Evangelio según San Juan 10, 31-42
Quinto viernes de Cuaresma
En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús. Él les replicó: «Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?». Los judíos le contestaron: «No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios». Jesús les replicó: «¿No está escrito en vuestra ley: «Yo os digo: sois dioses»? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios, y no puede fallar la Escritura, a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros: «¡Blasfemas!» Porque he dicho: «Soy Hijo de Dios»? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre». Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: «Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de este era verdad». Y muchos creyeron en él allí.
Meditación de Alejandra Castelblanco de Prieto
«Crean en las obras»
Jesús parece decirnos: yo vine al mundo no solo a mostrar quién soy, no solo a dar a conocer al Padre a través de las parábolas. Mi credibilidad está en mis obras. Yo vine al mundo a mostrar el obrar amoroso del Padre; a transparentar su acogida que es puro Amor. El amor implica obras. En todas las relaciones, se demuestra el amor con obras: los esposos, lo hacen renunciando al propio yo por amor al otro, los padres a los hijos se lo demuestran en el sacrificio diario de una educación cariñosa y firme… y así en todas las vinculaciones con otros, se va mostrando ese amor. ¿cómo y a quién, quieres demostrarlo tú?
Cuando uno pasa por momentos difíciles, cuesta estar de buen ánimo o de mostrarse positivo. Sin embargo, es en esos momentos, en que se les da la oportunidad a otros de ser cariñosos con uno se abre una nueva puerta. Así como es reconfortante el dar, el recibir también supone humildad y entrega.
Creo que es muy importante reconocer cuando es momento de dar y cuando es momento de recibir. Me costó ponerme un propósito para la cuaresma y cuando decidí que Dios lo hiciera por mí, descubrí que hay días en que me ha tocado dar y otros recibir y que entregarme ha sido muy valioso y tranquilizador.
Querido Señor: Te agradezco que me hagas ver mi corazón para disponerlo a dar y a recibir con humildad. Esta cuaresma, que está pronta a terminar, hazme valorar la entrega confiada en tus manos, ya que solo Tú puedes hacerme obrar según el querer del Padre. Hazme siempre reconocer tu amor cariñoso y que yo pueda devolver con obras ese amor. Hazme compasiva y cariñosa con los demás, no solo con los que me aman sino también con aquellos que no son mis amigos o que me cuestan más.
AMÉN