03. Schoenstatt un lugar de gracias
P. Rafael Fernández
Schoenstatt un lugar de gracias.
Schoenstatt es un lugar de gracias. Los hechos han confirmado que la Providencia Divina ha escogido ese lugar como fuente de una poderosa corriente de gracias, de vida y de ideas, destinada a impulsar la renovación de la Iglesia y del mundo de nuestro tiempo. Esta es la experiencia de Schoenstatt.
En el año 1914, después de un tiempo de oración y meditación (había comenzado la primera guerra mundial y los congregantes volvían de vacaciones), el P. Kentenich, invitó a los jóvenes congregantes que él dirigía, a pedir a la Virgen que estableciera espiritualmente su trono de gracias en la capillita que había sido puesta a su disposición.
La historia de Schoenstatt ha demostrado que la Santísima Virgen se ha establecido espiritualmente allí de modo especial, y que desde allí ha manifestado, en muchas formas, su gloria. A él acuden, año tras año, miles de peregrinos. El santuario de Schoenstatt es un lugar de alianza con María y de profundo encuentro con Dios. Es un lugar donde hombres y mujeres –como fruto de ese encuentro– son, a su vez, transformados en Cristo, por mediación de María y enviados como apóstoles a dar fruto en la construcción del reino de Dios aquí en la tierra.
Nuestra convicción profunda es que el santuario de María posee una misión de gran importancia para la Iglesia y el mundo actual. Recordamos las palabras que pronunciara el P. Kentenich en 1929: «A la sombra de este santuario se ayudará –de un modo esencial– a codecidir los destinos de la Iglesia y del mundo por siglos».
María se ha establecido en el santuario de Schoenstatt para regalar en él especialmente las gracias del arraigo en Dios, de la transformación interior y de la fecundidad apostólica. Esas gracias posibilitan la realización de los tres fines de Schoenstatt.