Breve testimonio sobre el 31 de mayo.

La Mater me trajo a su Obra de Schoenstatt un año después de que el Padre Fundador diera su histórica y profética plática del 31 de Mayo en el Santuario-Cenáculo de Bellavista. Recuerdo que sobre dicha plática a la pequeña e incipiente Familia chilena, se destacaban como hechos fundantes del Movimiento Apostólico de Schoenstatt  los siguientes:
Que la Santísima Virgen había elegido al Santuario y el “terruño” de Bellavista, como “un lugar santo”. Desde “este lugar crecerán y trabajaran fecundamente hombres santos.” Además “desde aquí se impondrán grandes tareas sobre débiles hombros”.
La entrega radical a la misión emprendida por Mario Hiriart y el P, Hernán Alessandri demuestran el sentido profético de lo dicho por nuestro Padre.
Que el Fundador, (a quien conocería personalmente tres años más tarde), había entregado a nuestra pequeña y desvalida familia chilena, una gran tarea que consistía básicamente en “sanar el alma occidental del pensar mecanicista” (separatista). Se nos enseñaba que a través de nuestro amor a la Virgen en su Santuario podíamos conquistar un pensar, sentir y amar orgánico. Para realizar dicha tarea la Virgen “buscaba instrumentos humanos dóciles y de buena voluntad.”
Ella nos invitaba, con amor de Madre, a vivir nuestra Alianza de Amor con fidelidad y heroísmo, Ello nos motivaba, además, a una entrega total y confiada.Transformar el mundo en Cristo desafiaba nuestro espíritu juvenil.
Se nos decía, además, que frente a tan magna tarea no teníamos por qué angustiarnos ya que Ella desde el pequeño Santuario nos transformaría y educaría. Si queríamos ser padres de un mundo nuevo teníamos que ser fieles a la Mater y “ser niños hasta la punta de los dedos.”
Era común entre los jóvenes, repetir sin entender totalmente su significado, ya que no conocíamos la historia del Fundador y su obra, lemas  como los siguientes:
–  “Mater se trata de tu obra, “Glorifícate”
– “Ella cuidará perfectamente de nosotros y de su obra” (Los años trascurridos en el Movimiento así lo demuestran).
 –  Sólo la muerte puede separarnos de la obra de Schoenstatt y del Santuario. ¡ Mors sola.!
– En Schoenstatt vamos juntos con el otro. “Estamos el uno junto al otro para encendernos mutuamente”. “Formamos una comunidad de Cenáculo. (Providencialmente nuestro grupo tenía por Lema” Caballeros del Cenáculo”. Ello podría explicar la fidelidad a la Mater y al Santuario.)
En este día de gracias especiales, quiero también recordar que cuando conocí al Padre Fundador y asistí a sus platicas mañaneras en Junio de 1952, al despedirse de su queridos chilenos, pasando su sombrero entre los presentes repitió esas frases inolvidables y que son de gran actualidad: Capital de gracias, Capital de Gracias, Capital de Gracias…
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