Evangelio según Lucas 9, 1-6
Miércoles de la semana XXV del tiempo ordinario
Jesús convocó a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar a toda clase de demonios y para sanar las enfermedades. Y los envió a proclamar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos, diciéndoles: “No lleven nada para el camino, ni bastón, ni provisiones, ni pan, ni dinero, ni tampoco dos túnicas cada uno. Permanezcan en la casa donde se alojen, hasta el momento de partir. Si no los reciben, al salir de esa ciudad sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos”. Fueron entonces de pueblo en pueblo, anunciando la Buena Noticia y sanando enfermos en todas partes.
Meditación de Francisco Bravo Collado
“No lleven nada para el camino”
“Partan con lo justo, confíen en Mí, vivan su pobreza de espíritu. Me preocupa verlos convertidos en especialistas en utilizar mis palabras para juzgar a sus hermanos, pero incapaces de vivirlas ustedes en su propia vida. Mi invitación es a que vivan por sobre lo material, que sepan lo realmente importante, que puedan dejar que Yo construya con ustedes y que vivan más libres de lo material. Yo les doy autoridad sobre los espíritus, pero para eso es necesario que ustedes vayan por encima de ellos”.
Tú les encomendaste a tus apóstoles que partieran sin nada más que un bastón. Pero cuando veo mi propia vida, veo que yo no soy capaz de vivir auténticamente este encargo que nos dejas. Me preocupo demasiado de tenerlo todo armado, preparado: mi casa, mi auto, mi trabajo, mis estudios, mi empleabilidad, mis ahorros, mi pensión… y cuando dejo esas cosas un poco de lado, me siento irresponsable. Además, me escudo en tus palabras para juzgar a tu iglesia y a tus sacerdotes. Pero Tú me llamas a mirar mi propio corazón y descubrir qué es lo que me esclaviza: las seguridades, el tener más que mi hermano, el vivir más cómodo.
Señor, qué estúpido soy al poner por sobre Ti tantas otras cosas, sobre todo las materiales: perdóname por esto. Quítame la cobardía de mirar la paja en el ojo ajeno. Hoy quiero renovar mi compromiso de ser tu apóstol, y volver a estar disponible para recorrer tus caminos sin más que lo puesto. Veo en estas vacaciones que me he rodeado de cosas, y que me cuesta compartirlas. Que todo lo que tengo sea para Ti y para tu reino. ¡Qué bueno y sabio eres por enviarnos de dos en dos! ¡Gracias por permitirme recorrer este camino tan difícil de la mano de mi mujer! AMÉN