Desde Costa Rica, Adrian Lachner reflexiona sobre la experiencia de ser schoenstattiano en esas tierras. «Hemos visto la Iglesia del futuro», dice. A lo que agrega que «Schoenstatt en nuestra región ha derivado de un pequeño riachuelo de aguas cristalinas».  Pinchar en la imagen o en «Leer Más» para continuar con la lectura.

En algunos momentos de la vida nos encontramos con un regalo que queremos compartir, puede ser en mayor o menor medida algo insignificante para todos los demás. Como cuando encontramos un nuevo restaurante cerca del barrio, que se come muy bien, el ambiente es maravilloso, y cuando llega la cuenta, fue la mitad de lo que usualmente pagamos..   Queremos YA buscar una oportunidad para invitar a la familia y amigos de vuelta a regresar a este lugar, otros no entenderán nuestra aparente vana emoción.

Todos gustamos de esos momentos de plenitud, el lugar correcto, las personas y relaciones humanas correctas, una actividad que humanamente nos conecta como grupo, como comunidad o familia, y un espíritu que como lo mencionó hace poco un amigo.. asemeja una «borrachera sobrios».

Desde un punto de vista muy práctico, con experiencias personales como única bibliografía de apoyo, queremos reportar que hemos visto la «Iglesia del Futuro».

Schöenstatt en nuestra región, ha derivado de un pequeño riachuelo de aguas cristalinas. Podríamos hasta ponernos un poco más poéticos y decir, «surcando en un vaivén armonioso por verdes praderas.».. pero a la realidad, un simple flujo de vida, unos cuantos dentro de un grupo de personas que tomaron muy en serio el proceso de fundación de Schöenstatt en una región.

La dinámica de los números y la vida nos ha sorprendido positivamente. Una realidad. Hemos sido hijos de hermanos mayores que nos visitan periódicamente, nos forman y acompañan, pero no nos miman, posiblemente similar a lo que harían los primeros apóstoles de Jesus, al visitar ciudades distantes fundando la iglesia.

En Alianza con nuestra Madre María, ha surgido una cadena de Santuarios. En esta ocasión, todavía no existe un Santuario Filial, solo «Santuarios» en muchos hogares y en algunos corazones, De ahí ha nacido un torrente de vida hacia el cielo, hacia la familia y hacia afuera, con conciencia de misión, conciencia de comunidad, interés por formarnos, nosotros mismos y unos a otros.

Cuando hablamos en la sociedad y nos preguntan de dónde vienen, en más de una ocasión orgullosamente hemos dicho a viva voz: «De la Iglesia del Futuro».

Una Iglesia donde bajo la protección de María, nos hemos dejado educar, donde hemos crecido en convicciones, donde hemos decidido una y mil veces. Pero, más importante, hemos actuado sobre nuestras decisiones, donde todo se ha hecho con amor, para el amor y con el amor, donde la aparentemente rígida estructura y escasez de medios no han podido contener los torrentes desbordantes que han seguido su camino.

Hoy le contestamos al Padre: SI, conocemos esa maravillosa tierra