Evangelio según san Lucas 11, 27-28

Vigesimoséptimo sábado del tiempo ordinario

 

Jesús estaba hablando y una mujer levantó la voz en medio de la multitud y le dijo: “¡Feliz el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron!” Jesús le respondió: “Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican”.

 

Meditación de Gonzalo Manzano González

 

“Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican”

 

Jesús parece decirme: Mi madre efectivamente tuvo la dedicación absoluta a Mí, desde que supo que estaba yo en su vientre. Luego, me amamantó, me cuidó, se preocupó de que fuese un hombre de bien, ético, conocedor de Dios y su Ley. Claramente me retó más de una vez, para crecer siendo la mejor versión de Mí como hombre. Pero, sobre todo, Ella supo escuchar la voz de Dios y hacerla vida. Ella es la estrella que ilumina la noche para guiarlos en la oscuridad, el faro que les permite esquivar las rocas y no naufragar. Todos ustedes están en condiciones de acercarse y asemejarse a ella. Aprovechen que está ahí para ustedes.

 

Si escucho este Evangelio, mi corazón se alegra al escuchar como otras personas lograron reconocer a María como la madre dichosa de Dios. Me encanta este piropo lleno de la verdadera sororidad, donde otra mujer entendió exactamente lo que vivió la Virgen al ser la madre de Dios. Pareciera ser que los hombres no logramos abrazar completamente el significado de esta frase, pero la verdad es que podría entenderlo desde la perspectiva de hijo. Si a mi mamá le dijeran algo así, y si yo respondiera en este contexto, lo mismo que Jesús dijo, seguro que ella se llenaría de alegría. Quiero ser digno de hacerla así de feliz.

 

Señor Jesús, no soy ni de lejos capaz de generar tal exultación, ni respecto de nuestra madre ni respecto de mi mamá terrenal. Hay tanto por hacer en mi propia vida que estoy lejos de alcanzar siquiera una sonrisa en este ámbito. Pero sí, logro identificar el llamado que haces con tu respuesta. Quiero poner en práctica las palabras que Tú me has transmitido todo este tiempo. Estoy seguro que, como Tú dijiste, cada día tiene la oportunidad de dar un paso que me acerque a Ti. De a poco, Señor, lograré hacerte feliz. Sé que eres feliz si te elijo por sobre mi soberbia y egoísmo, pero quiero hacerte feliz porque te oigo y obro en consecuencia. AMÉN