Evangelio según Marcos 16, 15 – 18

Segundo sábado del tiempo ordinario

 

Jesús resucitado se apareció a los Once y les dijo: “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán”.

 

Meditación de Francisco Bravo Collado

 

“Proclamad el evangelio a toda la creación”.

 

Es como si Jesús me dijera: “Mis discípulos se transformaron en apóstoles cuando escucharon mi envío. Habían estado conmigo, habíamos comido y compartido juntos, vieron mis milagros y signos. Y me vieron morir humillado. Pero lo que los hizo mis apóstoles es que proclamaron mi Evangelio. No eran hombres muy especiales. Tampoco eran hombres particularmente buenos. Eran personas comunes, como tú. Y cuando me siguieron emprendieron un camino nuevo en sus vidas. ¿Y tú, qué haces para que tus hermanos me conozcan?”

 

Veo que me cuesta ser misionero. Me resulta más cómodo participar en actividades de los tuyos. Pero Jesús me llamas a ser tu apóstol. Sobre todo en mi trabajo, donde lo importante son los resultados. Puede que muchos sepan que sigo a Jesús, pero en realidad no me atrevo a anunciarlo. Me cuesta invitar gente a conocerlo en el Evangelio y en la vida diaria. No me atrevo a mostrar, toda esta vida se trata de conocerte de forma personal. Veo que dejo que los demás pasen de largo con sus creencias, tratando de ser tolerante cuando, en realidad, solamente soy indolente.

 

Qué duro es ver la verdad, Señor. Como católico, te dedico tanto tiempo, tengo una relación personal y cercana contigo, pero no soy capaz de invitar a mis hermanos a conocerte. Perdón por ser tan tibio. Quítame mis inseguridades, y déjame ver la importancia real de quienes están a mi lado: no solo en su dignidad, sino también hacerme responsable de sus destinos, de que te conozcan. Te pido que me enseñes a ser tu apóstol en el día a día. Que las personas que estén conmigo se acerquen a Ti. Que yo no tema mi propia inconsecuencia para mostrar cómo me quieres, y que sea consciente de cuánto me necesitas. AMÉN