Evangelio según San Mateo 13, 54-58

Viernes de la XVII semana del tiempo ordinario

San Alfonso María de Ligorio, obispo y doctor de la Iglesia

 

Al llegar a su pueblo, Jesús se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal manera que todos estaban maravillados. “¿De dónde le vienen, decían, esta sabiduría y ese poder de hacer milagros? ¿No es este el hijo del carpintero? ¿Su madre no es la que llaman María? ¿Y no son hermanos suyos Santiago, José, Simón y Judas? ¿Y acaso no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde le vendrá todo esto? “Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo. Entonces les dijo: “Un profeta es despreciado solamente en su pueblo y en su familia”. Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la falta de fe de esa gente.

 

Meditación de Alejandra Castelblanco Moreira

 

…un motivo de tropiezo…

 

Jesús parece decirnos: Cuesta escuchar la verdad. Seguro les incomoda saber que se está actuando mal o que se debe cambiar la forma de pensar para ciertos asuntos. Hoy, yo los invito a abrirse, a escuchar lo que el Padre les tiene reservado, a estar dispuestos a transformarse, a cambiar y no a buscar excusas o argumentos humanos que debiliten su motivación al cambio. El hombre está más preocupado de atender los asuntos humanos que los espirituales, buscando la forma de evadirse de estos asuntos con argumentos débiles. Ustedes no lo hagan, vayan más allá y sigan su corazón.

 

Conversando el otro día acerca de lo agresivo que es el acto de cortar el teléfono a alguien o

que te lo corten, me quedé pensando en cuántas veces le “corto” yo el teléfono al Padre, cuántas veces no lo oigo, no le hago caso, me molesta escuchar su palabra y le “corto”. Creo que esta actitud adolescente frente a Dios es muy recurrente en mi vida. Me revelo cuando tengo mucho que hacer, cuando me cuesta educar, cuando me siento que remo contra corriente. Ese desafío de integrar a Jesús, el hijo del carpintero, en mi vida, como una ayuda y no como un tropiezo es lo que quiero cultivar.

 

Señor: eres el hijo de María y de José, el carpintero y estuviste aquí en la tierra. Sabes lo que

vivimos los hombres, sabes sentir como nosotros, conoces las necesidades humanas y espirituales, haz que te siga, que no te mire como un tropiezo sino más bien como un salto a

lo grandioso. Señor, que no me deje nublar por los argumentos humanos que todo lo confunden, que reconozca tu verdad y siga tu camino con una fe inquebrantable. Gracias por darnos a tu Madre y tenerla en el Santuario, ella es la gran educadora y a ella quiere parecerse mi corazón. AMÉN