Los autores esperan que el artículo les dé ideas significativas acerca de: cómo cultivamos nuestro amor esponsal, cómo lo trabajamos, cómo lo vivimos día a día, cómo lo hacemos crecer. Ese es el interés hoy día y lo primero es decirles a todos que tenemos un tremendo regalo, una tremenda luz que se nos regaló: nuestra Fe.
Somos Manuel y Anita, tenemos seis hijos y vivimos en Punta Arenas, una ciudad muy al sur, muy fría en pleno Estrecho de Magallanes por donde pasaban los españoles en 1500 para poder cruzar desde el este hacia la costa oeste y poder subir hasta Perú. Llevamos 27 años matrimonio y estamos en el Instituto de Familias, en el noveno curso “Familia Belén, nuevos Apóstoles” es nuestro ideal de curso.
Para continuar la oración, elegimos este extracto del Cántico del Terruño que nos parece muy bonito y que nos puede inspirar en la conversación que vamos a tener hoy día y los invitamos a rezarla lentamente para ir degustándola y entrando en sintonía con nuestro tema “Conoces aquella tierra cálida y familiar, que el amor eterno se ha preparado, donde corazones nobles laten en la intimidad y con alegres sacrificio se sobrellevan; donde cobijándose unos a otros, arden y fluyen hacia el corazón de Dios; donde con ímpetu brotan fuentes de amor, para saciar la sed de amor que padece el mundo”.
En la imagen que mostramos ahora, se ve el Santuario de Bellavista, que tiene una particularidad: en la parte posterior está la tumba de Mario Hiriart. Ahí está enterrado él y para nosotros Mario es muy importante, porque nuestro tercer hijo, Ignacio, estuvo muy enfermo, tuvo un cáncer y nosotros creemos que él nos lo devolvió, así que ahí estamos agradeciendo a Mario.
Manuel:
El título es largo, pero lo que queremos nosotros, es que se queden con: cómo cultivamos nuestro amor esponsal, cómo lo trabajamos, cómo lo vivimos día a día, cómo lo hacemos crecer. Ese es el interés nuestro hoy día y lo primero es decirles a todos que tenemos un tremendo regalo, una tremenda luz que se nos regaló: nuestra Fe. Como dice esa lectura de Mateo, no la podemos dejar guardada bajo el celemín. El celemín era una caja con la cual los judíos medían el trigo que comerciaban y que tenían en las casas. La idea es no dejarla guardada debajo del cajón, sino que ponerla arriba, para que alumbre a todo el mundo. Es un llamado primeramente a nosotros, los esposos, alumbrar a nuestra Familia y desde ahí, creemos nosotros que vamos a irradiar al mundo. Para irradiar bien, tenemos que cultivar ese amor. Entonces la pregunta es ¿cómo lo hacemos?. La segunda lectura que nos ha motivado a lo largo de estos 27 años de matrimonio es un extracto de la lectura del apóstol Santiago y que dice: “¿De qué sirve hermanos míos si alguno dice que tiene Fe, si no tiene obras? Así también la Fe, por sí misma, si no tiene obras, está muerta”. Es bien duro el apóstol Santiago, pero en el fondo es cómo llevamos nuestra Fe a nuestra vida cotidiana. Esa es lo que se nos está pidiendo acá. Quién mejor muestra esa Fe llevada a la vida cotidiana, es la querida madre Teresa de Calcuta, que dio su vida por los más desposeídos, por esos niños que no tenían hogar. Nosotros hace 20 años, buscando donde regalar nuestra fe, como matrimonio. Queríamos vivir nuestra Fe juntos, los dos. Tenemos que buscar algún lugar donde trabajemos juntos nuestra Fe y después de una vuelta, que no fue corta, llegamos a Schoenstatt. ¿Qué fue lo que nos cautivó de Schoenstatt? Fue justamente que el Padre Kentenich dice algo así como llevar la Fe a las obras, en este pensar y vivir orgánico. Y eso se expresa en nuestra vida cotidiana, que lo que el padre nos mostraba era la santidad de la vida diaria.
Anita:
Yo rescato ahí lo que la hermana Elizabeth hablaba y hacía este símil de la tierra que lo tiene todo para ser fecunda pero necesita ese Sol. O sea, lo sobrenatural traspasa y penetra lo natural y esa vinculación estrecha, es lo que nosotros queremos hacer vida, Manuel y yo, en el día a día, y yo creo que algo que parece tan obvio, muchas veces uno ve que no se da. Entonces es algo que hay que ir trabajando intencionadamente.
Manuel:
Eso que dice el Padre, de hacer extraordinario lo ordinario o lo ordinario de manera extraordinaria. Los invitamos a leer parte de este tomo que escribió el padre Herbert King, donde recoge el cómo vivir esa santidad de la vida diaria. En la primera parte del libro, hay algunos extractos que creemos son importantes. El padre Kentenich decía ya el año 37, dirigiéndose a una sociedad misionera y que está en el libro “Ser niños ante Dios”, decía “el saber religioso no es santidad, el amar religioso es santidad” y de nuevo señala “Dios llama a mi puerta a través de la vida cotidiana”. Qué increíble: tenemos a Dios tan cerca y a veces, si lo tenemos lejos, creemos que Dios va a llegar solo cuando el cielo se abra y aparezca; y lo tenemos en el que tenemos al lado, nuestra señora, nuestro marido, y son nuestros hijos en primer lugar. Esa última frase que dice “la vida matrimonial es una escuela de amor sin parangón”. Es ahí donde aprendemos a amar y seguimos amando; y es sin lugar a duda una universidad del amor. Hay otra frase que a nosotros nos gusta mucho de la Biblia, del Antiguo Testamento, en el Génesis, que dice “dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán una sola carne”. El ser uno es algo que no solo se dice sino que se construye. A nosotros nos toca hablar con novios que se están preparando para el matrimonio, que están a punto de casarse y le decimos: para nosotros el matrimonio civil es lo que es ese trabajo perseverante por construir un nosotros y el matrimonio religioso se define a nuestro modo de ver, de la misma manera a cómo construimos ese “nosotros” pero ese nosotros ahora tiene una dimensión distinta, especial, sobrenatural, y es que queremos que esté Dios con nosotros y queremos invitarlo a vivir con nosotros la vida que comenzamos a vivir cuando nos casamos. Entonces si hay algo que queremos que se lleven para la casa, es que todos ustedes, independiente del número de años que lleven casados, tienen que seguir construyendo un nosotros y ese nosotros se tiene que ir reflejando en actitudes. Entonces esto se lo decimos a los novios: ustedes ya tienen que dejar de hablar de lo mío y lo tuyo, esto es lo nuestro, es nuestra casa, son nuestros hijos, son nuestras alegrías, son nuestras penas y dificultades y cuando son nuestras, las podemos vivir y trabajar de una manera mucho más fácil que si las planteamos como mis problemas o mis alegrías y mis dificultades.
Anita:
Me encanta ver a los niños cuando ellos nos hablan, la parte comunicacional, que es importante. Ellos a través solamente de escuchar el “nosotros”, nosotros con el papá, nuestros problemas, nuestras alegrías, y esta parte como semántica penetra también en el fondo y eso se ve reflejado en que ellos a veces muchas veces nos dicen, ustedes siempre nos dicen tal y tal cosa. Si tú dices eso, el papá también dice eso. Y te lo dicen con esa certeza profunda, porque lo han ido escuchando y lo han visto. Entonces, eso que nosotros hemos querido construir, nos da gusto ver que se ve reflejado en cómo nos ven nuestros hijos. Pensando en la psicología y en el crecimiento de ellos, qué importante es poder sentirse sustentados en este pilar conformado por papá y mamá, que trabajan en conjunto y en equipo; y creemos realmente que y los invitamos a hacer ese ejercicio de hablar o relatar algo de la vida familiar, incluyendo al otro: a nosotros nos encanta ir de vacaciones a tal lado, o nos pasó tal cosa, o nuestros niños. Así, el otro se siente incluido y estamos formando parte de un mismo proyecto. Con esto vamos fortaleciendo ese lenguaje de ‘nosotros’.
Manuel:
Les decimos a los novios y a ustedes también, que tienen mucho más camino recorrido y probablemente viven muchas de estas cosas, que queremos invitar a Dios a formar parte de nuestro corazón. Queremos invitarlo a vivir en nuestra vida cotidiana. Primero queremos invitarlo a la casa. El Santuario Hogar ¿qué es? Es una invitación de nosotros a Dios, para que esté con la Mater en nuestra casa. A los novios no les hablamos de Santuario Hogar, porque muchos no son schoenstattianos. Les decimos que piensen en un lugar en la casa que les recuerde a Dios o un lugar para Dios y la Virgen dentro de nuestra vida cotidiana. Que El esté presente desde que nos subimos al auto, incluso cuando hay tacos y congestión; llevarlo al trabajo o llevarlo a tantas cosas del día a día. Ese es el desafío y el desafío mayor es cuando se nos pide llevarlo al ámbito económico y a nuestra sexualidad. Tenemos que hacer ese camino y tenemos que esforzarnos por incluir a Dios en las decisiones económicas y también de la fertilidad, la sexualidad y cómo vivimos nuestro amor.
Anita:
Hay un concepto hoy día en la educación que está muy en boga y es el concepto de la transversalidad. ¿Se han fijado por ejemplo en lenguaje, en historia y en religión están viendo el mismo tema desde distintas perspectivas? Entonces hablan de la transversalidad. Tomando el término transversalidad, yo a Dios lo llamo ‘nuestro Dios transversal’. Es el Dios que no es el Dios del domingo sino que es el Dios que traspasa la vida entera. La forma que hablamos, la forma que nos comportamos, la forma en que miramos y escuchamos, cómo tomamos nuestras decisiones. Ese Dios que está en todo: le abrimos las puertas en todos los ámbitos de nuestra vida, y no seleccionamos sólo para ciertas fiestas porque El traspasa nuestra vida completa, incluso en el tema económico.
Manuel:
Para entender cómo hacemos esta aproximación, tenemos que tener en primer lugar la generosidad como vara. Ser generosos frente a cada cosa que se nos pide. ¿Y qué es la generosidad? ¿es realmente algo cuantificable? Nos surge esta lectura que nos gusta mucho, de esta viuda generosa. Ser viuda en la época de Jesús en Israel, era un desastre, sufrían muchísimo, y tenían muchas dificultades. Esa lectura dice que Jesús alzando la mirada vio a unos ricos que echaban sus donativos en el arca del tesoro y vio también a una viuda pobre que echaba allí dos moneditas: “de verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos, porque todos ellos han echado de lo que le sobraba. Ella en cambio ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto tenía para vivir”. O sea la generosidad es dar como decía el Padre Alberto Hurtado, un santo nuestro en Chile, “dar hasta que duela”. A los novios les damos un ejemplo propio: nosotros vivimos en casas que son pareadas, un grupo de 12 casas y les contamos que al lado tienen tres niños, los de allá tienen cuatro, nosotros tenemos seis. ¿Es que nosotros fuimos más generosos? Porque en realidad tenemos la misma casa, parecida, pero cada uno sabe cuánto puede dar y es muy individual y no solamente tiene que ver con lo económico. Si hablamos de la fertilidad y de cuántos niños invitar a este mundo, hay otras variables que tenemos que considerar. Pero la generosidad es algo que tenemos que tener presente y no medir con la vara nuestra los que están al lado. Invitamos a Dios a nuestra vida cotidiana y como les decía, donde aprieta el zapato es en el ámbito económico y en la fertilidad y la sexualidad.
Anita:
Hemos resuelto un poco esto que cada día siempre es un desafío; obviamente sobre todo en este mundo más materialista, más consumista en el que estamos viviendo. Nosotros hemos establecido una costumbre de preguntarnos cada vez que nos enfrentamos a un posible gasto o inversión, si es necesaria. Pasar por esa reflexión previa y poner eso en la mesa, la verdadera necesidad. Con los niños es del día a día, porque siempre necesitan cosas. Según ellos tienen millones de necesidades y es muy conveniente sentarse a conversar con ellos, ir al clóset, mirar la realidad, y después de discernir, tomar una decisión. En lo pequeño y en los grandes gastos, revisar cuál es la importancia de esto. Esa sencillez implica desprendimiento, implica finalmente libertad interior y ese es el objetivo de la sencillez: que tengamos esa libertad, vayamos livianitos por la vida de manera que Dios pueda actuar a través de nosotros; no estamos aferrados a nada, somos libres interiormente. Ese es el objetivo de este ejercicio y de este intencionar la incorporación de Dios en este ámbito económico.
Manuel:
Y por último, ser generosos en cuántos niños invitar a este mundo. Es muy variable de un matrimonio a otro pero lo primero que hay que entender es que los niños son un regalo, que no son un derecho. Y es un regalo que se nos hace a nosotros y se nos pide que administremos nuestra fertilidad y que estemos atentos. Yo soy ginecólogo y es bien impresionante como hoy día los matrimonios, las parejas, quieren tener todo bajo control, todo ordenado y Dios habla de una manera bien increíble. Las profesoras quieren tener los hijos de tal manera que el descanso pre y post natal que coincida con la época de trabajo; obviamente entonces tienen todo calculado. Hoy día es más terrible, porque incluso la gente dice “yo creo que no voy a tener hijos”. Ni siquiera habla de “no vamos”, no hay un tú, sino que solo hay un yo y en realidad “quizás”. Muchos dicen “quiero congelar óvulos para ver si es que después tengo ganas”, pero es todo visto de una manera personal. Es muy triste. Creemos que claramente es un regalo y no es un derecho. Solamente se nos está pidiendo que lo administremos de buena manera y para eso estamos los dos y qué mejor hogar que un hogar donde hay un papá y una mamá que pueden no solamente tener a estos niños sino que pueden acompañarlos toda su vida. Yo soy hijo de padres separados y hay una realidad que toca vivir; pero uno tiene que aspirar a entregarle a sus hijos, al menos, lo que recibió de los padres y de ahí hacia arriba. Es duro vivir con los padres separados pero también uno aprende de esas experiencias negativas. Yo aprendí algo de esa experiencia: que teníamos que cultivar el amor todos estos años, tienes que seguir trabajando en ello. Hoy no estamos exentos de que nos pase también un problema como ese y vivir una separación. Para que eso no ocurriera había que trabajar en ese amor.
Y por último, solo dejarles planteado algo que dice la Humanae Vitae. Es una encíclica escrita por el papa Pablo VI el año 68 y fue muy polémica en su tiempo y sigue siéndolo. Habla de la paternidad responsable y siempre hay que hacer un 2.0 de las cosas que uno lee y llevarla a un lenguaje más actual. La Encíclica tiene ya más de 50 años y habla algo de cómo tomar la decisión de cuántos niños tener y dice que en relación con las condiciones físicas, económicas, psicológicas y sociales, la paternidad responsable se pone en práctica ya sea con la deliberación ponderada y generosa de tener una familia numerosa; ya sea con la decisión tomada por graves motivos en el respeto de la ley moral de evitar un nuevo nacimiento durante algún tiempo, o por tiempo indefinido. De nuevo lo primero que se nos pide que seamos generosos. Obviamente que podemos tener dificultades, podemos tener problemas y esos problemas los vamos a poner en la balanza y ahí tomaremos la decisión. Pero lo primero es ser generoso al momento de decidir.
Como les dije antes, yo soy ginecólogo y no fui un convencido, no soy un convencido de la cuna de los métodos naturales, ya de cómo vivir la fertilidad y la sexualidad y el amor matrimonial, con el registro de fertilidad, entendiendo que somos distintos y que eso es fantástico, esta diferencia que tenemos se manifiesta en cómo se expresa nuestra fertilidad. Los hombre somos fértiles todos los días; las mujeres son fértiles algunos días. Pero yo no era un convencido de la cuna, porque siempre lo habían planteado como algo que había que hacer, que los católicos teníamos que hacer porque no quedaba otro camino, porque el resto era malo. Todo lo demás era malo. Hasta que conocí a una persona que aunque ginecólogo también, nos habló que en realidad era una manera de ser más felices. ¿Y qué es lo que ocurre? Un ciclo menstrual considera días de menstruación, y también están los periodos fértiles y periodos infértiles. Este periodo fértil es una tremenda oportunidad, una oportunidad donde suena una campana que es una invitación de nuevo a ser papás y por lo tanto tomamos conciencia de esa capacidad que tenemos de ser papás. Es tomar conciencia de la paternidad. Investigando un poco, me enteré que todas las encíclicas se escriben en latín y en la encíclica de la paternidad responsable la denomina como “paternidad inconsum” o cómo tomamos conciencia de la paternidad. Eso me hizo mucho sentido, que justamente cuando aparece el periodo fértil, nosotros volvemos a tomar conciencia de esa paternidad, esa potencial paternidad y esta invitación es entonces a ser papás o a vivir nuestro amor esponsal de una manera distinta.
Anita
Acá voy hacer un paréntesis, cuando suena la campana es una invitación a sentarnos a conversar, a revisarnos como matrimonio y como familia, para discernir nuevamente si es un momento adecuado, si es generoso de nuestra parte, embarcarnos con una nueva o nuevo hijo, y ahí es donde yo rescato la libertad que Dios nos regala para decidir. Este sentarse como matrimonio, esta oportunidad que da esta forma de vivir la sexualidad, fecundidad y el amor, también nos invita a dialogar cómo estamos, no solo en lo económico, que es una variable solamente, cómo estamos como matrimonio, cómo están nuestros hijos –cada uno de ellos–, cómo está nuestra tolerancia, nuestro cansancio. Hay muchos factores que poner sobre la mesa: qué conversar y qué ponderar, y finalmente y siempre primando la generosidad, tomar la decisión y ahí viene entonces qué hacemos.
Manuel:
Al volver a ser papás o a reencontrarse de una manera distinta implica volver a ser novios en ese tiempo. No estoy hablando solo de un punto de vista espiritual sino que estoy hablando del punto de vista físico, de contactarse físicamente. Porque nos pasa que muchos matrimonios viven esto como un semáforo: entonces no te veo y no hablo contigo y no sé nada de ti hasta nueve días después; y eso va contra la naturaleza humana. Nosotros no tenemos un instinto que se prende y se apaga como un semáforo. Tenemos una pulsión de querer estar con el otro, a veces con más intensidad o a veces con menos intensidad, y por lo tanto lo que realmente se vive de manera lo más humana posible, es el acercarse al otro y también es echar de menos al otro. Desde el punto de vista de la sexualidad matrimonial propiamente vivida, ese echar de menos al otro permite valorar eso. Cuando uno no tiene algo por un tiempo, lo valora mucho más que si lo tiene sin ninguna limitación.
Anita:
Para nosotros ha sido esto un tremendo regalo: llevamos 27 años de matrimonio y ya estamos terminando nuestra carrera de paternidad física y ha sido tremendo como regalo, en el sentido de que valoramos esto y lo agradecemos porque nos ha dado la posibilidad de reencantarnos, de alimentar el amor. Porque nos invita a volver a ser pololos en esta época, en nuestro caso fueron cinco años y nosotros nos dimos cuenta que la sexualidad es un abanico enorme de posibilidades de demostrar el cariño y el amor al otro, y no es solo tener relaciones. Es volver a rescatar toda esa riqueza del mundo de la sexualidad, es súper valorable y esto permite que podamos responder a esta invitación que nos hace la Iglesia y que en definitiva nos hace Dios, a administrar nuestra fertilidad y nuestra sexualidad. De esta manera está impreso en el cuerpo de la mujer y es algo que yo como kinesióloga y como científica, lo veo y me maravillo. Pienso que no puede ser casualidad ni azar. Esto está hecho con cariño y tiene un tremendo sentido; entonces, realmente creemos que esto es una invitación de El a vivirlo de esta manera. Está en nosotros responder o no, somos libres, pero la invitación está.
Manuel:
Cuando termina el periodo fértil es una nueva invitación a vivir una nueva “luna de miel”, cada ciclo. Nosotros sabemos que esto también tiene dificultades, sabemos que hay matrimonios que no lo pasan bien y por eso, es responsabilidad de nosotros como ginecólogos católicos, de poder acompañar a esas parejas que no lo están pasando bien, para que esto funcione. Ya no se trata de dar un salto al vacío, sino que se trata de nuevo tener a Dios presente, también en este ámbito: qué es lo que nos quiere decir, a qué nos invita y también qué nos ha regalado. Si nosotros quisiéramos resumir entonces cómo cultivar ese amor esponsal y como seguir cultivándolo: primero, viviendo cada día junto con Dios y con la Mater ahí, al pie del cañón; en segundo lugar, llevarlo a todos nuestros ámbitos de la vida; y en tercer lugar, como decía Anita, también a través de este regalo que es la vivencia y la sexualidad que nos permite ser uno solo, físicamente. Ese es un regalo de Dios que también nos ha permitido seguir cultivando nuestro amor.
Anita:
Hay consecuencias también, o sea, hay vertientes que uno no calcula que pueden darse a partir de esto, que sí requiere un esfuerzo, es difícil, hay maneras mucho más fáciles de vivir esto obviamente. Esto requiere de una decisión, de ponerle cabeza, de ser constantes, de trabajar en equipo, porque si uno lo trabaja desde la mujer, es lo más fome que hay. Tiene que ser en conjunto. Otra vertiente son los hijos, el cómo ellos pueden ver papás que se quieren y que se demuestran el cariño y que son afectivos. Uno es más pololo, quizá no sé si exclusivo de esto, pero yo creo que favorece el ser más afectivo y los hijos lo captan y yo creo que lo agradecen. Los nuestros sí. Cuando uno responde a los llamados de Dios, es increíble como uno se va sorprendiendo de todos los regalos que van surgiendo. Esa ha sido nuestra experiencia por lo menos.
Manuel:
Una historia que la encontramos hace mucho tiempo en un escrito del ciclo básico, que algunos de ustedes la han visto, y que dice: “Un esposo fue a visitar a un sabio consejero y le dijo que ya no quería a su esposa y que pensaba separarse. El sabio lo escuchó, lo miró a los ojos y solamente le dijo una palabra y luego se calló. Pero es que ya no siento nada por ella, replicó el hombre. Ámela, repuso el sabio. Y ante el desconcierto del hombre, después de un oportuno silencio agregó lo siguiente: amar es una decisión a amar, es dedicación y entrega, amar es un verbo y el fruto de esta acción es el amor. El amor es un ejercicio de jardinería, arranque lo que hace daño, prepare el terreno, siempre sea paciente, riegue y cuide, esté preparado, porque habrá plagas, sequías o excesos de lluvia; más no por eso abandone su jardín, ame a su pareja, es decir, acéptela, valórela, respétela, dele afecto y ternura, admírela y compréndala. Eso es todo.”.
Preguntas para la discusión de los grupos:
- ¿Qué experiencias probadas nos han ayudado en la construcción de ese nosotros?
- ¿Qué dificultades del día a día hemos tenido para mantener ese nosotros?
- ¿Qué experiencias personales nos han permitido palpar que nuestro amor matrimonial es un seguro para nuestros hijos?