Evangelio según Marcos 8, 22-26
Miércoles de la sexta semana del tiempo ordinario
Cuando Jesús y sus discípulos, llegaron a Betsaida, le trajeron un ciego a Jesús y le rogaban que lo tocara. Él tomó al ciego de la mano y lo condujo a las afueras del pueblo. Después de ponerle saliva en los ojos e imponerle las manos, Jesús le preguntó: “¿Ves algo?” El ciego, que comenzaba a ver, le respondió: “Veo hombres, como si fueran árboles que caminan”. Jesús le puso nuevamente las manos sobre los ojos, y el hombre recuperó la vista. Así quedó sano y veía todo con claridad. Jesús lo mandó a su casa, diciéndole. “Ni siquiera entres en el pueblo”.
“Así quedó sano y veía todo con claridad”
Meditación de Osvaldo Iturriaga Berríos
Siento como si el Señor me dijera “si me buscas con fe verdadera, yo siempre te escucharé y me volveré hacia ti. Te acogeré y te encontraré donde estés, en tu propia realidad, en medio de la vida y preocupaciones que tienes, y desde ahí te guiaré hacia Mí. Acércate a Mí y te traspasaré el Espíritu Santo, ese Espíritu de Amor, de fortaleza, sabiduría, que te hará sanar tus heridas, mirar tus dolores con esperanza y ver tu vida con una claridad como nunca has tenido”.
Me es tan fácil caer en una especie de escepticismo pesimista cuando veo las noticias; las guerras, los discursos agresivos, el triunfo de ideas violentas o discriminatorias frente a la paz o la solidaridad, que me hace teñir todo lo que percibo con una sensación de desesperanza. Pero sé que es una visión parcial de la realidad. Hoy el Señor me invita a ser tocado por Él para poder ver con claridad, asumiendo que existe el dolor y la injusticia, pero también la belleza, la generosidad desinteresada, el Amor de Dios que se expresa a través de tantas personas, de la naturaleza; de tantos regalos que podría ver en mi día a día si estuviera más atento a ellos.
Señor, gracias por invitarme a seguirte, a llamar insistentemente hasta sentir tu presencia y cercanía. Dame la sencillez de corazón para dejarme tocar y convertir por Ti, para saberme débil y necesitado de tu Amor, y no caer en la ceguera de creerme más o mejor que otros. Ayúdame a no soltarte la mano, a no alejarme, para que en tu cercanía pueda llenarme de tu Espíritu y ser instrumento de tu Paz en medio de este mundo. AMÉN