S Vicente de Paúl, presbítero
Evangelio según san Lucas 9, 18-22
Viernes de la semana vigesimoquinta del tiempo ordinario
Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con Él, les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy Yo?” Ellos le respondieron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado”. “Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy Yo?” Pedro, tomando la palabra, respondió: “Tú eres el Mesías de Dios”. Y Él les ordenó terminantemente que no lo anunciaran a nadie, diciéndoles: “El Hijo del hombre debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día”.
Meditación de Alejandra Castelblanco Moreira
“Un día…”
Jesús parece decirnos: todos los días son propicios para la oración. Es más, cada día necesita de una verdadera oración para convertirse en un día especial. Hoy los invito a eso, a tomar este día que es un día cualquiera, y dedicarle una oración. ¿Cómo hacerlo?, lo primero que te recomiendo es que te apartes por un momento. Busca un lugar tranquilo donde sea difícil que te interrumpan, al menos por un momento. Lo otro que te aconsejo es que le cuentes al Padre cómo ha sido este día, que es un día como cualquier otro. Ya verás que este “Un día” se transforma en uno en que lo viviremos juntos.
Qué difícil es educar la voluntad. Algo tan simple como apartarse un momento y dedicar una conversación con el Padre para contarle las cosas sencillas y difíciles que tiene el día, no lo hago con regularidad y me cuesta iniciar la conversación. Ese tipo de oración debiera resultarme más fácil porque es más natural y uno lo hace con las personas que conoce. Sin embargo, recurro más a las oraciones típicas. Es como cuando un hijo me regala algo hecho por él: una cartita, un dibujo, alguna manualidad…me gusta mucho más que un regalo comprado. Hoy voy a hacer de este día uno que sea único.
Querido Señor: hoy me pides que converse más espontáneamente contigo, que sea más natural y que saque a la luz lo que tengo en mi corazón, tal como Tú lo hacías con el Padre. Cada día es una oportunidad para hacerlo, permite que eduque mi voluntad y pueda hacerlo de a poco. Con pequeñas frases hasta que logre un diálogo más fluido. Condúceme al Santuario, lugar privilegiado para tener oraciones espontáneas, ahí está tu madre que sabe hacerlo y me educa en este camino. Gracias Padre por invitarme a convertir lo sobrenatural en momentos naturales contigo. AMÉN