San Juan de la Cruz, presbítero y doctor de la Iglesia
Evangelio según Mateo 17, 10-13
Sábado de la segunda semana del tiempo de adviento
Los discípulos preguntaron a Jesús: “¿Por qué dicen los escribas que primero debe venir Elías?” Él respondió: “Sí, Elías debe venir a poner en orden todas las cosas; pero les aseguro que Elías ya ha venido, y no lo han reconocido, sino que hicieron con él lo que quisieron. Así también harán padecer al Hijo del hombre”. Los discípulos comprendieron entonces que Jesús se refería a Juan el Bautista.
Meditación de Francisco Bravo Collado
… y no lo han reconocido…
Es como si Jesús me dijera: “Te abruma que no hayan reconocido a Elías. Desde que eras un niño pequeño este texto te incomodaba y te hacía sentir mal. Mal por ellos. ¡Pero también mal por ti! Te sentías responsable de leer los tiempos. Pero no. No te exijas ser profeta. No te sientas responsable de leer los signos de los tiempos más allá de lo que naturalmente surge en tu corazón. Tu trabajo es estar con tu corazón bien puesto. Trabajar todos los días en tus cosas. Contribuir abundante capital de gracias al Santuario de Puerto Montt. Y, este adviento, preparar un pesebre para mi llegada. No necesitamos analistas. Necesitamos santos de la vida diaria.”
Me sorprende el dolor que me causa este texto. Me toca en el corazón. Me hace sentir culpable. Como el padre Kentenich tuvo vocación de profeta, en algún minuto yo me sentí responsable de llevar una praxis profética en mis círculos. Y cada vez que vuelvo a este texto, surge en mí la culpa de no tener una gran visión. Es lindo lo que me dice Jesús en la meditación: hoy ese no es mi trabajo. Y me invita a trabajar en lo que sí me corresponde.
Querido Jesús, tienes razón. Me abruma no ser tu profeta. Perdón por el egoísmo y las ganas de figurar que hay detrás de ese dolor. Gracias por la alegría de construir tu pesebre cada día a través de mi trabajo. Te pido para que dé frutos. Te pido para que esta Navidad aprenda a dirigir mi familia como vivió la Sagrada Familia. Como familia valiente, que es capaz de emprender viajes aún con María a punto de dar a luz. Te ofrezco la avalancha de inseguridades y de cabos sueltos que siento que tengo en mi vida. Creo que los he liberado para hacerte espacio a Ti, Señor. Cuida de los míos. Que siempre tengamos un lugar cálido y acogedor para recibirte. AMÉN