San Luis Gonzaga
Evangelio según San Mateo 6, 19-23

Viernes de la semana undécima del tiempo ordinario

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No atesoréis para vosotros tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen y donde los ladrones abren boquetes y los roban. Haceos tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que los roen, ni ladrones que abren boquetes y roban. Porque donde está tu tesoro, allí estará tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; pero si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Si, pues, la luz que hay en ti está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!».

Meditación de Alejandra Castelblanco Moreira

“No acumulen tesoros en la tierra”

Jesús parece decirnos: es fácil que el hombre se deslumbre ante los tesoros de la tierra: el dinero, la comodidad, el lujo… esto corrompe al hombre porque lo hace pensar en sí mismo, en tener, más que en ser y lo transforma en una máquina productora que solo piensa en tener y mostrar a los demás sus cosas y no su ser. La invitación que quiero hacerles hoy es a tener tesoros, pero tesoros en el cielo. Y cómo lograr esto: “comprando” bondad, saliendo de sí mismos, y constatar la paradoja, que mientras más se da, más se recibe.

Pienso en qué tesoros tengo en la tierra y me doy cuenta de que tengo muchas cosas: una casa, un auto, comodidades…Me costaría mucho enumerarlas. Pienso en los tesoros del cielo y tengo hartos también: mis papás, mi matrimonio, mis hijos, mi fe, mi vocación de profesora, mi Ideal Personal, el Santuario Hogar…tanto que agradecer. Hoy quiero proponerme agradecer y alabar a Dios, todos los días por algo diferente para reconocer la abundancia de tesoros que tengo.

Querido Señor: gracias por todos los tesoros que me regalas, porque te preocupas que no me falte nada y pueda ocuparme de acumular tesoros en el cielo. Gracias por hacerme ver que nada traje a este mundo y que lo mejor que me puede pasar es tener tesoros en el Cielo. Gracias por cada persona y circunstancia que me han hecho tener tesoros valiosos y que me centran en lo verdaderamente importante. Gracias por María, mi gran educadora que me muestra tu rostro generoso y cariñoso. Permite que yo también sea una muestra de tu cariño para los demás. AMÉN