San Maximiliano María Kolbe

Evangelio según San Mateo 18, 15-20

Decimonoveno miércoles del tiempo ordinario

 

Jesús dijo a sus discípulos: Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, busca a una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano. Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo. También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos.

 

Meditación de Osvaldo Iturriaga Berríos

 

“Donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos»

 

Siento como si el Señor me quisiera decir “ahí donde hay amor, yo estoy presente. Donde hay una comunidad que anhela acercarse al Padre, yo estaré con ellos. La fe sincera en el Padre mueve hacia el amor, y el amor por definición te hace salir de ti mismo, de tus comodidades, hacia un otro. Por ello, es importante que te mantengas en comunidad, que compartas esta fe con otros, para que puedas crecer en el amor”.

 

Cuando pienso en la imagen de Cristo en medio de un grupo de personas reunidas en su nombre, recuerdo muchos momentos de oración, con diversos grupos y circunstancias, donde pude sentir muy presente al Señor. Reconozco que, desde hace un buen tiempo, las heridas y pecados que han aparecido en nuestra Iglesia me han llenado de cierto escepticismo que me dificulta encontrar la presencia de Dios en la comunidad de fe. Creo que el Señor me llama a volver a lo esencial, a confiar en que Él está ahí entre nosotros, siempre que lo invocamos con fe sincera.

 

Querido Señor, te doy gracias por todas las oportunidades que me has regalado de formar comunidad, con tantas personas, en tantos lugares distintos, en tantos momentos distintos de mi vida. Te agradezco humildemente por haber podido experimentar tu presencia en esos momentos, y te pido la gracia de perseverar, de vencer los obstáculos, juicios y excusas que yo mismo me pongo, y que muchas veces me impiden encontrarte. Ayúdame a nunca olvidar que la fe en Ti no es para guardarla, sino para compartirla y salir al encuentro de otros. AMÉN