Evangelio según San Juan 15, 1 – 8
Miércoles de la quinta semana de Pascua
A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Él corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que Yo les anuncié. Permanezcan en mí, como Yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y Yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán. La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.
Meditación de Francisco Bravo Collado
Y a todo el que da fruto, lo poda, para que dé más.
Es como si Jesús nos dijera: “Mi padre poda a los que dan frutos para que den más y mejor. Al podar, se saca la madera vieja, que ya no va a ser fructífera en el futuro. Pero también hay que tener claro que si se poda mucho en otoño, las reservas que se guardan en las raíces durante el invierno van a impulsar con demasiada fuerza las hojas cuando llegue la primavera, y con tanta hoja, no va a haber muchos frutos, y los pocos que habrá serán desabridos y sin color.”
Aprender a podar significa sacar lo que ya dio frutos y que no va servir más adelante. Ejemplos: la ayuda de los papás que da oportunidades para crecer, la seguridad de un buen trabajo que permite invertir en nuevos proyectos. Todo esto dio frutos, pero llega un momento en que no va a dar más. Por lo tanto, aprender a podarlo. Pero al mismo tiempo aprender el equilibrio: si se poda todo, las hojas no van a permitir que crezcan los frutos, o va a dar frutos desabridos y amargados.
Jesús, pódame Tú con tu sabiduría equilibrada. Déjame desprenderme de las cosas que ya no van a dar nuevos frutos para Ti, y hazme libre de ellas, para que puedan crecer cosas nuevas. Pero tampoco me dejes que, por dejar atrás lo anterior, me vuelva duro y poco fructífero, o que pierda la dulzura, el color y el sabor. AMÉN