Evangelio según Marcos 4, 35-41

Sábado de la tercera semana del tiempo ordinario

 

Aquel día, al atardecer, les dice: Pasemos a la otra orilla. Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, así como estaba; e iban otras barcas con él. En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. Él estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: Maestro, ¿no te importa que perezcamos? Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar: ¡Calla, enmudece! El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe? Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: Pues ¿quién es este que hasta el viento y el mar le obedecen?

 

Meditación de Juan Francisco Bravo Collado

 

“¿Quién es este que hasta el viento y el mar le obedecen?”

 

Es como si Jesús me dijera: “Que este texto, que tiene tantas sutilezas, sea para ti un llamado a unirte a tu Padre en oración de la forma en que lo hice yo ese día en el lago. Y también a que aprendas a construir para ti el espacio que requiere la oración profunda y sostenida. Busca tu espacio de soledad. Piérdete en la barca en las aguas profundas de tus sentimientos. Genera la apertura a un encuentro más profundo. Y así podrás participar del milagro.”

 

Cuando leo este texto me sorprende el poder de la oración de Jesús. Y no me refiero a su capacidad de hacer milagros sino que al hecho de que se haya quedado en el lago, a la deriva, todo un día, hasta el amanecer del siguiente. Permanece en oración. Sostiene. Yo también quiero aprender a rezar así. Hay un llamado en mi corazón a rezar así. Dejarme llevar por la marea y sostener mi centro uniéndome con Dios Padre.

 

Jesús, quiero ir contigo a la profundidad de las aguas. Quiero abandonarme al viento y la marea para poner toda mi mente, todo mi corazón y toda mi voluntad anclados en Ti. Me comprometo a tomar mi vida de oración con seriedad y hacerme responsable de construir espacios de intimidad, contemplación y silencio donde pueda experimentar tu presencia en mi vida con sencillez y fuerza. Acompáñame en ellos, Señor. Quiero encontrarte en mi oración. AMÉN