Evangelio según San Mateo 16, 24-28
Viernes de la semana XVIII del tiempo ordinario
Santo Domingo de Guzmán, presbítero
Jesús dijo a sus discípulos: El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida? Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras. Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de ver al Hijo del hombre, cuando venga en su Reino.
Meditación de Alejandra Castelblanco Moreira
“El que quiera seguirme…”
Jesús parece decirme: les digo así: “el que quiera”, no los obligo, no les impongo mi voluntad. Sin embargo, mi razón de ser es que ustedes me sigan, que su voluntad se iguale con la mía, que vengan tras de Mí y así yo pueda conducirlos a mi Padre, Él es el único que les puede dar la felicidad plena y yo los quiero llevar ahí mismo. Por eso te invito a conocerme, a que me busques, a que me hables para que quieras seguirme. Ven, hagamos un vínculo, no te defraudaré yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.
Conocer a Jesús es inacabable. Siempre descubro cosas nuevas de Jesús, incluso cuando enseño a mis alumnos acerca del nacimiento en el pesebre, descubro su grandeza, Me sorprende su constante búsqueda hacia uno. Todos los días sale a mi encuentro y no se cansa. Me empuja a hacer lo que me cuesta, a conversar cuando no quiero, a acompañar cuando es necesario. Creo que quiere que lo siga, que elija hacerlo por voluntad propia para regalarme la felicidad plena. Quiero proponerme reconocer su invitación en lo concreto de cada día para reafirmar que quiero seguirlo y hacerlo decidida.
Querido Señor: gracias por tu invitación a seguirte, a conocerte a admirarte para saberme indefensa y pequeña. Solo Tú puedes conducirme, solo Tú sabes lo que es bueno para mí. Quiero estar siempre contigo, descubrir tu grandeza, tu compañía sin condiciones, tu amor extremo, para seguirte, tomarme de tu mano y caminar con paso firme hacia los brazos del Padre celestial, sin miedo, segura y confiada porque me lleva el mejor de los guías hacia el mejor de los fines. AMÉN