¿PECES O PESCADOS? – Paulina Benavente y Patricio de la Fuente (Chile). CIOF 2023 – Paraguay.

En el siguiente artículo presentado en el CIOF 2023 – Paraguay se plantearon cómo prevenir las adicciones en nuestros hijos. Adicciones al alcohol y drogas; y también a las redes sociales. Es una invitación a ser realistas y a tomar medidas preventivas que tienen su sustento en la misma familia. 
    En el artículo se complementa la mirada de una esposa psicóloga y un marido abogado. 

Se nos ocurrió este nombre “peces o pescados” porque de alguna manera  tomamos en cuenta nuestro padre fundador, quien nos habla de las nuevas playas.  En este mar, estamos invitados a nadar, en esta sociedad, en este mundo en el que estamos; y nos pueden pasar dos cosas: una es que en estas dificultades nademos y nos movamos bien como pez en el agua, o, puede pasar que en las dificultades del mar nos quedemos enredados y ahí ya no seamos más peces sino que seamos pescados.En este artículo complementamos dos visiones: de Paulina que es del área de la salud o salud mental y el de Patricio, que es abogado que se enfoca más en la parte punitiva.  Al pensar en el tema, nos fijamos en una oración del Padre Kentenich: “aunque se desplome el mundo, lleno de confianza, mi único norte, será cumplir con fidelidad el querer del Padre.  A través de tinieblas y tiempos de caos, de tu mano Madre, El me guiará hacia el hogar, la Patria del Cielo”. Todos hemos experimentado dificultades en nuestros hogares, por más que queramos que sea fantástico. Al comienzo nos imaginábamos nuestra historia con pocas dificultades. Pero el golpe con la realidad es muy fuerte. Aunque seamos familia y tengamos fe, no significa para nada que vamos a estar exentos de las dificultades del mundo. Nosotros estamos llamados a vivir la santidad en el mundo y este mundo conlleva complicaciones.  Recuerdo hace muchos años atrás el padre que era asesor en la Rama de Familias en Barcelona dijo “cada familia tiene un hijo, por lo menos uno, que es un azote, que siempre van a estar más preocupado por uno de ellos”.¿Qué son las adicciones?  Para que tengamos una idea de qué vamos a hablar.Las adicciones pueden ser enfermedades físicas o mentales que crean una dependencia física y mental. A pesar que no estén todavía contenidas en los famosos manuales de psiquiatría. También existen adicciones no químicas, como es la segunda parte que vamos a ver.

En la primera parte veremos estas adicciones que son crónicas, progresivas y en ocasiones son mortales. Las vamos descubriendo a través de una cantidad de síntomas o signos que se van manifestando en las personas.

Se desarrollan a través de episodios continuos: nos vamos dando cuenta que hay situaciones en las cuales perdemos el control, también distorsionamos. Muchas veces encontramos personas que tienen problemas con el alcohol y que dicen “yo no tengo problemas con el alcohol; yo lo dejo cuando quiero”. Con el cigarrillo también “si este es un pitillo; no pasa nada; lo dejo cuando quiero”, o “todo el mundo tiene un vicio, así que tener uno no pasa nada ¿cierto?”.

Entonces van apareciendo estas distorsiones cognitivas, van acomodando la realidad.  También puede pasar con la comida, que si bien no la vamos a tratar como adicción, se tienen relaciones de dependencia hacia ella. Cuántas veces alguien se ha puesto a dieta y cuántas veces pospone indefinidamente el comienzo.

Ante estas situaciones de descontrol en ciertas conductas, a veces pasa que queremos abandonar el consumo, ya sea de sustancias o abandonar las conductas que nos hacen mal y nos sentimos incapacitados de hacerlo, que es lo que comúnmente se llama el síndrome de abstinencia. A veces lo podemos catalogar como una patología grave, como es el consumo de alcohol o droga, pero tenemos síndrome de abstinencia en muchas circunstancias. Hay conductas que si se exacerban, pueden ser complejas y que crean adherencia o adicción, que al tratar de dejarlas, nos producen angustia o malestar.

Al mantenerse en el tiempo, vemos cómo va afectando el desarrollo y se siente impotencia e incluso culpa.

Ante las adicciones van apareciendo conductas compensatorias: ”yo hago esto que está mal, pero hago muchas cosas que están bien. Entonces no soy tan malo o mala. Puedo ser un ogro en la casa pero resulta que hago mucha labor social entonces no soy tan mala”.  Estos ejemplos tienen que ver con compensar, lo cual permite seguir haciendo lo mismo.

Dividimos la presentación en dos partes, en relación a sustancias o conductas que pueden ser adictivas: las primeras son las grandes adicciones como el alcohol y las drogas; y la segunda son la excesiva conexión  a las redes sociales.

Alcohol y drogas: en el 2020 se calculaba que alrededor de 284 millones de personas entre 15 y 64 años consumieron drogas. En el 2020 la pandemia vino a hacer un paréntesis. Bajó un poco el nivel de consumo de droga porque la gente estaba encerrada y le costaba el acceso a las drogas ilícitas. El alcohol se disparó en cuanto a consumo, pero bajó el de drogas fuertes. Ahora, post pandemia, se volvió a lo que era habitualmente antes de la pandemia.  Como dato freak es que de los países en Latinoamérica, hay mayor consumo de droga en Uruguay, Chile y Argentina. Los otros países no es que estén exentos, pero esos tres países son donde más se consume.

En el tiempo de la pandemia, las personas tenían acceso a las drogas a través de los delivery. Se generaron los ‘delivery de droga’, porque podían confundir a la policía y estos personajes  entregaban la droga a domicilio.

La droga más utilizada es la cannabis, la marihuana, que al menos en Chile ha traído un problema de gran magnitud, aparejado a la percepción de riesgo baja. En muchos países ya no se considera una droga ilícita, con un consumo acotado (consumo personal, producida en la casa). Hay tiendas en muchos lugares, para que tú compres la semilla y la cultives por tus propios medios.

Ayer cerca del Palacio de Gobierno en Asunción, vimos avisos que decían que el cannabis es bueno, incluso cura el cáncer. Con esas imágenes que llegan al subconsciente de las personas, le  van diciendo “Oye, si esto no es tan malo; incluso no es tan dañino como el cigarrillo”.  Cuidado con eso, porque en la percepción del riesgo bajo, lo que va haciendo es que te van convenciendo sistemáticamente que esto es bueno.

De hecho, los jóvenes en las últimas encuestas, suelen decir que fumar marihuana no es tan malo, porque hace menos daño del que hace el cigarrillo. Reitero que en la mayor parte de los países, ya se están aprobando leyes para el consumo regular de la cannabis.

Y como dato anecdótico, hace una semana, los holandeses están revisando que la política que hicieron –consumo libre en determinados lugares de Holanda– no había servido de nada porque había generado más problemas que beneficios. Entonces, ellos están empezando a venir de vuelta.

Existen una serie de factores de riesgo, es decir que hay cosas que nosotros podemos “oler” en nuestras dinámicas familiares o ambientales, que nos pueden decir que nuestros hijos o nosotros mismos estamos en un espacio donde se puede llegar a consumir drogas.

La primera, es las relaciones familiares inadecuadas o conflictos crónicos. Cuando hay vulnerabilidad en una familia, –y no me refiero solo a la vulnerabilidad psicosocial–. Me refiero a la vulnerabilidad en cuanto a la relación, a la dinámica que se da en familias donde no se conversa; donde la comida se sacó del comedor y se trasladó a las habitaciones; donde se come con la televisión y ya no existe el diálogo. Todas esas situaciones son de riesgo para el consumo de drogas.

La segunda: la disciplina en la familia o mantener normas y límites en forma constante.  Esas discusiones que se producen en la pareja, en la cual uno dice algo y el otro lo contradice. Los niños son manipuladores, son capaces de poder manipular esto a su favor.  Y a nosotros nos pasó la semana pasada que una de nuestras niñas fue donde el papá a pedir permiso y como el papá le dijo que no fue donde mí, que estaba en otra parte de la casa a preguntarme lo mismo, y yo le dije que sí. Entonces ella va donde el papá y le dice “Ah mi mamá me dijo que sí”.  Eso al final es lo que se traduce en normas disciplinares inconsistentes. Qué importante es ponernos de acuerdo, qué importante conversar entre nosotros y ponernos de acuerdo hasta qué hora le damos permiso, a dónde le damos permiso;  qué cosas están permitidas en esta casa y qué cosas no están permitidas.  Recuerdo cuando uno de los más grandes por primera vez se puso de novio, llegó con la chica a la casa por primera vez. Yo había conversado con él, que en nuestra casa no hay pololeo en los dormitorios.  Para ella no era normal y cotidiano en su casa y ya lo habíamos conversado antes. Esto creó una tensión porque nuestro hijo nos dijo “¿ustedes no confían en mí? ¿es que ustedes no confían en la educación que me han dado?”. Le respondimos que sí confiamos en la educación que le hemos dado, pero somos del mundo y sabemos que un auto en bajada es difícil parar; entonces vamos a ayudarte a los dos a que tengan una relación de pololeo sana y no van a pololear en el dormitorio solos.

Falta de supervisión en la conducta de los hijos también es un factor de riesgo siempre, siempre. No hay edad para no saber en qué están nuestros hijos. Siempre es bueno estar mirando y saber qué están haciendo. Incluso qué ven en la televisión.  Nosotros nos sentábamos a mirar con ellos. Muchas veces son inconsistentes, porque por ejemplo critican dictaduras porque se imponen por la fuerza, pero escuchan reggaetón que utiliza un lenguaje muy violento y a veces hiper sexualizado.

Un tema que tenemos que dialogar como matrimonio y como familia, es qué cosas valen la pena, de verdad, para esforzarte hasta el final. Cuáles son las peleas que vamos a dar. Lo intransable tiene  que ver con el amor y la conducta moral. Si mi hijo quiere usar el pelo más largo o más corto, no es una pelea en la que me voy a desgastar.  Tampoco si el pantalón tiene un hoyo más grande aunque no me guste o no lo entienda. Hay cosas que son más fundamentales.

Otra experiencia fue con el corte de pelo de uno de los hijos hombres: quería este corte de futbolista, rapado por acá, con unas líneas. El peluquero rehusó hacerle ese corte porque conocía a la mamá. Resultado: cambiaron de peluquero.

Otro factor de riesgo es el maltrato emocional y negligente. ¿Cuántas veces en el trato con nuestros hijos ocupamos poco la caridad?, ¿cuántas veces totalizamos las circunstancias? Si le fue mal en algo lo tildamos de “flojo”, cuando el comentario debiera ser que todos caemos, en esto te puedes esforzar. Pero no plantear un panorama total de lo que sucede.

En ese discurso yo peco harto,  hablo y después digo “me equivoqué” y generalmente dices cosas inapropiadas.

También como un factor, está el aislamiento familiar y la falta de red social. Qué importante es la comunidad, qué importantes participar comunitariamente, qué importante son nuestros grupos de vida. No solo es reunirnos, sino que también tener esa solidaridad de rezar constantemente unos por otros. Debilidad en vínculos afectivos entre padre e hijo y la pobreza en la comunicación.

Los factores protectores son los que ayudan, los que cuidan. Tener esa relación positiva en la familia.  Un vínculo afectivo potente se hace en lo cotidiano. Yo me imagino que a ustedes les pasará, sobre todo los papás que trabajan fuera de la casa: a veces sentimos o creemos que lo importante es la calidad más que la cantidad. Lamento decirles que desde la perspectiva de la psicología se requiere cantidad y calidad. Porque por muy cálida que sea la relación, si yo no estoy presente, la verdad es que los vínculos no se compenetran ni se asientan. Entonces, es importante que el vínculo afectivo sea potente, que haya una conexión real con lo que sienten, con lo que piensan, y para eso los papás también tenemos que hacer un ejercicio que a veces nos falta y es el aprender a no escandalizarnos por las cosas que nos cuentan nuestros hijos. Porque cuando nuestra reacción es de escándalo, cerramos la puerta y ahí es cuando más necesitan que estemos.

También es un factor protector un ejercicio razonable de la autoridad. No ser autoritario y con estilos adecuados de comunicación.

Yo quiero decir algo de la autoridad: de pronto decimos “claro no hay que ser autoritario”, hay que tener autoridad pero en una casa, en una relación familiar, siempre hay alguien que tiene que decidir, alguien que tiene que tomar la última decisión y creemos que es una vocación, el ser familia, y estamos aquí porque Dios pensó algo para nosotros. No podemos desligarnos de la autoridad que ejercemos. Muchas veces los papás tenemos que decir no. Y ese “no” viene acompañado a veces de una pataleta o de un reclamo.

Yo recuerdo hace unos años un hijo de los nuestros que empezó a pololear, llega a la casa y nos avisa que la niña lo invitó a la playa por el fin de semana. Nos estaba informando y no pidiendo permiso. Entonces le informamos que no iba a ir, que podía ir sólo por el día. Por supuesto no estuvo de acuerdo, se enfureció y se amurró y lo pasó mal.  También nos podemos equivocar y en ese caso, cuando nos equivocamos, también tenemos que aprender a pedir perdón, porque es algo importante en el ámbito familiar.

¿Qué signos nos van señalando que nuestros hijos pueden estar consumiendo drogas? ¿O estar atrapados por la droga, por el alcohol o por los cigarrillos? Pronunciación lenta y mala, ojos rojos, la marcha lenta, aumento del apetito o inapetencia, movimientos oculares rápido.  También el mal olor, en el caso de la droga, es muy pasoso;  el hablar rápido también y de manera explosiva.

Adicción a redes sociales.  No está contenido en los manuales de psiquiatría, pero en las últimas investigaciones en general, se ha visto que desarrollamos conductas de adherencia a permanecer conectados (internet y redes sociales); y que cuando tratamos de eliminar esa conducta, psicológicamente se produce o se vive igual que un síndrome de abstinencia.

El 85% de la población tiene acceso a internet. Los niños y jóvenes en la actualidad son nativos digitales. Quiere decir que no pasaron por ese tiempo que algunos de nosotros pasamos. En nuestra juventud no teníamos celular, no teníamos el móvil y nuestros teléfonos eran el típico de la casa. Hablabas y los otros escuchaban lo que tú estabas hablando, y los papás nos pedían que cortáramos de hablar (porque llevábamos 20 minutos hablando). Ahora el 90% de la población tiene teléfono, con los Smartphone o teléfonos inteligentes vemos niños de siete u ocho años con teléfonos inteligentes. Las redes sociales se han convertido en una forma de comunicación entre jóvenes y no tan jóvenes.

Cuántas veces en vez de llamar a alguien para decirle feliz cumpleaños, solamente ponemos “Feliz cumpleaños”, un emoticón. Ahora ni siquiera es necesario decir algo, pones un emoticón. En vez de decir “te quiero”, pones un corazón. Hay emoticones geniales pero también nos cuestiona cómo está nuestra habilidad comunicativa. Estos jóvenes, los de la época de la pandemia, muchos de ellos no saben ponerle nombre a las emociones que están viviendo, pero sí un emoticón.

También puede servir positivamente. Cuando como familia vamos a rezar en la noche, la mamá les manda un WhatsApp y los niños llegan a la oración de la noche.  Por el WhatsApp familiar, ahora llamamos a reunirnos en el santuario hogar y llegan a rezar.

Otro aspecto negativo del uso excesivo de internet, es que puede aumentar la agresividad y puede aumentar también las conductas de riesgo en los jóvenes. ¿Cuántos Challenger o desafíos están de moda y nosotros los papás no nos enteramos?  Muchos de estos desafíos que uno supone que el hijo no va a hacer, se corre el riesgo que sí lo haga. Por ejemplo hay un desafío de “apretarse o agarrarse el cuello y ahorcarse hasta desmayarse” y resulta que en los colegios de nuestros hijos sí se hace.

Por eso es relevante lo que hablábamos minutos atrás respecto a la comunicación: estar atento a qué está pasando, ver la televisión con ellos, también observar y registrar sus redes sociales (en algún minuto casi en el límite de romper con la intimidad). Muchas veces los niños sufren amenazas, bullying o ciber bullying a través de las redes sociales. En los colegios se observan muchos casos de este tipo, y algunos terminan muy mal.

Estos riesgos con nuestros niños también se dan entre nosotros los adultos. ¿Cuántos de nosotros dormimos con el teléfono al lado en el velador? ¿a cuántos nos pasa que estamos en la cama y estamos con el celular? ¿cuántos de nosotros vamos a Misa y suena un celular? En Chile al menos hay gente que lo contesta.

El 44% duerme habitualmente con el teléfono al lado de la cama. Hay muchas razones para justificarlo:  si me llaman por algo grave tengo que tener el teléfono al lado. Como si hace 20 años atrás, cuando no había móviles, no pudiera pasar nada grave. En realidad es una necesidad o nos hemos creado esta necesidad. ¿Cuántos de nuestros hijos se van a acostar y siguen con la pantalla hasta altas horas de la noche? ¿Cuántos de nosotros hemos visto el celular reiteradamente durante esta mañana o en este mismo momento quizás?

No por nada, pero el teléfono en este minuto es la presentación o la imagen de la persona. Hemos creado una dependencia en torno al teléfono. Antaño importaba lo que tenías; ahora eres lo que compartes. Los jóvenes tienen esa sensación: van a algún lado y foto entrando al cine; están comiendo foto al plato. Se ha transformado en un exceso de exposición pública, especialmente los jóvenes. Nosotros los adultos también hemos perdido la conciencia de lo privado y de lo público. Qué cosas son de nuestra intimidad y qué cosas son públicas.

Estamos muy expuestos.  Hay nombres que han aparecido como “nomofobia”  que tiene que ver con esta incapacidad de desconectarme, incapacidad de cortar un día el teléfono.

Otro fenómeno es el “Narcisismo Digital” sobre todo los jóvenes: “me dieron 20 likes por lo que subí”, “mira que soy importante”, no sé cuánto ha gustado la foto que subí. Lo otro especial es “dejar en visto”: como si fuera lo más grave que alguien lo deje “en visto”. Dejar en visto y que no contesten nada.

Síndrome de Google: todo lo googleamos. Hemos ido perdiendo la memoria o la capacidad para pensar. Todo lo buscamos en google.  Similar es la cibercondría: enfermedades que buscamos en internet. Basta que vayas al médico y te diga un nombre raro, llegas a buscarlo a google. Lo primero que te dice el médico es no busque en internet porque cuando tú buscas salen puras desgracias O sea si a ti te duele la cabeza, te dice que lo más probable es que tengas un tumor alojado en la cabeza.  Tanto google como Wikipedia y muchos sitios aparentemente científicos, los utilizamos como si fueran la verdad absoluta.
Síndrome de la llamada: cuando andamos con el teléfono a la mano; estamos siempre atentos y esperando un mensaje; esperando la llegada inminente de un nuevo mensaje o estamos expectantes que el teléfono ya va a vibrar con un mensaje.
También nos pasa que mucha gente no entiende que si tú tienes teléfono, no respondas en todas las ocasiones que te llaman, o no respondas bajo cualquier circunstancia el teléfono.  Muchas personas hacen todas las cosas con el teléfono colgado y a mano. Independiente de lo que haga, hay gente que lleva o anda con el teléfono, siempre. Incluso si sales a trotar, puedes guardar el teléfono en bolsitos que están pensados para que tú lleves el teléfono.
Ortorexia Digital: cuando puedes escribir una palabra con una contracción de letras, que no necesariamente se entienden como esa palabra.   Los niños  y jóvenes tienen un vocabulario o una forma de escribir distinta a la tradicional. Se ven puras letras grandes y no se entiende nada. Por ejemplo “bacán” lo pueden escribir con “BK”. Y entre ellos se entienden.

Y además,  todo cuantificado con estos relojitos que contabilizan cuántos pasos dimos, cómo está mi corazón.  Ya dejamos atrás el teléfono inteligente y ahora para estar más conectados, tenemos un reloj inteligente que nos avisa que nos están llamando, en todo momento;  es como si todos trabajáramos en el Fondo Monetario Internacional y el mundo tuviera un problema económico si no resolvemos de inmediato el problema. En verdad estamos hiper conectados.
El insomnio tecnológico, que es esta incapacidad que tenemos para cortar. Incluso en la noche se despierta y en vez de intentar conciliar el sueño, lo que hace es mirar el celular y obviamente que si miro el celular en la noche, el insomnio se acentúa; y no es que la persona  se canse por estar con la pantalla. Va a cansarse la vista pero vas a quedar sobre estimulado y no vas a poder conciliar el sueño.
Criterios para definir el uso problemático.  Cuando ando preocupado y mi estado de ánimo cambia según el resultado de una publicación;  estar feliz según me den más ‘like’; estar feliz dependiendo que la gente lea mi Instagram y estoy orgullosa porque tengo muchos seguidores. Nos sorprendió que uno de los hijos tiene muchos seguidores pero no conocía a casi nadie de los seguidores.
Síntoma de abstinencia: se refiere al estar  irritable o ansioso porque no estoy con mis redes sociales y a pesar de que me proponga dejarlas, vuelvo a reincidir. Por experiencia personal, les cuento que dejé Twitter,  pero Twitter te manda mensajes para que te reconectes, y en mi caso, envía mensajes a los dos correos que tengo y cuesta dejarlo.
En nuestro país, en Chile, grandes peleas políticas y sociales se llevan a cabo a través de comentarios en Twitter.  A Twitter y redes sociales no le podemos añadir entonación ni información accesoria, lo que hace que la comunicación al final dependa de quien la lee. Un mismo mensaje que diga “Uy qué bonito este país” se puede leer como una afirmación positiva, o según los contextos podría ser una burla. En los grupos de whatsapp de los cursos, comparten información que puede ser desde “vendo una aspiradora” hasta “el profesor de matemática no preguntó lo que había dicho” y se crea un tremendo conflicto entre los papás. Si nosotros los papás no sabemos manejar el WhatsApp, imagínense los niños.
Por eso es clave el diálogo con los hijos junto con el diálogo matrimonial. En las playas hay señaléticas que avisan si el mar está tranquilo, o está algo riesgoso o altamente riesgoso.  De la misma manera nosotros tenemos que pensar cuáles son las señaléticas que tenemos o convendría tener en esta problemática de las adicciones. De todo tipo de las cuales hemos hablado.
La otra gran pregunta es ¿Qué acciones o conductas podemos desarrollar en nuestras familias, a fin de sean dinámicas sanas las que vivimos en ellas?

Muchas gracias.

Otras Publicaciones