01. Significado e historia de los símbolos del santuario

El amor por los símbolos es una de las características de la espiritualidad de Schoenstatt. En ello Schoenstatt se ajusta al pensar bíblico y al modo en que se expresa la liturgia. Basta traer a la memoria las múltiples imágenes que usa el Señor para entregarnos su mensaje y hacernos cercana y comprensible su persona.

El amor por los símbolos es una de las características de la espiritualidad de Schoenstatt. En ello Schoenstatt se ajusta al pensar bíblico y al modo en que se expresa la liturgia. Basta traer a la memoria las múltiples imágenes que usa el Señor para entregarnos su mensaje y hacernos cercana y comprensible su persona. Algo semejante sucede en la eucaristía y los demás sacramentos, cuyos ritos están revestidos de un profundo sentido simbólico. El pensar abstracto e ideológico no logra traducir el pleno contenido de las verdades de la fe. La imagen complementa y enriquece notablemente su transmisión y vivencia.

El santuario de Schoenstatt posee un a gran riqueza de símbolos en su interior. Ella se fue gestando en el transcurso de la historia a partir de corrientes de vida que surgían en el seno del Movimiento.

Quien entra al santuario de la Madre y Reina tres veces Admirable y observa con atención lo que contemplan sus ojos, es introducido vitalmente en el mundo de Schoenstatt y en su historia. El hecho de que los santuarios de Schoenstatt, que se encuentran a lo largo del mundo, sean prácticamente iguales o muy semejantes, no obedece a una falta de imaginación, sino al hecho de que, a través de ellos, se nos transmite el alma del Movimiento. Por eso, donde visitemos un santuario, sea en Latinoamérica, en África, en India, Europa, Norteamérica o Australia, siempre nos sentiremos en casa.

02. Datos históricos del origen del santuario de Schoenstatt

1914 fue un año decisivo en la historia mundial. Desde 1912, el joven sacerdote José Kentenich ejercía la labor de director espiritual del seminario de los padres palotinos en Schoenstatt, Alemania. En Junio de ese año, los estudiantes habían partido a vacaciones. El 1° de Agosto estalla la primera guerra mundial.

1914 fue un año decisivo en la historia mundial. Desde 1912, el joven sacerdote José Kentenich ejercía la labor de director espiritual del seminario de los padres palotinos en Schoenstatt, Alemania. En Junio de ese año, los estudiantes habían partido a vacaciones. El 1° de Agosto estalla la primera guerra mundial.

En este marco se sitúa el nacimiento de Schoenstatt. El P. Kentenich trata de interpretar a la luz de la Divina Providencia qué quiere Dios de él y de la floreciente Congregación Mariana que habían fundado con los estudiantes. Sabe que en el futuro ya no podrá estar junto a ellos como hasta ese momento.

Entretanto, la antigua capillita de san Miguel cercana al Seminario, que estaba abandonada y servía para guardar las herramientas del jardinero, fue puesta a disposición de la Congregación en Julio de ese año. Por ese tiempo, cayó en sus manos una revista, en la cual se publicaba un artículo sobre Nuestra Señora de Pompeya y el abogado Bartolo Longo (canonizado como santo por Juan Pablo II), quien había pedido a María que se estableciese en la iglesia de esa ciudad, que vivía una gran decadencia, para que ésta experimentara una profunda renovación religiosa y moral por medio de María.

El P. Kentenich reza y medita -como nunca en su vida, confiesa- considerando que tal vez Dios le indicaba por las circunstancias que invitase a María a establecerse en la capillita de Schoenstatt, para que ella erigiese allí su trono de gracias e iniciase desde allí un movimiento de renovación.

Considerando la fecundidad y la vida que había surgido en los jóvenes entre 1912 y 1914, no podía sino pensar que Dios quería algo más con ellos. Por otra parte, imaginarse que esa invitación a María era posible, concordaba con una ley general en el reino de Dios: Cuántas veces en la historia del mundo lo pequeño e insignificante ha sido el origen de grandes cosas.

Después de meditarlo y rezarlo largamente, llegó a la convicción que debía aventurar un nuevo paso. Ya no se trata sólo del amor y la entrega a María o de un efectivo apostolado mariano. Se trataba nada menos que de una nueva fuente de gracias para la Iglesia y el mundo, de un «audaz pensamiento»: aventurarse a pensar que Dios realmente quería que María estableciera su trono de gracias en la pequeña capillita de Schoenstatt.

Los alumnos regresaron de sus vacaciones en Octubre. Algunos ya debían partir a enrolarse en el ejército. El 18 de Octubre se reunieron por primera vez en la capillita recién restaurada.

El P. Kentenich les explicó entonces su «secreta idea predilecta». ¿De qué se trataba? Lo expresó así:

San Pedro, después de haber contemplado la gloria de Dios en el Tabor, exclamó arrebatado: «¡Qué bien es tamos aquí! ¡Hagamos aquí tres tiendas!». Una y otra vez vienen a mi mente estas palabras y me he preguntado ya muy a menudo: ¿Acaso no sería posible que la Capillita de nuestra Congregación al mismo tiempo llegue a ser nuestro Tabor, donde se manifieste la gloria de María? Sin duda alguna no podríamos realizar una acción apostólica más grande, ni dejar a nuestros sucesores una herencia más preciosa que inducir a nuestra Señora y Soberana a que erija aquí su trono de manera especial, que reparta sus tesoros y obre milagros de gracia. Sospecharán lo que pretendo: quisiera convertir este lugar en un lugar de peregrinación, en un lugar de gracia, para nuestra casa y toda la Provincia alemana y quizás más allá. Todos los que acudan acá para orar deben experimentar la gloria de María y confesar: «¡Qué bien estamos aquí!
¡Establezcamos aquí nuestra tienda! ¡Este es nuestro rincón predilecto!» Un pensamiento audaz, casi demasiado audaz para el público, pero no demasiado audaz para ustedes. ¡Cuántas veces en la historia del mundo ha sido lo pequeño e insignificante el origen de lo grande, de lo más grande!
¿Por qué no podría suceder también lo mismo con nosotros? Quien conoce el pasado de nuestra Congregación no tendrá dificultades en creer que la Divina Providencia tiene designios especiales respecto a ella. (Acta de Fundación, párrafo 7)
Lo que, en un comienzo, pudo ser una ilusión o simplemente un deseo piadoso, posteriormente se mostró claramente como plan de Dios. El 18 de Octubre marcó lo que el P. Kentenich llamó más tarde el primer hito de la historia de Schoenstatt. Constituye una extraordinaria irrupción de gracias en la historia de la Iglesia. Dios confirmó –esto lo avalan los hechos- que Él verdaderamente quería que María estableciese su trono de gracias en la capillita de Schoenstatt: la pequeñez de los instrumentos, la magnitud de las dificultades y la extraordinaria fecundidad que se dio en el transcurso de los años, constituyen una prueba suficiente de que la Santísima Virgen aceptó la invitación de establecerse espiritualmente en su santuario de Schoenstatt.

Estas realidades confirman que la «audaz idea» de invitar a María a erigir su trono de gracias en la pequeña capillita de Schoenstatt, que había propuesto el P. Kentenich a los jóvenes de la Congregación Mariana, había interpretado adecuadamente la voluntad y el plan de Dios. La entrega heroica de los jóvenes en la guerra; el ofrecimiento de su vida a María, la expansión y desarrollo, después de la guerra; todo lo que fue surgiendo a partir del pequeño santuario, corroboraba la «resultante creadora» de lo que, sin duda, había sido más que una iniciativa humana.
El santuario de Schoenstatt es el secreto de la vitalidad de Schoenstatt, la raíz profunda de su fecundidad. Schoenstatt no es primariamente una organización, una ideología o un método pedagógico, sino un lugar de peregrinación mariano. Schoenstatt no es un Movimiento que tiene un santuario, sino un santuario a cuyo alrededor ha surgido un Movimiento.

María ha querido establecerse espiritualmente en el lugar de Schoenstatt para hacernos llegar su presencia de Madre y educadora y regalarnos las gracias que el Señor ha puesto en sus manos. María, como en tantos otros lugares de gracias, se ha querido ligar a este lugar concreto para «repartir sus tesoros de gracias» y, como en un Tabor, «manifestar su gloria», convirtiendo el terruño de Schoenstatt en un «lugar de peregrinación» donde ella, como en el Cenáculo, implora las gracias del Espíritu Santo y nos ofrece sus dones.

03. El cuadro de la Mater ter Admirabilis

Esta imagen de la Virgen es una imagen sencilla; no representa una gran obra artística. Sin embargo, nos transmite todo el amor y cercanía de la Santísima Virgen. Nuestra mirada se encuentra con su mirada y así podemos entablar con ella un diálogo materno-filial.

 

 

Esta imagen de la Virgen es una imagen sencilla; no representa una gran obra artística. Sin embargo, nos transmite todo el amor y cercanía de la Santísima Virgen. Nuestra mirada se encuentra con su mirada y así podemos entablar con ella un diálogo materno-filial. Ella sostiene en sus brazos a Cristo, su Hijo. En Schoenstatt, nunca encontramos a María aislada; ella siempre está junto a Cristo, en una estrecha bi-unidad con él. Como estrecha a Jesús contra su corazón, así también ella nos estrecha a cada uno de nosotros sosteniéndonos en sus brazos maternales.
Historia
En abril/mayo de 1915, el sacerdote diocesano Huggle, profesor del seminario menor palotino, regala a los congregantes una reproducción litográfica de un cuadro de la Santísima Virgen del pintor suizo Luigi de Crossio. Imagen que era venerada bajo el título de Refugium peccatorum, Refugio de los pecadores. Desde el punto de vista estético, esta imagen no despertó la adhesión de los jóvenes. Sin embargo, el 19 de abril de 1915 – primer aniversario de la fundación de la congregación mariana- fue colocada en la capillita. El cuadro pasó a ocupar el lugar central donde antes se encontraba la estatua de San Miguel, titular original de la capilla. Esta última fue trasladada a un pedestal al lado izquierdo del altar.

En año 1916 la imagen de la Santísima Virgen en el Santuario de Schoenstatt comenzó a ser venerada bajo el título de Mater Ter Admirabilis de Schoenstat, Madre tres veces Admirable de Schoenstatt. Durante ese tiempo surgió el famoso «Paralelo Ingolstadt-Schoenstatt». Así los jóvenes formulaban una idea programática de la misión que habían recibido a través del P. Kentenich; lo que la primitiva Congregación Mariana de Ingolstadt había significado decisivamente para la renovación mariana del sur de Alemania, en el tiempo de la Contrarreforma, (siglo XVI), debía ahora realizarse en una nueva forma desde el santuario de Schoenstatt. En esa ciudad de Baviera, se veneraba a la Virgen bajo la advocación de Mater Ter Admirabilis de Ingolstadt. Por el «paralelo», surgió la idea de llamarla de igual forma en Schoenstatt. El P. Kentenich, refiriéndose a la imagen de la Virgen recibida del sacerdote Huggle, expresó: «bajo esta advocación la honraremos en adelante en nuestra capillita de la Congregación».

04. El marco del cuadro de la MTA

Este marco luminoso que rodea la imagen de la Santísima Virgen, quiere anunciar de manera más palpable y visible, la belleza, la riqueza de gracias, el poder y la santidad de la Madre tres veces Admirable e infundir en todos los corazones el amor heroico y victorioso a ella. Es una proclamación de fe pascual en la vida que Jesús resucitado nos conquistó.

Este marco luminoso que rodea la imagen de la Santísima Virgen, quiere anunciar de manera más palpable y visible, la belleza, la riqueza de gracias, el poder y la santidad de la Madre tres veces Admirable e infundir en todos los corazones el amor heroico y victorioso a ella. Es una proclamación de fe pascual en la vida que Jesús resucitado nos conquistó. Este marco lleva una inscripción en latín «Servus Mariae numquam peribit», un siervo de María nunca perecerá. Se expresa así una profunda e ilimitada confianza en su poder, su sabiduría y su bondad maternal. A ella confiamos nuestra propia persona y todo lo nuestro, con la seguridad de que ella cuida perfectamente de nosotros.

Historia
Uno de los congregantes durante la Primera Guerra Mundial, Fritz Esser (+18.01.1924) fue dado de baja del servicio militar por una tuberculosis que había adquirido en las trincheras. Se retiró a Schoenstatt para cuidar su salud y allí fue nombrado sacristán de la Capillita de la congregación. En 1919, diseñó y confeccionó en madera el recuadro luminoso que abraza la imagen la Virgen. Así quería anunciar de manera más palpable y visible la belleza, el poder y la bondad de la Mater ter Admirabilis e infundir en todos los corazones el amor heroico y victorioso a María. Caló en él la inscripción «Servus Mariae nunquam peribit» (un siervo de María, nunca perecerá) como expresión de su gratitud, amor e ilimitada confianza en la Madre tres veces Admirable, en su incurable enfermedad. Es una proclamación de fe pascual en la vida que Jesús resucitado nos conquistó.

Desde 1928 en adelante, esta moldura con su inscripción comenzó a adquirir mayor importancia en la Familia de Schoenstatt. El 15 de agosto de ese año, fiesta de la Asunción de la Virgen, tuvo lugar la inauguración de la Casa de Retiros en Schoenstatt, ocasión en que se dio el primer encuentro oficial y público entre el Movimiento de Schoenstatt y las autoridades eclesiásticas. En esa oportunidad, el Obispo de Treveris, refiriéndose explícitamente a la inscripción Servus Mariae nunquam peribit, señaló que «también el Movimiento de Schoenstatt que ha nacido aquí, nunca perecerá. La Madre de Dios realizará su trabajo.» El recuadro hecho por Fritz Esser permaneció en el santuario hasta el año 1934, cuando fue reemplazado por otro.

Siguiendo la corriente de la Semana de Coronación, que se llevó a cabo en Octubre de 1946, y con el propósito de tener un símbolo propio que representase a esta comunidad en el Santuario original, el recién fundado Instituto de Nuestra Señora de Schoenstatt solicitó al padre fundador autorización para renovar el marco luminoso del cuadro de la Madre y Reina tres veces Admirable. El 20 de mayo de 1947, segundo aniversario del regreso del padre fundador de Dachau, en gratitud y como presente de coronación, este Instituto obsequió la nueva moldura confeccionada en metal dorado, con símbolos de plata, oro y piedras semi preciosas. En la parte superior, ricamente adornada y como diadema, aparecen las iniciales «MTA». En cada uno de sus vértices tiene una azucena, símbolo de la entrega indivisa de la Inmaculada a Cristo. Esta moldura luminosa quiere ser como una corona que hace visible la belleza, la riqueza de gracias, el poder y la santidad de la Madre de Dios y es para este Instituto símbolo de su misión de hacer presente en medio del mundo las magnificencias de María.

En el extremo izquierdo de esta moldura aparece inscrito «Ingolstadt 1914» y en el derecho «Schoenstatt 1919.» Con ello se alude a la misión recibida al servicio de la transformación del mundo en Cristo y María por la Familia de Schoenstatt tal como la que había recibido la Congregación Mariana de Ingolstadt.

En los santuarios filiales, en el lugar de estas inscripciones, se acostumbra colocar «Schoenstatt 1914» (extremo izquierdo) y el nombre del lugar del nuevo santuario y la fecha de su bendición (extremo derecho).

El altar

El altar es la mesa de la celebración de la Cena Eucarística, la Santa Misa. Sobre él, en cada celebración Eucarística, se actualiza el Sacrificio que Cristo ofreció de sí al Padre en la cruz del Gólgota.

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El altar es la mesa de la celebración de la Cena Eucarística, la Santa Misa. Sobre él, en cada celebración Eucarística, se actualiza el Sacrificio que Cristo ofreció de sí al Padre en la cruz del Gólgota. Así como en el sacrificio del Gólgota, la Cruz fue el altar y Cristo, la Ofrenda, así en cada Celebración Eucarística, el altar es el lugar donde se colocan las ofrendas de la Misa, el pan y el vino, que se convertirán en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

Cuando peregrinamos al Santuario, llevamos también nuestras contribuciones al capital de gracias, es decir, nuestras muestras de amor a María, para ponerlas sobre el altar y ofrecerlas al Padre, en Cristo, por manos de María. Así como ella acompañó a Cristo a subir a la Cruz para ofrecerse al Padre por nuestra redención, así también ella nos quiere acompañar siempre a acercarnos al altar para ofrecernos con su Hijo, con todo lo que somos y tenemos, al Padre celestial.
Historia
El 2 de abril de 1902 fue colocado en la capillita un altar confeccionado por el hermano palotino, Josef Funken. Éste fue retirado en 1912, cuando la capillita fue utilizada como bodega y es colocado nuevamente en 1914. En el año 1934 es reemplazado por un altar y un retablo de estilo barroco, en el cual se conservó una parte del altar primigenio.

El nuevo altar fue bendecido el 9 de abril de 1934. Dos columnas se alzan enmarcando el tabernáculo y el cuadro de la Madre tres veces Admirable. Sobre el tabernáculo, dos pequeñas columnas conforman un ábside o bóveda para colocar un crucifijo o la custodia. El comulgatorio se integraba a la estructura del altar.

Sobre el altar, se encuentra una lápida que guarda reliquias de mártires. Esta lápida fue preparada y regalada por la Liga del Apostolado de los enfermos.

El altar y el retablo forman parte de los elementos permanentes del santuario. Con pequeñas diferencias, todos los santuarios cuentan con un altar y retablo semejantes a los del santuario original.

El campo de las Cruces Negras

El campo de las cruces negras nos recuerda el «nada sin nosotros» propio de nuestra Alianza de Amor con María, y que «sin lagar no hay vino, el trigo debe ser triturado, sin tumba no hay victoria, sólo el morir gana la batalla».

Es memorial de la entrega heroica de los primeros congregantes que ofrecieron su vida por el Reino de Schoenstatt. Nos habla del heroísmo de las contribuciones al capital de gracias de la Madre tres veces Admirable en el Santuario de Schoenstatt. El campo de las cruces negras nos recuerda el «nada sin nosotros» propio de nuestra Alianza de Amor con María, y que «sin lagar no hay vino, el trigo debe ser triturado, sin tumba no hay victoria, sólo el morir gana la batalla».

Historia
En los cementerios militares de la Primera Guerra Mundial, las tumbas de los soldados franceses tienen cruces blancas, las de los alemanes, negras, y la de los ingleses tienen una piedra blanca. En 1936, un grupo de estudiantes y seminaristas schoenstattianos, pertenecientes a la generación de las Cruces Negras, tomó la iniciativa de ir en busca y de traer a Schoenstatt los restos de los así llamados «congregantes héroes», es decir, de los primeros congregantes que vivieron ejemplarmente los ideales de Schoenstatt y que ofrecieron sus vidas para ser cimientos fecundos de la Obra.

Así, trajeron desde Francia los restos de Max Brunner (1897-1917) y de Hans Wormer (1897- 1917), ambos pertenecientes al primer grupo schoenstatiano y caídos en el frente de batalla. El 20 de agosto de 1934 fueron sepultados junto al santuario original, en el lugar que pasó a llamarse campo de las cruces negras. Como los restos de José Engling no fueron encontrados, se erigió en el mismo lugar un monolito en memoria suya.

Posteriormente, con el nombre de «cruces negras» se ha designado en Schoenstatt a todos aquellos que han ofrecido su vida heroicamente por el reino de la Madre tres veces Admirable.

Después de la Segunda Guerra Mundial fueron sepultados, junto a las tumbas de los congregantes héroes, los restos del P. Albert Eise (1896-1942), y del P. Franz Reinisch (1903-1942). El primero murió en el campo de concentración de Dachau. El segundo entregó libremente su vida negándose a jurar fidelidad a Hitler. Fue decapitado en Berlín. La noche antes de morir compuso en su celda de prisionero su alabanza final a María: «Reina de todos los mundos, vence la tempestad, mata el engendro del diablo, tú, vencedora real. Hazme un apóstol de Schoenstatt, cual caballero estaré y moriré sonriendo, querida MTA.

Generalmente junto a todos los santuarios filiales, se encuentra el monumento en memoria de José Engling, el cual lleva la inscripción «Guardamos tu Herencia». En el santuario de Bellavista, en el campo de las cruces negras, están sepultados los restos del siervo de Dios Mario Hiriart.

El memorial de José Engling

José Engling es el primer congregante héroe que ofreció expresamente su vida por el reino de Schoenstatt. Su memorial, junto a casi todos los Santuarios filiales, nos invita a guardar y a apropiarnos de su herencia, y nos recuerda que la vida sólo tiene sentido cuando se hace semilla del Reino de Cristo y de María.

José Engling es el primer congregante héroe que ofreció expresamente su vida por el reino de Schoenstatt. Su memorial, junto a casi todos los Santuarios filiales, nos invita a guardar y a apropiarnos de su herencia, y nos recuerda que la vida sólo tiene sentido cuando se hace semilla del Reino de Cristo y de María.

Historia
En el campo de las cruces negras ocupa un lugar especial el monumento a José Engling, cuyos restos no fueron encontrados. Sabemos de él que cayó muerto como efecto de una granada en Cambrai, en el norte de Francia.
José Engling fue el jefe de la Congregación Mariana de los más jóvenes. Se distinguió por haber sido el primero en captar en forma profunda el sentido de la fundación de Schoenstatt y por su entrega filial y heroica a María y por su unión con el P. Kentenich. Ofreció su vida a la Madre tres veces Admirable por la fecundidad de su Obra. El 4 de octubre de 1918, en plena guerra mundial, Dios aceptó su ofrenda en la batalla de Cambrai.

La gran piedra de este memorial fue colocada por la generación de las Cruces Negras. Tiene una lámpara de cinco vidrios, con los símbolos de los cinco cursos que participaron en la Segunda Guerra Mundial y formaron dicha Generación. Los símbolos que aparecen en los vidrios de la lámpara del Memorial son: escudo y azucena, espada, bandera, fuego del Santo Grial y antorcha. El fuego de esta lámpara es un símbolo que representa a todos quienes ofrecen su vida por Schoenstatt.

La generación del Ver Sacrum sobrepuso en ella, el 31 de Octubre de 1936, una lápida de mármol blanco, que llevaba inscrito Guardamos vuestra herencia, (Wir hütten eurer Erbe), como un llamado a la entrega heroica y generosa por el reino de María. Fueron ellos quienes la colocaron, antes de ser expulsados por los nazis de la casa de estudios (Studienheim), para expresar su compromiso con la herencia de la generación de los congregantes héroes.

El monumento de piedra se cambió por el que existe actualmente. Fue bendecido el 20 de octubre de 1948. Al tratar de despegar el mármol, éste se quebró (o se constató que existía el peligro de quiebre) y se cambió la inscripción por una de fierro forjado, quedando los mismos símbolos y nombres.

En hierro forjado aparece el nombre de José Engling y otros 16 nombres de congregantes caídos en la Primera Guerra Mundial. También colocaron allí el símbolo de la generación: una llama de fuego sobre una patena, que quiere expresar que el amor de la alianza con María lleva la fuerza de la entrega de José Engling y de sus compañeros héroes. La llama tiene tres puntas significando las tres dimensiones de la alianza de amor: con María, con el padre fundador y con el santuario. La patena tiene forma de «V» y la llama de «S», las siglas de Ver Sacrum, (Primavera Sagrada) ideal de la generación.

El símbolo de Dios Padre

Schoenstatt es hijo de la fe práctica en la Divina Providencia. Su origen y su historia están estrechamente ligados a la persona de Dios Padre. La alianza de amor con María ha despertado en nosotros un auténtico espíritu filial y la disposición a cumplir la voluntad del Padre en todas las circunstancia de nuestra vida.

Schoenstatt es hijo de la fe práctica en la Divina Providencia. Su origen y su historia están estrechamente ligados a la persona de Dios Padre. La alianza de amor con María ha despertado en nosotros un auténtico espíritu filial y la disposición a cumplir la voluntad del Padre en todas las circunstancia de nuestra vida. María ha querido regalarnos de esta forma una singular cercanía a Dios Padre. Por Cristo, con ella, en el Espíritu Santo, caminamos hacia el Padre. Esa es la ley interna que rige la espiritualidad de Schoenstatt. Este símbolo en el Santuario nos habla de la presencia silenciosa y paternal de Dios que nos acompaña siempre en nuestro peregrinar, que nos mira cálidamente y quiere ver en nosotros a su Hijo y decirnos que valemos tanto como la cara pupila de sus propios ojos.
Historia
El símbolo de Dios Padre, destinado al santuario original, fue regalado por el P. Kentenich el 18 de Octubre de 1967. Solo en 2014, en el jubileo de los 100 años de Schoenstatt, fue colocado solemnemente sobre el cuadro de la MTA. Recorrió todos los santuarios del mundo antes de u colocación en el santuario original.
El símbolo de Dios Padre, bajo diversas formas plásticas, se encuentra en la gran mayoría de los santuarios filiales en el mundo entero.

El símbolo del Espíritu Santo

Este símbolo nos recuerda que el Santuario está consagrado al misterio del Cenáculo, el misterio de Pentecostés. La Virgen María es para nosotros el camino que nos lleva a la Santísima Trinidad. Schoenstatt es marcadamente trinitario.

Este símbolo nos recuerda que el Santuario está consagrado al misterio del Cenáculo, el misterio de Pentecostés. La Virgen María es para nosotros el camino que nos lleva a la Santísima Trinidad. Schoenstatt es marcadamente trinitario. Por eso no podía faltar en el santuario el símbolo de la segunda persona de la Santísima Trinidad. La «plena de gracia», aquella que el Espíritu Santo cubrió con su sombra y que lo imploró para la Iglesia naciente en el Cenáculo, lo continúa implorando en su pequeño santuario de Schoenstatt. El santuario es un nuevo cenáculo donde María forma apóstoles y los envía para que, animados por la fuerza del Espíritu Santo, den vida al mundo. El padre fundador decía: «La Iglesia celebra Pentecostés una vez al año, nosotros, los schoenstattianos, cada vez que visitamos con fe el Santuario». Nos quiere recordar que allí debemos implorar el Espíritu Santo especialmente para la Iglesia y el mundo.
Historia
Fue colocado en el coro del santuario original por la Generación Cenáculo de los sacerdotes diocesanos y palotinos schoenstattianos, el 4 de Octubre de 1946, (aniversario de la muerte de José Engling), como expresión de que el santuario es el Cenáculo donde está María, la Reina de los Apóstoles, implorando el Espíritu Santo para todos los hijos de Schoenstatt y para la Iglesia entera.

El tabernáculo

Lugar de la presencia del Dios escondido que se hace alimento de los peregrinos. Cristo está en el centro del Santuario, así como está en el centro del corazón de María, su tabernáculo vivo.

Lugar de la presencia del Dios escondido que se hace alimento de los peregrinos. Cristo está en el centro del Santuario, así como está en el centro del corazón de María, su tabernáculo vivo. Si peregrinamos a un santuario de Schoenstatt para encontrarnos con la Santísima Virgen, ese encuentro con ella siempre nos conducirá a un encuentro con Cristo y, en Él, con Dios Padre. Como en las bodas de Caná, ella, como nuestra Madre, pide a Cristo que nos regale el vino que necesitamos para nuestra santificación, y también nos da su maternal consejo: «Hagan lo que Él les diga», amen a Cristo como yo lo amo, síganlo como yo lo seguí y cooperen en su obra como yo lo hice en la tierra y como sigo haciéndolo en el cielo. Ella quiere que Cristo habite en nuestro corazón como en un pequeño tabernáculo y lo llevemos a todos nuestros ambientes.

Historia
En el año 1941, la Rama Femenina de Schoenstatt realiza un acto de coronación en forma muy oculta, por el gran peligro de ser descubiertas por el nacionalsocialismo. Como símbolo de esta coronación regalan un nuevo tabernáculo para el Santuario original, recordando también su ideal de Rama de llegar a ser «Tabernáculos Vivos».

Este tabernáculo fue instalado en el altar del Santuario recién el 31 de Mayo de 1948 y lleva inscritas las palabras: «Nobis datus nobis natus ex intacta Virgine», (Cristo) se nos ha dado y nos ha nacido de la Virgen inmaculada. Las puertas llevan exteriormente en la juntura central una cruz que brota desde una azucena, significando el nacimiento de Cristo de la Virgen Inmaculada. En el lado interior de sus puertas, existe un sobrerrelieve con la escena de la Anunciación. Al lado izquierdo se encuentra la figura de san Gabriel y en el lado derecho la imagen de María.

El 31 de mayo de 1949, las paredes interiores del tabernáculo fueron recubiertas con láminas de plata que muestran diversas escenas evangélicas, a las que alude el P. Kentenich en las oraciones del «Oficio de Schoenstatt»: Belén, la adoración de los pastores y los reyes magos, en el piso. Pentecostés, arriba. Betania, al lado izquierdo. Tabor al lado derecho y, al fondo, el Gólgota.

No todos los santuarios tienen estas imágenes en su tabernáculo. En general todos tienen los símbolos del exterior del tabernáculo (Nobis datus…) y las interiores de la puerta (la Anunciación).

La campana

Toda campana es un heraldo que anuncia la presencia de Dios.

Toda campana es un heraldo que anuncia la presencia de Dios y que invita alegremente a los hombres a adorarlo y alabarlo en toda la creación.

Historia

La primera campana del Santuario original data de 1914 y sólo fue renovada en los años 60.:

La corona de la Mater Ter Admirabilis

Con la Iglesia, Schoenstatt proclama a María como Reina. Lo es por su ser: ella es la «plena de gracias», la obra maestra de Dios. Es reina porque se hizo una sola ofrenda con Cristo al pie de la cruz y ahora reina junto a Cristo resucitado en el cielo.

Con la Iglesia, Schoenstatt proclama a María como Reina. Lo es por su ser: ella es la «plena de gracias», la obra maestra de Dios. Es reina porque se hizo una sola ofrenda con Cristo al pie de la cruz y ahora reina junto a Cristo resucitado en el cielo. Es reina, por último, porque nosotros, que nos confesamos hijos y vasallos suyos, la proclamamos como tal. Al entregar una corona a María, la Familia de Schoenstatt quiere reconocer la realeza de María y su poder de gobierno, es decir, que ella, en dependencia del Señor y en íntima unión con Él, puede intervenir en nuestra vida, en la vida de la Iglesia y en el acontecer del mundo. Toda corona a María es expresión de gratitud, de desvalimiento y disponibilidad, de entrega total a su poder de reina y recuerdo perenne de todo cuanto ha obrado nuestra Madre y Reina de Schoenstatt. Schoenstatt se enorgullece de ser un reino de María y nunca quiere dejar de serlo.

Historia
Sobre el cuadro de la MTA se encuentra la corona con cual se coronó por primera vez y en forma oficial a la Madre tres veces Admirable en el santuario original. Esta corona es la expresión y signo visible de la corriente de coronación a María que se despertó en la Familia de Schoenstatt en el año 1939, en la época del gran auge del nacionalsocialismo.

El 20 de mayo de 1939, las tropas escogidas de Hitler se establecieron en Schoenstatt y convirtieron el Seminario Menor de los Padres Palotinos en escuela de jefes nacionalsocialistas. Ciento treinta y tres miembros de la juventud de Hitler ocuparon el Seminario. En esos difíciles años, en que la dictadura nazi pretendía robar la corona a Cristo Rey y a María Reina, el P. Kentenich escribió: «…rescatar de las ruinas significa para nosotros, en el tiempo actual, coronar a la Madre de Dios». «Cuando María sea reconocida como la Reina del mundo entero, agrega el P. Kentenich, entonces surgirá la vida, una vida nueva y original en el cadáver de Europa, en el mundo entero, en el arruinado y trastocado orden social». Así se originó la primera coronación oficial y solemne realizada por toda la Familia de Schoenstatt.

Como expresión de gratitud, de desvalimiento y disponibilidad, la corona fue regalada por el Instituto Secular de las Hermanas de María el 18 de octubre de 1939, en la celebración de los 25 años de la fundación del Movimiento de Schoenstatt, oportunidad en que el P. Kentenich se refirió a la coronación diciendo: «como recuerdo perenne de todo cuanto ha obrado nuestra Madre y Reina de Schoenstatt, en nombre de toda la Familia, nuestras Hermanas de María obsequian una corona a la Madre tres veces Admirable de Schoenstatt, el 18 de octubre de 1939».

La coronación como tal tuvo lugar el 10 de diciembre de 1939. En esa oportunidad se cantó por primera vez el «Himno de la Familia», cuyo texto recoge el ambiente espiritual de esa época de lucha heroica.

La corona que se regaló a María, tiene cinco puntas, entre las cuales surgen flores, que ya aluden a lo que más tarde se concretará en el Jardín de María (visión de Schoenstatt y la Iglesia como un jardín que la Virgen hace florecer para Cristo). Una piedra adorna el centro de la corona y ella representa a María. Las otras piedras representan las «pequeñas María», es decir, a aquellos que sellan una alianza de amor con nuestra Madre y Reina de Schoenstatt.

En los santuarios filiales suele haber una réplica de la corona del santuario original; pero también hay coronas que han surgido de las corrientes de vida propias de los diversos lugares.

La Cruz sobre el Tabernáculo

La cruz es el gran símbolo de la Redención y el signo del cristiano. En el Santuario de Bellavista, y en muchos otros santuarios está la Cruz de la Unidad. La Cruz de la Unidad, desde el Jubileo del 2014, también se coloca en el santuario original.

Historia:
La cruz es el gran símbolo de la Redención y el signo del cristiano. En el Santuario de Bellavista, y en muchos otros santuarios está la Cruz de la Unidad. La Cruz de la Unidad, desde el Jubileo del 2014, también se coloca en el santuario original.
La cruz, que habitualmente se colocaba desde los inicios del santuario original, no fue elaborada por ninguna comunidad de la Familia de Schoenstatt. Con el correr del tiempo, en el santuario original, diversas cruces se colocaban sobre el tabernáculo, de acuerdo a las fiestas litúrgicas que se celebran:
La Cruz de la Inscriptio, nacida a raíz de la corriente de Inscriptio, surgida antes de Dachau, fue colocada por el padre fundador en el Santuario original el 18 de Octubre de 1947.
La Cruz Oriental, colocada a partir del 5 de Junio de 1951, recuerda la misión de Schoenstatt para las Iglesias de los países de tradición oriental.
La Cruz de José Engling, regalada el 31 de Mayo de 1956 por el grupo Maria Sieg.

Significado
La Cruz simboliza la íntima unidad de Cristo y María, del Hijo y su Madre. En la cruz, María está de pie junto a su Hijo y sostiene en sus manos un cáliz. Ambos se miran expresando así su íntima unidad en una misma y única ofrenda al Padre. Ella es la Compañera y Colaborada Permanente de Cristo en toda su obra redentora que culmina en la cruz. Ella también se entrega por entero a esa obra y recibe de su Hijo Crucificado la abundancia de su gracia de salvación. Desde lo alto de la cruz, Cristo la proclama como Madre nuestra.
La Cruz de la Unidad original fue elaborada por la primera generación de los Padres de Schoenstatt chilenos. Luego fue obsequiada al padre fundador y este la hizo llegar al Instituto de Nuestra Señora en Stuttgart.
Es símbolo de la Misión del 31 de Mayo, misión que nos llama a restablecer vínculos de unidad, de amor verdadero, entre Dios y los hombres, entre el cielo y la tierra.

La custodia

La custodia alberga la Hostia consagrada, presencia de Cristo sacramentado, cuando se expone para la adoración de los fieles.

La custodia alberga la Hostia consagrada, presencia de Cristo sacramentado, cuando se expone para la adoración de los fieles.

Historia

La custodia del santuario original, que se coloca sobre el tabernáculo cuando hay adoración solemne del Santísimo y bendición, fue regalada por la Rama de Madres, cuyo ideal es llegar a ser Custodias Vivientes del Santuario. En agosto de 1940, la Rama de Madres decide concretar su anhelo de coronación que había empezado a gestarse poco después de la primera coronación oficial de la Familia de Schoenstatt (1939). Expresan su símbolo de coronación en la custodia. La conquistan espiritual y materialmente, entregando alhajas y alianzas matrimoniales de sus maridos caídos en la guerra. Estos aportes se ofrecen más tarde en la Semana de Coronación de 1946. La primera custodia fue hecha para la prometida iglesia de la adoración. En el santuario original fue entregada el 12 de junio de 1949 a las Hermanas de la adoración. Quedó en el santuario hasta 1954, año en el que las Hermanas se trasladan al Monte Schoenstatt. La rama de madres regala entonces una segunda custodia para el santuario original, donde se usa hasta hoy.

La estatua de San José

El 22 de abril de 1953, los Padres Palotinos cambiaron la estatua original por la actual que es obra del escultor bávaro Bauer. En ella aparece san José, como patrono de la Iglesia, bendiciendo al Papa Pío XII que está arrodillado delante del santo patrono.

No podemos pensar en la Virgen María sin pensar al mismo tiempo en san José, el hombre justo, el silencioso esposo y guardián de María, el padre adoptivo de Jesús. Con su callada y silenciosa obediencia a Dios, su varonil paternidad y su transparente cercanía protegió el misterio de María y de Jesús en Nazaret. El que recibió a María en su casa (cf Lc 1, 20), nos enseña a recibirla también en la nuestra. Iluminados por su ejemplo, aprendemos la santidad oculta y sencilla, la fidelidad a Dios en la vida cotidiana, que santifica la vida de familia y el trabajo.

Historia
Originalmente, en su lugar estaba la estatua del Sagrado Corazón de Jesús. En 1934, se entronizó aquí la estatua de san José. El 22 de abril de 1953, los Padres Palotinos cambiaron la estatua original por la actual que es obra del escultor bávaro Bauer. En ella aparece san José, como patrono de la Iglesia, bendiciendo al Papa Pío XII que está arrodillado delante del santo patrono. Esta estatua fue bendecida cuatro días después, es decir, el 26 de abril de 1953.

La estatua primitiva del santuario original se encuentra, actualmente, en el santuario del Monte Schoenstatt de las Hermanas de María. En los santuarios filiales suele ponerse una estatua de san José en recuerdo de ésta.

La estatua de san Vicente Pallotti

Vicente Pallotti se yergue como precursor de una Iglesia en orden de batalla, como profeta del apostolado de los laicos del tercer milenio y nos recuerda que Schoenstatt es para la Iglesia, y la Iglesia para el mundo, y el mundo para la Santísima Trinidad.

Vicente Pallotti se yergue como precursor de una Iglesia en orden de batalla, como profeta del apostolado de los laicos del tercer milenio y nos recuerda que Schoenstatt es para la Iglesia, y la Iglesia para el mundo, y el mundo para la Santísima Trinidad. En 1960 canonizaba el Papa Juan XXIII a san Vicente Pallotti, santo romano, pionero de la Acción Católica, cuya idea de la Confederación Apostólica Universal (CAU), la asumió el fundador de Schoenstatt en los inicios de su fundación. Vicente Pallotti, con visión de futuro, quiso despertar y reunir federativamente las fuerzas apostólicas de la Iglesia. Lo requería el imperativo de un apostolado universal eficaz y la superación de un individualismo que atomizaba sus impulsos apostólicos. Hoy, más que nunca, la Iglesia necesita aunar sus fuerzas para enfrentar los desafíos que le presenta la cultura actual. San Vicente Pallotti nos anima en esta difícil e imprescindible tarea.

Historia
En el lugar que ocupa la estatua de san Vicente Pallotti estaba originalmente la estatua de san Luis de Gonzaga, segundo patrono de la Congregación Mariana (hoy se encuentra en el santuario de
las Hermanas en el Berg Schoenstatt). Para algunas oportunidades, las Hermanas de María colocaban allí también la estatua de santa Teresita del Niño Jesús, como signo de veneración a ella en su título de Patrona de las misiones. En 1950, año de la beatificación de san Vicente Pallotti, (22 de enero) en ese lugar fue instalada esta estatua, obra del escultor bávaro Bauer.

En esta estatua aparecen representantes de los Institutos Seculares de Schoenstatt y el P. Kentenich ofreciendo el santuario a san Vicente Pallotti. Se significaba así que Schoenstatt asumía como parte integrante de sus fines la «Confederación Apostólica Universal», anhelo de Vicente Pallotti. Esto lo había expresado el P. Kentenich ya en 1916.

En los santuarios filiales en general se encuentra una estatua de san Vicente Pallotti.

La estatua del arcángel san Miguel

El arcángel san Miguel es el Guardián del Santuario y el que lucha contra las fuerzas demoníacas que atentan contra el Reino mariano que María quiere construir desde su Santuario. Nos recuerda el trasfondo de la historia de salvación y la presencia en ella del Dragón que yace derrotado a los pies de san Miguel.

El arcángel san Miguel es el Guardián del Santuario y el que lucha contra las fuerzas demoníacas que atentan contra el Reino mariano que María quiere construir desde su Santuario. Nos recuerda el trasfondo de la historia de salvación y la presencia en ella del Dragón que yace derrotado a los pies de san Miguel. Si Schoenstatt está llamado a cumplir una tarea en la renovación del mundo, no puede dejar de ver que, como afirma san Pablo, nuestra lucha no es contra los poderes de este mundo, sino contra el adversario de María. Una vez más la Serpiente quiere ser vencida por Cristo, para que surja victorioso el reino de Dios Padre. Con sus albas vestiduras y su lanza, al arcángel san Miguel quiere traspasar todo con la claridad de Dios.

Historia:

San Miguel fue el patrono original de la capilla del cementerio. En 1914, cuando el P. Miguel Kolb puso a disposición de los congregantes esta capilla, les regaló la estatua del Arcángel san Miguel la que ocupaba el lugar central de la capilla. Más tarde fue trasladada a un pedestal al lado izquierdo del altar. Testigo fiel de la primera Acta de Fundación el 18 de octubre de 1914, desde entonces san Miguel ha sido el guardián del santuario y el que lucha contra las fuerzas demoníacas que atentan contra el Reino mariano que María quiere construir desde su santuario. A fines de los años ochenta se desplomó la imagen y fue reemplazada por la actual que fue tallada por un Hermano Palottino escultor.

La inscripción Ave María

Recuerda en el santuario original las palabras con que el Ángel Gabriel saludó a María en la anunciación y nos invita a nosotros a saludarla de igual manera cuando entramos a su santuario.

Recuerda en el santuario original las palabras con que el Ángel Gabriel saludó a María en la anunciación y nos invita a nosotros a saludarla de igual manera cuando entramos a su santuario.

Historia
El Hermano Franz, de los Padres Palottinos, para honrar a María, confeccionó artísticamente, con perlas, en 1914, las palabras del saludo del ángel Gabriel. Esta inscripción fue regalada al santuario original en mayo de 1915 y puesta en un marco de madera sobre el arco del presbiterio.Historia
El Hermano Franz, de los Padres Palottinos, para honrar a María, confeccionó artísticamente, con perlas, en 1914, las palabras del saludo del ángel Gabriel. Esta inscripción fue regalada al santuario original en mayo de 1915 y puesta en un marco de madera sobre el arco del presbiterio.

La lámpara del Santísimo

Al costado del retablo del santuario arde una pequeña llama. Es símbolo de nuestra fe y de nuestro amor ardiente. Da testimonio de la presencia del Señor sacramentado en el tabernáculo, como amigo y alimento, silencioso y cercano, en toda circunstancia.

Al costado del retablo del santuario arde una pequeña llama. Es símbolo de nuestra fe y de nuestro amor ardiente. Da testimonio de la presencia del Señor sacramentado en el tabernáculo, como amigo y alimento, silencioso y cercano, en toda circunstancia. La llama está contenida dentro de una esfera que representa el mundo, expresando con ello que queremos encender el mundo en Cristo y no sólo guardar su luz en nuestro corazón.

Historia
La generación de la Juventud Masculina, Ver Sacrum, Primavera Sagrada, especialmente los alumnos que habían debido dejar el Seminario Menor de los Palotinos, que fuera ocupado por los nazis, quisieron expresar su participación en la corriente de coronación surgida en la Familia de Schoenstatt.

Ellos escogieron como símbolo el globo terráqueo que lleva en su interior la luz del Santísimo. Contando con la presencia del padre fundador, la instalaron en el costado derecho del retablo, la noche del año nuevo de 1941. El globo terráqueo recuerda una insignia real de la Edad Media: el globo en la mano del soberano era expresión de su poder real. El fuego es el símbolo de los ideales de la juventud que habrían de encender e iluminar un nuevo mundo. El globo terráqueo lleva en la parte superior la abreviatura MTA, cuya letra «T» tiene la forma de cruz. Este símbolo descansa sobre una patena, la cual a su vez lleva tres cruces que recuerdan la entrega heroica de los congregantes caídos en la Primera Guerra Mundial.

La pila del agua bendita

Por su forma especial, la pila del agua bendita del Santuario original simboliza el acogimiento que experimentaron allí los refugiados de la Segunda Guerra Mundial.

Por su forma especial, la pila del agua bendita del Santuario original simboliza el acogimiento que experimentaron allí los refugiados de la Segunda Guerra Mundial. En cada Santuario, esta pila con su agua bendita nos invita a persignarnos y purificarnos al entrar al Santuario y nos recuerda el agua del bautismo que nos purificó y nos hizo hijos de Dios.

Historia
Es símbolo y donación de los refugiados que provenían del Este, desplazados después de la Segunda Guerra Mundial, y que empezaron a peregrinar al Santuario el día 18 de cada mes, porque allí se sintieron acogidos por la Santísima Virgen y el padre fundador. Fue colocada en el santuario original el 15 de agosto de 1950.

La placa con las insignias de la Primera Guerra Mundial

Esta placa recordatoria que se encuentra en el santuario original, son los trofeos de los congregantes que participaron en la Primera Guerra Mundial ofrecidos a la Madre y Reina en gratitud por haberlos protegido de todos los peligros.

Esta placa recordatoria que se encuentra en el santuario original, son los trofeos de los congregantes que participaron en la Primera Guerra Mundial ofrecidos a la Madre y Reina en gratitud por haberlos protegido de todos los peligros.

Historia
En la pared izquierda del Santuario, se encuentra una placa con diversas insignias. Son cruces, condecoraciones y medallas por mérito y valentía, recibidas por los congregantes que participaron en la Primera Guerra Mundial, ofrecidas a María en su Santuario. Se hace eco en ella de las palabras de Max Brunner: «Ave Imperatrix, morituri te salutant!», «¡Salve Emperatriz, los que están dispuestos a morir, te saludan!». Dice la inscripción en la parte superior: «Sacrum fecerunt» (se ofrendaron), y «Parati erant et pro legibus et pro patria mori (2 Macc. 8, 21), (estaban dispuestos a morir por las leyes y la patria). Se mencionan, además, diversas ciudades. En las esquinas inferiores están inscritas las palabras «caritas» (caridad) y «veritas» (verdad).

La placa con los nombres de los congregantes

Lleva la inscripción: Nos cum prole pia, benedixit Virgo Maria (con Cristo su Hijo nos bendijo la Virgen María). Dice además: Este recuerdo es dedicado a la Madre tres veces Admirable por los congregantes soldados.

Esta placa con los nombres de los congregantes héroes, que se encuentra en el santuario original, nos recuerda la entrega de los primeros que sellaron la alianza de amor con María en el santuario original. Nos habla de la primera alianza de María con el P. Kentenich y los primeros congregantes, alianza fundante de todo Schoenstatt y que constituye los cimientos sobre los cuales creció y se desarrollo la Obra de Schoenstatt.

Historia
Después de la Primera Guerra Mundial, en 1919, los nombres de los congregantes pertenecientes a la generación fundadora del Movimiento de Schoenstatt, fueron inscritos en una placa que se situó en la pared del lado derecho del santuario original, como acción de gracias por la protección recibida de la Madre tres veces Admirable durante esos difíciles tiempos.

Esta lista lleva la inscripción: Nos cum prole pia, benedixit Virgo Maria (con Cristo su Hijo nos bendijo la Virgen María). Dice además: Este recuerdo es dedicado a la Madre tres veces Admirable por los congregantes soldados. Todos ellos trabajaron para el Reino de María, entre sí y entre sus camaradas, en una sólida organización, bajo la responsabilidad del P. Wagner (rector de la casa y director oficial de la congregación). A ella agradecen de corazón su protección maternal.» Tiene inscritas las fechas 1914 – 1919, que indican el lapso de la terrible Primera Guerra Mundial.

Las estatuas de san Pedro y san Pablo

Estas estatuas expresan el carácter marcadamente apostólico de la Familia de Schoenstatt y su unión a la Iglesia. San Pablo sostiene en sus manos una espada que simboliza el espíritu de conquista apostólica que él encarnó tan preclaramente y que nosotros estamos llamados a continuar.

Estas estatuas expresan el carácter marcadamente apostólico de la Familia de Schoenstatt y su unión a la Iglesia. San Pablo sostiene en sus manos una espada que simboliza el espíritu de conquista apostólica que él encarnó tan preclaramente y que nosotros estamos llamados a continuar. San Pedro tiene en sus manos las llaves del Reino y el Evangelio. Su persona nos une especialmente al Santo Padre y nos recuerda el epitafio de la tumba del fundador de Schoenstatt: «Amó a la Iglesia».
Historia
Estas dos estatuas, del mismo estilo barroco que el retablo, una a cada lado del tabernáculo, fueron colocadas en el año 1935 por iniciativa de los Padres Palotinos, para recordar el título Reina de los Apóstoles, con el cual san Vicente Pallotti veneraba a la Virgen, aludiendo a su función en el acontecimiento de Pentecostés. Ahora significan el carácter apostólico de la Obra de Schoenstatt. Estas estatuas también han pasado a ser parte integrante del retablo del altar de todo santuario de Schoenstatt.

Los vitrales

Reflejan la luz y llenan de colores y nostalgias de cielo todo el Santuario. Así se hacen memoriales que nos recuerdan ese reino celestial, «esa maravillosa tierra, pradera asoleada con los resplandores del Tabor, donde reina nuestra Señora tres veces Admirable.

Los vitrales

Reflejan la luz y llenan de colores y nostalgias de cielo todo el Santuario. Así se hacen memoriales que nos recuerdan ese reino celestial, «esa maravillosa tierra, pradera asoleada con los resplandores del Tabor, donde reina nuestra Señora tres veces Admirable.

Reflejan la luz y llenan de colores y nostalgias de cielo todo el Santuario. Así se hacen memoriales que nos recuerdan ese reino celestial, «esa maravillosa tierra, pradera asoleada con los resplandores del Tabor, donde reina nuestra Señora tres veces Admirable, en la porción de sus hijos escogidos, manifestando su gloria…»
En diversos santuarios se han colocado otros símbolos en los vitrales, en general referidos a la historia de Schoenstatt o bien a la originalidad del respectivo santuario.
Historia
Los vitrales del santuario fueron instalados en las cuatro ventanas en el año 1934. En el pequeño presbiterio del santuario, la ventana al lado izquierdo muestra el símbolo de Cristo con las letras «P» y «X» entrelazadas. La de la derecha, las iniciales MTA, correspondientes a Mater ter Admirabilis.

La ventana derecha de la nave expone el símbolo de la cruz con la «estrella de los gentiles», símbolo de las Padres palotinos; y la de la izquierda, el santuario en medio de dos pinos y una espada, que simbolizan el espíritu apostólico, que tiene como base la oración y el sacrificio.