Evangelio según Marcos 4, 26-34

Viernes de la tercera semana del tiempo ordinario

San Juan Bosco

 

También decía: «El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega». Decía también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra». Y les anunciaba la Palabra con muchas parábolas como estas, según podían entenderle; no les hablaba sin parábolas; pero a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado.

 

 

Meditación de Alejandra Castelblanco Moreira

 

En la medida en que ellos podían comprender

 

Jesús parece decirnos: No todos comprenden con la sola palabra, los niños aprenden del ejemplo, los jóvenes con la experiencia de vivir las distintas situaciones, los adultos, de los demás y de la vida misma. También depende del nivel educacional y de las circunstancias de vida, para acoger mejor el mensaje. La invitación de hoy es a llenarse de recursos para dar a conocer la Buena Nueva. No se queden en las meras palabras, estudien, prepárense, pero sobre todo vivan la fe para convencer a otros con el testimonio de vida.

 

Como padres nos toca enseñar a nuestros hijos. En el plano religioso también. En este sentido, creo que es muy necesario llenarse de recursos para ser creativos y motivadores para que los niños y jóvenes, acojan la palabra, pero fundamentalmente transparentar una coherencia de vida entre lo que se cree y se vive. Esto convence, los niños y jóvenes de hoy nos necesitan y creo que es importante sentir esa responsabilidad para que nuestra Iglesia no muera para que sigamos contagiando del impulso de vida que da Jesús a las siguientes generaciones y hacerlo con convicción y transparencia.

 

Querido Señor: gracias por tu testimonio de vida, gracias por venir al mundo y mostrar cómo se debe vivir para alcanzar la felicidad. Haz que sepa vivir de ese ejemplo, que no me canse en las horas difíciles, que sepa mirar más allá de lo terrenal. Que el Espíritu Santo me guíe cada vez que me toque explicar o tratar de dar sentido a cuestiones de la Iglesia. Que ponga palabras sabias y convincentes en mis labios. Quiero ser un transparente tuyo, que tu Madre me ayude y me eduque para contagiar a los que pones en mi camino de lo maravilloso que es el Reino de los Cielos. AMÉN