Evangelio según Marcos 2, 13-17
Sábado de la primera semana del tiempo ordinario
Jesús salió nuevamente a la orilla del mar; toda la gente acudía a Él, y Él les enseñaba. Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en su casa, muchos publicanos y pecadores se sentaron a comer con Él y sus discípulos; porque eran muchos los que lo seguían. Los escribas del grupo de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a los discípulos: “¿Por qué come con publicanos y pecadores?” Jesús, que había oído, les dijo: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a justos, sino a pecadores”.
Meditación de Gonzalo Manzano González
“Él se levantó y lo siguió”
Jesús parece decirme: Mateo me oyó y simplemente dio el paso que todo discípulo mío debe dar; dejarlo todo y seguirme. Dejarlo todo no implica abandonar las propias responsabilidades, sino que se debe renunciar a aquello que muchas veces toma una importancia más grande de la que me das a Mí, lo que te impide escucharme de verdad y aprender de Mí. Si tu trabajo es más importante que Yo, incluso tu familia es más importante que Yo, estás poniendo lo que va primero en un lugar secundario. Si te levantas y me sigues, todo lo demás se te dará por añadidura, y tu familia será feliz, y tu trabajo será fructífero.
Es difícil este texto, porque para mí es muy noble dedicar tiempo, esfuerzo y atención a mi familia, a mi trabajo, a mis amigos, incluso estar siempre al servicio de los demás. Creo que el punto va en lograr hacer todo eso porque son formas de alabar a Dios. Tener plena conciencia que es por Él que hacemos todo, por Él que nos levantamos en la mañana a hacer desayuno para nuestros hijos antes de llevarlos al colegio, por Él que nos esforzamos en el trabajo, por Él que servimos a los demás, es poner a Dios en el primer lugar de nuestras vidas. Por eso rezar durante el día para entregarle a Él los esfuerzos que hay que hacer es importante.
Señor Jesús, hoy veo nuevamente que me llamas a levantarme y seguirte. No se trata de encontrar una excusa para no cumplir con nuestro deber, sino de cumplir con él porque Tú me lo pides, y porque quieres que cada actividad que haga durante el día sea para encontrarte a Ti en medio del mundo. Siempre te pido que yo discipline mis sentidos para sentirte en el mundo, y este es el porqué. Quiero verte, oírte, olerte y tocarte, Señor. Comerte en la Eucaristía para encontrarme contigo en medio del mundo. Así, estoy seguro de que estoy siguiéndote, y así sé que a donde sea que me lleves, Tú vas a estar conmigo. AMÉN