S. Andrés Kim, presbítero, Pablo Chong y compañeros mártires
Evangelio según Lucas 8, 1-3
Viernes de la semana vigesimocuarta del tiempo ordinario
Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres que habían sido sanadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes.
Meditación de Alejandra Castelblanco Moreira
“También algunas mujeres”
Jesús parece decirnos: la misión de evangelizar no está restringida solo a los hombres. Las mujeres cumplen un rol fundamental y aportan con su experiencia y manera de ver la vida, a la misión salvífica. Es importante distinguir que, aunque el hombre y la mujer son diferentes, son iguales en dignidad. La experiencia que tuvieron estas mujeres, no las dejó indiferentes, todo lo contrario, las movió a seguirme y anunciar la buena nueva, porque ellas mismas lo vivieron. Mi invitación hoy, es a sentirse llamados a todos: nadie debe excluirse, hombre y mujer, diferentes en modalidad, iguales a los ojos de Dios: “sus hijos”.
Cumplimos diferentes roles, sin embargo, el rol no es la identidad de la persona. El rol tiene que ver con el “hacer”, la identidad tiene que ver con el “ser”. Aun cuando un hombre y una mujer hacen las mismas cosas, el modo de realizarlo es diferente, de ahí el aporte a la riqueza de la construcción del matrimonio, de la familia y de la sociedad. Esto lo repetimos mucho cuando nos toca guiar novios. En la serie de Netflix, “The Chozen“, me encantó ver cómo un grupo de mujeres seguían a Jesús y aportaron con su esencia en diferentes escenas del Evangelio.
Querido Señor: qué maravilla la creación. Pensaste en todo, quisiste que fuéramos hombres y mujeres, diferentes en modalidad, pero iguales en dignidad. Tuviste un papá y una mamá, ambos necesarios para la educación de un niño. Elegiste tus apóstoles y también te siguieron las mujeres. Tuviste a tu discípulo amado y también a tu Madre, que también es la nuestra. Gracias por cada detalle con que nos creaste, la manera de ser femenina y masculina que tanto aportan a la construcción del Reino. Enséñame a desarrollar mi femineidad en su máximo esplendor, bajo el ejemplo de María nuestra madre. AMÉN