San Ignacio de Loyola, presbítero

Evangelio según San Mateo 13,44-46

Miércoles de la decimoséptima semana del tiempo ordinario

 

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío: «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante de perlas finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra».

 

Meditación de Francisco Bravo Collado.

 

“…, y lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y lo compra.”

 

Jesús me dice: “Alégrate, hijo mío. Has encontrado el Reino de los Cielos, y eso no puede ser motivo de incomodidad, sino que de alegría. Vende lo que tengas y ven a buscar esto que es tanto mejor. No te enredes con tus comodidades, y la estructura que te acomoda tanto, sino que busca lo que más te conviene, lo más grande. ¿Por qué sigues amarrado a tus cosas y tus costumbres, si yo te ofrezco algo mucho mejor? Atrévete a renunciar a lo antiguo, a lo establecido, y busca mi seguimiento desde cero, desde lo más básico y sencillo.”

 

Me sorprende esta actitud de los que encuentran el reino: la alegría. Si a mí me pidieran que venda todo lo que tengo para comprar otra cosa, me complicaría mucho: estoy tan acostumbrado a mi casa, a mis cosas, a mis comodidades. Me doy cuenta de que las cosas que más me tienen atado, son las que menos esenciales son: mis libros, mi guitarra, mi computador y ese tipo de cosas: juguetes. Pero el que encuentra el reino de los cielos va por algo más grande. Yo quiero aprender de esa felicidad que tienen los que renuncian a cosas pequeñas para tomar los desafíos más grandes.

 

Jesús, te bendigo y te alabo. Eres grande y generoso. Nos regalas una vida de grandes desafíos y no una vida sosa y acomodada. Gracias por invitarme a esta aventura que a veces me causa incomodidades, caminar contigo es emocionante y conmovedor. Perdona por las veces en que me he dejado estar en mi bienestar, y me dejo dominar por mis pequeñeces. Dame la fuerza y la constancia para ser siempre tuyo, y elegir tu camino cada día. AMÉN