Evangelio según san Lucas 11, 15-26

Vigesimoséptimo viernes del tiempo ordinario

 

Habiendo Jesús expulsado un demonio, algunos de entre la muchedumbre decían: “Este expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios”. Otros, para ponerlo a prueba, exigían de Él un signo que viniera del cielo. Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: “Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen una sobre otra. Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino? Porque -como ustedes dicen- Yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul. Si Yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces. Pero si Yo expulso a los demonios con la fuerza de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes. Cuando un hombre fuerte y bien armado hace guardia en su palacio, todas sus posesiones están seguras, pero si viene otro más fuerte que él y lo domina, le quita las armas en las que confiaba y reparte sus bienes. El que no está conmigo está contra mí; y el que no recoge conmigo desparrama. Cuando el espíritu impuro sale de un hombre, vaga por lugares desiertos en busca de reposo, y al no encontrarlo, piensa: «Volveré a mi casa, de donde salí». Cuando llega, la encuentra barrida y ordenada. Entonces va a buscar a otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí. Y al final, ese hombre se encuentra peor que al principio”.

 

Meditación de Alejandra  Castelblanco  Moreira

 

“…se encuentra peor que al principio

 

Jesús parece decirnos: estar alerta no significa solamente no hacer cosas malas. Robar, matar, puede parecerles ajeno. Sin embargo, si no están en estado de gracia, es decir, si no pueden “mirar” a mi Padre porque tienen vergüenza de haberlo ofendido, y no buscan la oportunidad de pedirle perdón, pueden caer en una escalada de acciones que seguirán alejándolos de la gracia de Dios. Hoy los quiero invitar a la reconciliación, a realizar una buena preparación a la confesión, aunque no sean pecados muy graves, atrévanse a acercarse a este sacramento para que su espíritu no pueda acoger más que buenas acciones y pensamientos.

 

Esta frase la asocio al desorden, si tengo mi closet desordenado tiendo a guardar sin doblar, total ya está desordenado. En cambio, cuando está ordenado, me preocupo que dure ese orden. Me he dedicado a ordenar mi casa. Me he dado cuenta que muchas cosas las he guardado por si más adelante, por si las llegara a necesitar…en fin puros “por si” entonces decidí usar lo que tengo, y lo que no uso, regalarlo. Ahora tengo que “ordenar” mi conciencia, decidir lo que voy a “usar” porque me acerca a la Gracia de Dios y deshacerme de las que me alejan del Padre. Voy a darme un plazo para recibir este tan preciado Sacramento.

 

Querido Señor: Gracias Señor por los sacramentos, por cada uno de ellos y hoy en especial por el sacramento de la Reconciliación, que nos mantiene cerca de Ti, que nos hace llenarnos de esperanza, de ganas de seguir por el buen camino, que nos mantiene en gracia para recibirte en la Eucaristía.  María, la llena de gracia, sea mi ejemplo y compañía para asegurarme que me conduzca a los brazos del Padre. Señor, que siempre te busque y aproveche las oportunidades para realizar una confesión liberadora y eficiente y así no dejar que los “malos espíritus” entren en mi corazón.  AMÉN