Evangelio según Mateo 9, 9-13

Viernes de la semana decimotercera del tiempo ordinario

 

En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió. Y estando en la casa, sentado a la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: «¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?». Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa “Misericordia quiero y no sacrificio”: que no he venido a llamar a justos sino a pecadores».

 

Meditación de Alejandra Castelblanco Moreira

 

Él se levantó…

 

Jesús parece decirnos: es fácil caer en la tentación de quedarse “sentado”. Tienes una vida con una rutina conocida, sabes qué hacer para cada momento del día. Hoy te invito a seguirme, ¿estás dispuesto a levantarte de tu silla? Es tu decisión, yo solo te invito y lo haré día a día porque quiero que dejes esa silla, que veas, que camines, y te alegres por lo que tienes y decidas dar el salto que borra la apatía, la desesperanza y transforma la vida desde el corazón. ¡¡¡ Ojalá quieras levantarte!!!

 

Esa decisión no es fácil, dejar la “silla” me incomoda, me hace pensar que tengo que moverme, actuar distinto y eso cuesta. Estoy de vacaciones y eso me ayuda a actuar diferente a hacer cosas que no puedo cuando estoy trabajando. Creo que vivir atento a la voz de Dios es la verdadera invitación. Esto tiene algo de aventura, de no saber qué quiere el Padre que haga, sin importar qué haya planificado yo. Obedecer ese llamado es gratificante, es sentir que eso que Dios me pide, seguro es lo mejor para mí.

 

Querido Señor: Hoy me invitas a levantarme a no dejarme llevar por la apatía o los comentarios pesimistas. Quieres que sea activa, que no me acomode y eso me reconforta y me hace sentir valorada y querida por Ti. Gracias por invitarme a seguirte y por insistir en la invitación día a día. Hazme responder con prontitud tal como lo hizo María, que sin dudarlo dio su sí. Gracias por todo lo que me das: un marido cariñoso, hijos sanos, un papá tan especial, amigos fieles…. Ellos hacen que sea más fácil levantarse día a día. AMÉN.