Santa Lucía, virgen y mártir
Evangelio según Mateo 11, 16-19
Viernes de la segunda semana del tiempo de adviento
Jesús dijo a la multitud: ¿Con quién puedo comparar a esta generación? Se parece a esos muchachos que, sentados en la plaza, gritan a los otros: “¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!” Porque llegó Juan el Bautista, que no come ni bebe, y ustedes dicen: “¡Está endemoniado!” Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores”. Pero la Sabiduría ha quedado justificada por sus obras.
Meditación de Alejandra Castelblanco Moreira
“¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! «.
Jesús parece decirnos: no hay que complicarse tanto la vida. No hay que mirar cosas que no se ven ni escuchar sonidos donde no los hay. Yo los invito a reaccionar con el sentido correcto para cada caso. Estamos en adviento, la invitación es a olvidar las distracciones del mundo y aprender a esperar ya que algo grande está por suceder. Desarrollen sus sentidos y eduquen sus actitudes. Hagan lo que corresponde para cada caso y así estarán acordes al querer del Padre.
Cada día me convenzo más que hay que ser como los niños. Ellos son espontáneos, si les hubieran tocado a ellos la flauta, seguro bailan. Este tiempo es de espera de preparación interior, me cuesta tomar conciencia de esto. ¿Cómo hacerlo? Creo que algo que puede ayudar es mirar el pesebre. Confiar en que las cosas pasan como Dios quiere que pasen. Nadie hubiera planeado que el hijo de Dios naciera en un lugar tan humilde como el pesebre y sin embargo, así fue y uno complicándose con cosas chicas o no tan chicas pero que no se comparan con este nacimiento nada más y nada menos que del mismo Hijo de Dios.
Querido Señor: eres tan concreto, claro y pedagógico. Nos pides que bailemos en las fiestas y lloremos en las pérdidas. Qué más fácil que eso y sin embargo no lo hacemos. Somos porfiados y nos complicamos. Que este adviento, en que te esperamos como niño, cultivemos un corazón de niño: espontáneo, alegre y confiado. Solo Tú puedes entregarnos ese don con tu nacimiento. Trataré de mirar a diario el pesebre para preparar mejor mi corazón en este adviento. Gracias por este maravilloso tiempo. AMÉN