Arte para todos – P. Enrique Grez (2015)

La película que analiza esta semana el padre Enrique José, narra la increíble historia real de Vivian Maier, una mujer que murió siendo una desconocida, pero que dejó un trabajo artístico de valor incalculable.

Finding Vivian Maier (2013) es una película de pequeños intereses. Lejos de las polémicas y la acción de la cartelera nos permite asomarnos a la irrelevante vida de una niñera que nos deparará más de una sorpresa. Se trata de un documental, pero les pido que me escuchen un segundo antes de que cierren esta ventana web… Escuchen, la verdad es que es cine más o menos sofisticado, de seguro no lo encontrarán en la cadena de cines más cercana a su casa, pero eso no lo hace menos cautivante y por momentos intrigante que muchos de los éxitos de taquilla.

Vivian Maier es una mujer como usted o como yo, uno más en el teatro del mundo. Ella poseía un alma sensible y un interés vivo por las cosas lindas y raras. Ella sacó alrededor de 100.000 fotos en la segunda mitad del siglo XX. Ella nunca fue famosa por su amplia y maravillosa obra. Hoy está en la boca de la elite artística norteamericana. Se trata de una especie de “nueva Van Gogh” ¿Ahora le dan ganas de verla?

La película nos muestra una selección notable de algunas de sus mejores obras, casi todas ellas en blanco y negro, de una composición exquisita. Pero lo mejor está en los temas. Perros, guaguas llorando, parques, vitrinas, esos son sus humildes temas. Esta es una artista callejera, inquieta, curiosa, diría incluso “metete” o “metiche”. Pero el producto que nos brinda tiene que ver con la intimidad interrumpida, da un poco de vergüenza ajena incluso. Sus placas se relacionan con la capacidad de asomarnos a lo cotidiano de esos personajes anónimos que pasan a nuestro lado. No pocas de sus obras nos abren a profundas reflexiones sobre los anhelos y esperanzas que no se llevan sólo en el alma, se visten y se encarnan físicamente. Vivian Maier fotografió el interior de los habitantes de la ciudad y eso es lo que vemos en la película.

La pregunta por la publicación de su obra acompaña la narración y me ha llevado personalmente a preguntarme ¿es un artista alguien que produce con belleza e inteligencia pero no publica? ¿No es acaso el director del documental el artista? Finalmente es él quien hace el editing (selección) y el storytelling (cuento) de la producción de Vivian Maier, y son justamente esos dos elementos los que Meyerowitz, el afamado fotógrafo neoyorquino, pone en el centro. Mi humilde conclusión es que la obra artística de Vivian Maier es tan de ella como del director del filme y organizador de las muestras de los últimos años, John Maloof.

Esta serena historia, sobre una mujer común y corriente, le da relieve a la cuestión de nuestras capacidades artísticas y qué tanto las empujamos hacia su realización. En muchos de nosotros habita un instinto sensible a la belleza y a las preguntas existenciales del hombre. Otros tantos tenemos el instinto y el deber vocacional de llevar esa intuición a una obra. Quizás muy pocos serán los que publiquen. Menos aún los que disfruten de la fama. ¿En cuál de esos pasos está la gloria?

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