Santa Cecilia, virgen y mártir

Evangelio según Lucas 19, 45-48

Trigesimotercer viernes del Tiempo Ordinario

 

Entrando en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían, diciéndoles: «Está escrito: Mi casa será casa de oración. ¡Pero vosotros la habéis hecho una cueva de bandidos!» Enseñaba todos los días en el Templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y también los notables del pueblo buscaban matarle, pero no encontraban qué podrían hacer, porque todo el pueblo le oía pendiente de sus labios.

 

Meditación de Alejandra Castelblanco Moreira

 

… pendiente de sus palabras

 

Jesús parece decirnos: El pueblo estaba pendiente de mis palabras, supo enfocarse en lo importante, no perdió la oportunidad de escuchar. A eso los llamo Yo, a que acudan al Espíritu Santo, que con sus dones sabrá conducirlos a la sabiduría de vivir, para entender las palabras del Padre y acoger sus consejos. Tener fortaleza en las dificultades, y con su don de ciencia ver con lucidez sobrehumana las cosas del mundo. Rezar piadosamente día a día reconociendo humildemente la infinita grandeza de Dios por su don de Temor de Dios. No se pierdan, sigan este consejo

 

Día a día rezo al Espíritu Santo. Me ayuda, me sitúa, me organiza, me ayuda a aprovechar mejor el día. De sus dones el que más pido es el de la Sabiduría, me falta mucha: cuando no sé qué contestar a un hijo que me enfrenta, cuando estoy en una discusión sobre la Iglesia, cuando hay discordia dentro de la familia, cuando hay que elegir entre dos o más alternativas. Situaciones complejas y simples, todos los días se nos presentan en mayor o menor grado. Cuando invoco al Espíritu Santo, siento alivio, la decisión que tomo es con Él y eso me tranquiliza. Ojalá no pierda nunca la costumbre de invocarlo

 

Querido Señor: ¡¡¡ Qué grande eres!!! Estás siempre a través del Espíritu Santo. Me mueves a lo correcto como al pueblo de esta lectura que estaba pendiente de tus palabras. Quiero esa tranquilidad, quiero invocarte a diario para no equivocar el camino, para saber qué hacer, qué pensar, cómo rezar, cómo actuar…en fin todo, porque estás en todo, no importa si es grande o pequeño, te ocupas de todo porque eres omnipotente y eso me hace alabarte y agradecerte. Gracias por tu infinita paciencia conmigo, por tu compañía incondicional, tu cercanía constante tu Amor misericordioso de Padre.  AMÉN