¿ Inventó el padre Kentenich el Organismo de Vinculaciones?
El 31 de Mayo es uno de los cuatro hitos que definen la historia de Schoenstatt y ese día, el Padre Kentenich que venía enseñando y profundizando la pedagogía de los vínculos como la base para remediar el problema de Occidente (el mecanicismo), predica la que después sería conocida como la Plática del 31 de Mayo, donde asevera lo siguiente:
“La misión tan manifiesta de Schoenstatt para Occidente, especialmente para nuestra patria, frente al colectivismo que avanza poderosamente y que destruye todo, se encuentra frente a un muro que sólo puede ser abierto si se aleja y vence el mencionado bacilo…”
“… ¿De qué tarea se trata? Se trata de desenmascarar y sanar radicalmente el germen de la enfermedad que aqueja el alma occidental: el pensar mecanicista”.
Bajo esta orientación, el padre Kentenich analizó los acontecimientos que vivió y descubre el querer de Dios resumido en un sola idea: Dios quiere actualizar la historia de la Alianza entre Él y la humanidad a través de la persona de María y en un lugar específico: el Santuario de Schoenstatt.
Muchas veces se piensa que recién en la plática del 31 de mayo el Padre Kentenich define este aspecto medular de su pensamiento, pero se debe recordar que en el año 1914, es decir, desde los inicios de Schoenstatt, ya lo había afirmado y a modo de ejemplo, en el documento de esa época titulado “Vinculaciones Personales” dice: «Tenemos que capacitar nuevamente al hombre para sus múltiples vinculaciones, hacerlo capaz y dispuesto para una profunda vinculación interior a lugares, a cosas, a ideas. Sobretodo tenemos que hacerlo capaz de vincularse con la comunidad. Quien ignora totalmente esta tarea en la educación y en la pastoral, construye sobre arena sus planes de renovación»
En resumen, el Padre Kentenich asevera que para llegar a Dios son de importancia vital los vínculos con las personas, las ideas y las cosas, que en términos teológicos son las “causas segundas”. A esa interrelación el padre fundador la llama “el Organismo de Vinculaciones”.
Es también importante aclarar que este pensamiento del padre Kentenich está basado en la doctrina de Santo Tomás de Aquino, que dice Dios, la causa primera, actúa por medio de causas segundas, —que es todo lo creado—, y por lo tanto la originalidad de Schoenstatt radica en que el fundador presenta una pedagogía y psicología para aplicar esta doctrina a la vida concreta por medio de su causa segunda predilecta: la virgen María y en un lugar específico: el santuario de Schoenstatt.
En el mismo sentido, el padre Rafael Fernández, en uno de sus tantos documentos y charlas que ha hecho sobre el 31 de Mayo, ya en 1978 en su escrito “Charlas del 31 de Mayo, Esquema de Trabajo” dice: “Todos los esfuerzos pastorales y educativos del Padre Kentenich estuvieron dirigidos a que la fe se refleje plenamente en la vida, la plasme, la eleve. Así, por ejemplo, el axioma “María une la gracia y la naturaleza” fue uno de los motores de su espiritualidad y apostolado”.
Y esto hace más doloroso el hecho que el padre Kentenich, cuando deposita sobre el altar del Santuario de Bellavista la carta donde da respuesta al informe de la Visitación que hace críticas de fondo a su pensamiento, intuye (y quizás lo sabe con certeza) que su respuesta, a pesar que su pensamiento está profundamente basado en la teología católica, será malentendida por los obispos alemanes y que dicha respuesta le provocará grandes pesares que se traducirán a que, en 1952, sea separado de su Obra y enviado al exilio en Milwaukee donde permanecerá 14 años.
Continuando en el contexto de las causas segundas, Schoenstatt es entonces el resultado del actuar de dos causas segundas: la Virgen María por un lado y el Padre Kentenich con un grupo de jóvenes por el otro, cuya interacción, a la luz del Espíritu Santo, da como resultado una “Alianza de Amor”, sellada para toda la eternidad el 18 de octubre de 1914, en el Santuario Original, en Vallendar, Alemania.
Otro análisis interesante surge cuando se relaciona el concepto kentenijiano del Organismo de Vinculaciones con la Doctrina Social de la Iglesia. En efecto, ambas doctrinas ponen al hombre/mujer/individuo/persona — o sea a una causa segunda— como el centro del querer de Dios y también se puede afirmar que el punto más importante de la ley natural humana se puede expresar brevemente en la frase «Haz el bien y evita el mal» que es una ley natural independiente de creencias políticas o religiosas y que constituye el fundamento básico de cualquiera comunidad organizada en la que cada individuo está llamado a participar.
En consecuencia, se puede aseverar que los conflictos de todo sistema social, económico y político se originan cuando diferentes grupos e individuos de la sociedad humana —en su búsqueda por encontrar el modo ideal de organizarse— plantean alternativas disímiles y muchas veces contrapuestas, para que la actividad de vivir en dicho sistema, en solidaria colaboración entre personas —o en otras palabras entre causas segundas—, sea una actividad que permita la transformación de la naturaleza para beneficio del hombre y su entorno social.
Ahora, ¿Qué pasa cuando la sociedad humana —las causas segundas— trata de organizarse sin la intervención de la causa primera? El padre Kentenich, citando a Hettinger, ya nos da una respuesta: “El humanismo sin Dios conduce a la corrupción y llega hasta la bestialidad”.