Evangelio según San Marcos 9, 38-40

Miércoles de la séptima semana del tiempo ordinario

 

Juan le dijo a Jesús: “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros”. Pero Jesús les dijo: “No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros”.

 

“Tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros”

 

Meditación de Osvaldo Iturriaga Berríos

 

Siento como si el Señor me dijera “todos los seres humanos son Hijos de Dios, y eso los convierte a todos en hermanos, en iguales. Pero ustedes se empeñan en crear barreras ficticias para ver al prójimo como un “otro”, como un distinto que no tiene derecho a la misma consideración que los que consideran “nuestros”. Se ponen adjetivos para diferenciarse: ese es inmigrante, ese es rico, ese es de otra raza, ese no es cristiano, ese es muy conservador, ese es muy liberal, este es muy de derecha o el otro muy de izquierda. El Reino de Dios es para todos, para crear un gran “nosotros” donde todos son parte, sin distinción”.

 

Es tan difícil hoy en día no caer en el cerrarse a escuchar o tomar en cuenta la voz de alguien porque es un “otro” que no tiene que ver con nosotros. Ya sea por su origen social, su país de procedencia, su forma de pensar, incluso (dentro de la Iglesia) porque es de tal o cual movimiento o congregación. En lugar de intentar crear comunidad con quienes percibimos “distintos” a nosotros, nos sentimos más seguros rodeándonos de quienes consideramos forman parte de nuestro grupo de pertenencia. Hoy el Señor me llama a salir de mi comodidad y buscar tender puentes con todos, sabiendo que Dios habita en cada persona.

 

Señor, gracias por llamarnos a ser una comunidad, a saber que incluso las personas que no entiendo o que desconozco sus historias o culturas pueden ser también instrumento tuyo, que pueden servir a Dios incluso de maneras que escapan a lo que yo dentro de mi limitación considero como la única forma de servirte. Ayúdame a mirar con compasión y amor a cada persona, recordando que en cada una habita un prójimo que Tú me invitas a amar, incluso si esa persona me ha hecho mal. Ayúdame a ser instrumento de tu paz y un puente entre quienes no se quieren escuchar. AMÉN