Evangelio según Marcos 3, 13 – 19
Segundo viernes del tiempo ordinario
San Francisco de Sales
Jesús subió a la montaña y llamó a su lado a los que quiso. Ellos fueron hacia él, y Jesús instituyó a doce, a los que les dio el nombre de Apóstoles, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con el poder de expulsar a los demonios. Así instituyó a los Doce: Simón, al que puso el sobrenombre de Pedro; Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan, hermano de Santiago, a los que dio el nombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno; luego, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.
Meditación de Alejandra Castelblanco Moreira
“Llamó a su lado a los que quiso”
Jesús parece decirnos: yo hoy quiero llamarte a ti. Igual que en este pasaje, yo quise llamar a cada apóstol por su nombre y cada uno recibió su misión. Cada uno de ustedes ha querido ser parte de la Iglesia porque yo los llamé, los quiero a mi lado y juntos iremos construyendo el Reino de mi Padre. Esa es tu misión, eres mi apóstol, no te desalientes ni decaigas quiero que seas mi amigo porque te elijo y te llamo por tu nombre. No te separes de mi lado, es el lugar más seguro, conmigo, todo lo difícil se pasa acompañado, es el mejor lugar. Yo te llamé solo debes venir, te espero siempre para que vengas a mi lado.
Muchas veces siento muy tangible el llamado y otras no escucho su voz aunque me esté gritando, me hago la sorda y me quedo pegada en cosas tontas, en rabias o enojos tontos que me confunden y me alejan de ese llamado esperanzador y seguro al lado de Jesús. Creo que estar con los oídos limpios para escuchar mi nombre se puede referir a estar confesada, limpia de corazón para no caer en la melancolía o en pensamientos tristes que esconden la llamada. Me cuesta más en vacaciones encontrar el lugar para hacerlo, pero me lo pondré como propósito.
Querido Señor: gracias por llamarme a tu lado, qué mejor lugar que estar cerca de Ti para estar en paz, cobijada, segura, alegre y dispuesta para construir juntos el Reino de Dios. Gracias por llamarme una y otra vez, sin cansarte. Ayúdame a disponer el corazón, a limpiarlo y así dejar mis oídos listos para escuchar tu llamado y correr a refugiarme a tu lado. Ayúdame a cumplir mi propósito de poder confesarme y así tener más limpio el corazón para tu llamado. Permite Señor que este tiempo de vacaciones sea descansado y fructífero para seguir con más energía tu camino. AMÉN