Evangelio según san Lucas 11, 1-4

Vigesimoséptimo miércoles del tiempo ordinario

 

Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos”. Él les dijo entonces: “Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano; perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquellos que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación”.

 

Meditación de Osvaldo Andrés Iturriaga Berríos

 

Porque también nosotros perdonamos a aquellos que nos ofenden”

 

Siento como si Jesús me dijera “si quieres alcanzar el perdón, debes tú también aprender a perdonar. Si tú te sabes débil, poco constante, lleno de contradicciones; si sabes que cometes errores, que muchas veces actúas en forma egoísta, ¿por qué no eres capaz de perdonarle a otro que haga lo mismo? Si aprendes a perdonar de verdad, podrás liberarte de tantas cargas, de tantos rencores y resentimientos que albergas dentro de ti solo por orgullo, por un afán “justiciero” que nace del sentirte moralmente superior al otro”.

 

Cuántas miles de veces he repetido estas palabras al rezar el Padre Nuestro, sin tomar el peso a su profundidad. Peor aún: sin practicar realmente lo que estoy diciendo. ¿Cómo sería mi vida de distinta si perdonara a todo quien me ofende? ¿Cuán distinto sería el mundo si, quienes nos decimos cristianos, practicáramos el perdón que nos propone Jesús? En esta época donde todos nos “ofendemos” tan fácilmente, el perdón sin condiciones parece un acto de ingenuidad extremo. Pero el Señor me invita a no seguir los criterios del mundo, sino que a liberarme de todas esas ataduras de vanidad y de pretender ser mejor que otro.

 

Señor Jesús, hace ya dos milenios nos enseñaste a rezar y diste testimonio con tu vida del verdadero amor, del inmenso poder del perdón, sin embargo, nosotros complicamos todo con nuestros pequeños criterios humanos. Regálame la pureza de corazón para no albergar juicios, para no aferrarme a rencores y resentimientos, y simplemente perdonar a quien creo que me ofende. Ayúdame a ser instrumento de paz, de encuentro y de perdón en este mundo tan dividido. AMÉN