Evangelio según Mateo 16, 13-19

Sábado de la sexta semana del tiempo ordinario

 

Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?”. Ellos le respondieron: “Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas”. “Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?”. Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Y Jesús le dijo: “Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y Yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”.

 

Meditación de Gonzalo Manzano González

 

“Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo”

 

Jesús parece decirme: He aquí el magisterio de mi Iglesia. Quien cree en Mí, no puede no creer en la institución de Pedro como cabeza de mi Cuerpo Místico, y también debe creer en la potestad que le he dado a la cabeza de mi Iglesia, para hacer y deshacer en lo que respecta a la salvación de las almas. De aquí viene la santidad de mi Iglesia, y a la vez su humanidad. He confiado en un hombre de carne y hueso, la potestad de atar y desatar. El Papa, sus antecesores y sucesores, son herederos de Pedro, y la Iglesia que él preside es mi Iglesia. Conmigo no van las medias tintas, y si Yo elegí a Pedro, he elegido a todos los Papas anteriores y seguiré eligiendo a los que vengan.

 

Esta podría ser la gran piedra en el zapato de mi religión. No es que yo no crea o que no confíe en mi Iglesia, sino que muchas personas con las que hablo de mi fe, terminan diciéndome que “no son católicos, pero sí cristianos”, porque es la Iglesia en la que no creen, o a la que no siguen. Esta lectura no solo presenta a la Iglesia y a su máxima autoridad, sino que robustece la predilección de su magisterio para la salvación de las almas. Pero también es su punto débil, por el hecho de dejar en manos de los hombres un poder tan grande. Hombres falibles, que se equivocan como todos nosotros, y que intentan (en mayor o menor medida) cumplir con tan grande encargo.

 

Señor Jesús, hoy te pido por mi Iglesia. Esa Santa Madre, a la que amo de corazón y que a veces nos hace rabiar tanto. Tengo claro que no es perfecta, pero que sí es santa, al igual que todos los santos, partiendo por Pedro y sus apóstoles, quienes te conocieron y supieron de primera fuente tu mensaje de salvación. Te pido por ella, para que sus ministros sepan guiar nuestros pasos, para que nosotros los laicos sepamos vivir tu mensaje a través del esfuerzo que la Iglesia hace día a día, con sus carismas tan diversos y su amor por Ti. No tengas en cuenta nuestros pecados sino la fe de tu Iglesia, Señor, para que podamos llevar al mundo cada vez más cerca de Ti. AMÉN