Evangelio según Lucas 13, 18-21

Trigésimo martes del tiempo ordinario

 

Jesús dijo: “¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo? Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas”. Dijo también: “¿Con qué podré comparar el Reino de Dios? Se parece a un poco de levadura que una mujer mezcló con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa”.

 

Meditación de Juan Francisco Bravo Collado

 

“Hasta que fermentó toda la masa”

 

Es como si Jesús me dijera: “Disfruta esta parábola. No te quedes con una conclusión meramente racional. Y hoy, por una vez, suspende el discernimiento para que puedas habitar la imagen que te regalo. No busques identificar áreas donde has mejorado el último tiempo, áreas donde debes trabajar más. No busques conclusiones. ¡Para de evaluar! ¡Para de transaccionar conmigo! Mi amor es gratis. No lo gestiones. Hoy quiero que simplemente te quedes en la imagen que te llamó la atención. Que sientas la levadura fermentando en la masa. Y que experimentes la parábola en una dimensión más intuitiva”.

 

Cuando me presento frente a este texto veo que quisiera que mi vida estuviera llena de esa levadura que fermenta todo. Lo quiero a rabiar. Y siento ansiedad porque eso suceda. Y así empiezo a analizar. Pienso en hacer una lista. Planificar. Pienso en identificar indicadores y medirlos en el tiempo. ¡En serio lo pienso! Y de pronto me siento como un insensato. Algo en mí me dice que, en vez de gestionar la parábola en mi vida ¡es mejor que la experimente! Y es tan grande mi deseo de unirme a Jesús que me abandono. Dejo de programar y juzgar ¡y me entrego a la experiencia!

 

Señor, perdón por confundir  mi amor por Ti. Perdón por creer que la mejor forma de amarte y acercarme a Ti sería a través del análisis, la planificación, la ejecución y la evaluación. Te agradezco esas herramientas, pero te pido mucho más. Te pido que inundes mi vida desde la gratuidad. Desde el amor. Quiero experimentar tu amor como si fuera un niño que no sabe nada, no hace nada y, así, indefenso, es amado profundamente. Quiero estar contigo. Quiero recibirte a Ti. Esta semana haré pan con levadura y experimentaré lo que pasa. No voy a buscar conclusiones. Comulgaré. Y agradeceré tu amor  que se me da gratis. AMÉN