Evangelio según Lucas 8, 4-15
Sábado de la semana XXIV del tiempo ordinario
Santos Andrés Kim Taegon, presbítero, Pablo Chong Hasang y compañeros, mártires
Como se reunía una gran multitud y acudía a Jesús gente de todas las ciudades, Él les dijo, valiéndose de una parábola: “El sembrador salió a sembrar su semilla. Al sembrar, una parte de la semilla cayó al borde del camino, donde fue pisoteada y se la comieron los pájaros del cielo. Otra parte cayó sobre las piedras y, al brotar, se secó por falta de humedad. Otra cayó entre las espinas, y estas, brotando al mismo tiempo, la ahogaron. Otra parte cayó en tierra fértil, brotó y produjo fruto al ciento por uno”. Y una vez que dijo esto, exclamó: “¡El que tenga oídos para oír, que oiga!”. Sus discípulos le preguntaron qué significaba esta parábola, y Jesús les dijo: “A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás, en cambio, se les habla en parábolas, para que miren sin ver y oigan sin comprender. La parábola quiere decir esto: La semilla es la Palabra de Dios. Los que están al borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y arrebata la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los que están sobre las piedras son los que reciben la Palabra con alegría, apenas la oyen; pero no tienen raíces: creen por un tiempo, y en el momento de la tentación se vuelven atrás.
Lo que cayó entre espinas son los que escuchan, pero con las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, se van dejando ahogar poco a poco, y no llegan a madurar. Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a su constancia”.
Meditación de Francisco Bravo Collado
“La semilla es la Palabra de Dios”
Siento que el Padre me diría: “En ti, Hijo querido, mi palabra germina rápido, pero muere pronto.
Necesitas hacer un esfuerzo muy fuerte para permanecer fértil y rico. Y no es malo que seas así,
porque así es como Yo te hice, y así es como Yo te quiero. Pero debes esforzarte de forma
especial para que la semilla no muera en ti. Por eso, te he rodeado de gente profunda y buena.
Así, tú puedes aprovechar la profundidad de ellos, y las raíces de vida que crecen en ellos serán
fuertes como para entrar en ti y transformarte.”
Cuando leo este texto veo que yo soy como la tierra pedregosa donde la palabra no profundiza. Y
la semilla germina, y crece rápido y con fuerza; pero muere. Pero al mismo tiempo, siento como
si fuera de aquellos que son bienaventurados porque ven y porque oyen, porque a pesar de mis
errores me sigo sintiendo amado por Dios, y cada día me siento más unido al Padre del cielo. Me
doy cuenta que esto no es por gracia mía, sino que por gracia de quienes me rodean. Yo pedregal,
estoy rodeado de tierra tan buena que mi falta de profundidad no se nota.
Padre Eterno, gracias por haberme hecho como me has hecho. Gracias por hacerme apasionado y
entusiasta, y porque me hiciste sin miedo y confiado. Pero sobre todo, gracias por haberme
regalado las personas que me rodean. Gracias porque los hiciste tierra fértil y profunda, y porque
tu palabra ha germinado con tal fuerza en ellos, que yo mismo me he beneficiado de sus frutos.
Regálame la profundidad que no tengo, para que yo también pueda dar frutos como ellos. AMÉN