinitario. Es como tocar un pedacito de cielo siempre y cuando es bien llevado y aquí, para no entretenernos más, les pusimos como esta escalerita de cómo lograr eso. No es fácil, la teoría siempre se ve bien fácil, pero lo importante es no quitar el dedo del renglón y pues echarle ganas todos los días.  Primero que nada tenemos que tener apertura, la apertura, para que Dios nos hable: Dios va a ir transformando nuestro corazón, sanando heridas que cada uno tenga, sanando egoísmos, sanando esos sentimientos y emociones que a lo mejor no siempre logramos poner en equilibrio o en armonía. Esa transformación luego nos va a poder tener más libertad. Libertad para abstenernos por amor, cuando haya que abstenerse; o libertad para entregarnos por amor también cuando hay que entregarse para seguir disfrutándolo y con esta libertad pues vamos a lograr tener una donación total, libre, fiel y segura y al darnos así de esta manera, vamos a poder vivir en comunión, no solamente juntos bajo el mismo techo, sobrellevando lo que el día a día de la vida matrimonial nos presenta. Una unión real, unidos, y con Dios en el centro, para vivir y disfrutar en plenitud nuestro amor y amarnos al 100, así como Jesús amó a su Iglesia totalmente, libremente, fiel y de manera fecunda que nos da la vida. Así, nosotros, también podemos vivir nuestro amor conyugal.

Miguel:

Bueno, a nosotros nos encantaría, yo creo que ustedes también, que esto fuera la mayor parte de las ocasiones de manera espontánea. Sin embargo, somos conscientes de que es importante también crear un ambiente propicio. Así como planeamos nuestras vacaciones, así como planeamos y definimos una estrategia en nuestro negocio, nuestro trabajo, también hay que definir una estrategia para crear justamente este ambiente propicio y no solo se trata del momento en que vamos a hacer el acto conyugal: la recámara, del tiempo, sino se trata de mucho antes, durante y después. En la mañana, cuando me levanto, despertarla y darle un beso, decir te quiero, bañarme de nuevo, ponerme la loción que le gusta; por qué no invitarla a cenar, a lo mejor regalarle flores, escuchar las canciones que le gustan, bailarlas, y bueno, es todo ese tiempo, no sólo ese momento. Asimismo, es muy importante tener un diálogo, por lo tanto no es un tema de preparación, de planeación estratégica personal, también la debo invitar a ella a participar. No quedarme callado y que ella sepa, que ella conozca qué es lo que más me gusta a mí,  y que también yo le diga a ella qué es lo que más me gusta de ella. Pero también tengo que guardar silencio, para poder escuchar lo propio de sí, hay que hacer oración ahora.  Ser conscientes de que Dios nos ayuda en nuestra vida matrimonial y por qué no ofrecer ese acto conyugal que vamos a tener, por qué no dar gracias por ese acto conyugal que tuvimos y pedir para que ese acto conyugal día a día mejore. También tener empatía, ahora Flor hablaba de la menopausia, entonces yo tengo que ser consciente de que va a haber momentos en que no van a ser buenos, entonces, yo me tengo que privar de tener un acto conyugal o de lo que sea.

También hay que reconocer y conocer que hay diferentes niveles de excitación entre el hombre y la mujer, y que lo ideal es empezar a sincronizar y a sintonizar, para al final de cuentas tratar de llegar al clímax al mismo tiempo. Esto no es nada fácil: a Dios rogando pero con el mazo dando, porque si no, esto no va a ser posible.

Florencia:

Bueno, Dios quiere que vivamos nuestro amor conyugal al máximo, en cuerpo y alma. ¡Qué magnífico es poder ver a Dios en el día a día, a través de nuestro cónyuge! No solamente a lo largo del día, sino justamente también en el momento del acto conyugal.

Miguel:

Al final de cuentas, lo que hicimos, es hincapié en el tema del eros. Es bien relevante, es la protección del amor sexual, y el amor sexual, el acto conyugal, al final de cuentas, es la garantía de un matrimonio feliz, como decíamos al principio: vivieron la vida felices. Pues, sí, esa es la garantía para poder vivir felices como matrimonio.

Florencia:

Lo importante, lo bueno, es que no importa cuántos años llevemos de casados, si lo hemos regado, nunca es demasiado tarde para vivir nuestro amor conyugal al máximo. Dios nos quiere felices.  Dos tareas: una la vamos a empezar a hacer ahora, con el taller, con unas actividades que traemos. La otra, ayer lo decía también el padre en la misa: tenemos la fuerza de la alianza y que de nada sirve que lo que aquí aprendemos, lo dejemos guardado. Hay que llevarlo y entregarlo. Empecemos por vivirlo bien nosotros, por ser testimonio, para que también nuestros jóvenes y las parejas de recién casados puedan copiar eso: vean que se puede, vean que es bonito, que sigamos siendo atractivos para las nuevas generaciones y que se puede vivir para siempre felices en el matrimonio.