San Juan Crisóstomo, obispo y doctor de la Iglesia
Evangelio según san Lucas 6, 37-42
Vigesimotercer viernes del tiempo ordinario
Jesús dijo a sus discípulos: “No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes”. Les hizo también esta comparación: “¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un pozo? El discípulo no es superior al maestro; cuando el discípulo llegue a ser perfecto, será como su maestro. ¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: «Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo», tú, que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano”.
Meditación de Alejandra Castelblanco de Prieto
“¿Puede un ciego guiar a otro ciego?”
Jesús parece decirnos: se necesita de un guía en la vida, de un modelo a seguir para delinear el rumbo, dar pasos más seguros. Yo vengo a estar entre ustedes como ese modelo. Me presento como el camino, la puerta de entrada hacia los brazos del Padre. Yo estoy presente en sus vidas. Búsquenme en la Palabra, en sus pastores, en el Papa, en los sacerdotes en todos los que se han preparado para seguirme. También les tocará ser maestros para otros. Confíen en Mí cuando les toque esta tarea. Sientan el cariño de los que los guían para sentir que pueden descansar en su sabiduría.
Ser madre y profesora, es una tarea difícil, y por esto, no dejo de pedir paciencia y sabiduría. Junto con pedirlo me informo, trato de mantenerme vigente en los temas educativos. Sin embargo, lo que más me resulta, es invocar al Espíritu Santo. Cuando lo hago, las respuestas vienen solitas y cuando no lo hago, me precipito y suelo arrepentirme. Contar con Dios Trino, es maravilloso. Dios Padre, misericordioso, acogedor. Dios Hijo, salvador, camino seguro. ¿Quién mejor que Él puede mostrar al Padre? Y Dios Espíritu Santo, eficaz, solícito y presente en cada detalle de la vida. Con esta verdad, quiero vivir confiada y alegre.
Señor, gracias por ser mi maestro, por estar siempre dispuesto a guiarme, a mostrarme el camino. Gracias Espíritu Santo que reconforta, impulsa y renueva una y otra vez nuestro compromiso. Gracias Padre por mandar a tu Hijo y abrir las puertas del cielo. Gracias por darnos una mamá, María, llena de gracia. Gracias por regalarnos un ángel de la guarda, único y fiel compañero de vida. Que María, desde el Santuario hogar, sea nuestra educadora y madre, para sentirnos hijos pequeños confiados en el Padre de los cielos. AMÉN