Evangelio según Lucas 21, 29-33

Trigesimocuarto viernes del Tiempo Ordinario

 

Jesús, hablando a sus discípulos acerca de su venida, les hizo esta comparación: Miren lo que sucede con la higuera o con cualquier otro árbol. Cuando comienza a echar brotes, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano. Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca. Les aseguro que no pasará esta generación hasta que se cumpla todo esto. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

 

Meditación de Alejandra Castelblanco Moreira

 

“Cuando comienza a echar brotes”

 

Jesús parece decirnos: la vida está llena de señales, de signos que los ayudan a prevenir y vivir más tranquilos. La invitación es a afinar el oído, a agudizar el ojo, a ablandar el corazón, para descubrir las señales que el Padre les envía y así descubrir el Reino de los cielos. Los brotes que echa el árbol, hay que aprender a observarlos: darse cuenta de la tristeza de alguien, de la soledad de otro, de la mirada de auxilio de un tercero, de la alegría de algún logro, de los desafíos de los tiempos. Dios habla claro día a día, escúchenlo.

 

Esto es lo mismo que la fe práctica en la Divina Providencia. La verdad es que es muy útil, es como evidente y difícil a la vez. En algunas ocasiones resulta fácil: ver cuando alguien es estudioso, disciplinado, uno dice “le va bien” “es buen alumno”. Sin embargo, cuesta verlo en uno mismo. Cuando hago muchas cosas al mismo tiempo, no duermo bien, no me alimento bien, ando cansada, irritable y aunque los demás me lo dicen, me cuesta cambiar y tomar otra actitud. La clave creo yo, para que no se me pase mirar los “brotes”, es la meditación de la vida, detenerse, mirar y tomar medidas acerca de cómo uno está viviendo.

 

Querido Señor: quieres que esté atenta, quieres que me prepare para lo que venga a futuro, quieres que reflexione acerca de lo que vivo…Así sin más, es difícil hacerlo por eso te agradezco este camino pedagógico que quieres que asuma y que me invitas a conquistar. Gracias por ser tan concreto, tan didáctico y cercano. Gracias por las señales que pones frente a mis ojos y que preparas con cariño y que yo no siempre estoy abierta a recibirlas. Gracias por tu cercanía de pastor y maestro y por dejarnos a tu Madre que fue una gran lectora de las señales para la construcción del Reino. AMÉN