Evangelio según Lucas 21, 10-19

Trigesimocuarto miércoles del Tiempo Ordinario

 

Jesús hablaba a sus discípulos acerca de su venida: Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo. Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí. Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque Yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir. Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas.

 

Meditación de Osvaldo Iturriaga Berríos

 

“Gracias a la constancia salvarán sus vidas”

 

Siento como si el Señor me dijera “seguirme es una decisión que debes tomar y renovar cada día, cada hora, cada momento. Quien se conforme con ser cristiano solo por ir a Misa los domingos, por rezar o hacer una obra caritativa ocasionalmente, pero su vida misma no es un reflejo de mi Amor, no es verdadero discípulo mío. Si eres constante en el Amor, en la caridad, en la entrega a los demás, en la relación conmigo, no solo vivirás más feliz, sino que podrás ser constructor conmigo del Reino de Dios en el mundo”.

 

Tal vez una de mis luchas más duras sea justamente el ser constante en todo orden de cosas, pero sobre todo en la oración. Me quedo con la intención de cultivar diariamente mi relación con Jesús, pero los ires y venires del día a día, las preocupaciones, el trabajo, el cansancio o la pereza me impiden perseverar en aquello que sé y que he experimentado que me sana, que me trae paz y me ayuda a ver el mundo desde el Amor. Hoy el Señor me invita justamente a eso: a ser constante, a no dejar mis anhelos de vivir unido a Él para más adelante, sino que encontrarlo en mi día a día, en cada momento y persona.

 

Señor Jesús, a lo largo de mi vida me has regalado tantos momentos de encuentro contigo, a través de las situaciones, personas, lugares y acontecimientos más diversos. Ayúdame a que la memoria de esos momentos me impulse a querer revivir constantemente esa alegría y paz que solo me da el encontrarme personalmente contigo, para que cada día sea una nueva experiencia de tu cercanía. Enséñame a llenarme de Ti siempre, para así poder llevarte y ser instrumento de tu Amor donde esté. AMÉN