Evangelio según san Mateo 5, 17-19
Miércoles de la décima semana del tiempo Ordinario
San Bernabé, apóstol
Jesús dijo a sus discípulos: No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: Yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no quedarán ni una i ni una coma de la Ley sin cumplirse, antes que desaparezcan el cielo y la tierra. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.
“El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos (…) será considerado el menor en el Reino de los Cielos.”
Meditación de Osvaldo Iturriaga Berríos
Siento como si el Señor me dijera “la ley y los mandamientos de Dios son eternos. Así como existen las leyes de la física que dan orden a la creación, así también existen desde siempre las leyes de Dios, para dar armonía a la humanidad y ordenar sus vidas hacia Él, que es la fuente de felicidad y del amor. Por eso, sus mandamientos no son una imposición, sino una invitación a vivir plenamente. Si muchas veces parecen imposibles de seguir, es porque la lógica humana pone en el centro cosas que no dan la felicidad, como el poder, el éxito, el placer, el interés egoísta”.
Muchas veces cuando pienso en los mandamientos, me viene la imagen de “no debes hacer esto”, que de alguna manera me inmoviliza, al poner el acento en el evitar el pecado, en lugar de buscar activamente el bien. Si el principal mandamiento de Jesús es “ama a Dios sobre todas las cosas, y a tu prójimo como a ti mismo”, tal vez otra forma de mirar la invitación de este evangelio es justamente buscar ese amor a Dios y al prójimo en cada pequeño detalle, no dejar pasar oportunidad de amar incluso en lo que puede parecer insignificante, en una pequeña conversación, un gesto, una palabra o una mirada.
Querido Señor, me cuesta tanto ser fiel en lo pequeño. Vivo con la cabeza y el corazón puestos tanto en el largo plazo, en los grandes momentos, que el día a día y minuto a minuto se me pasan muchas veces dejándome caer en superficialidades, o haciendo comentarios o juicios hirientes sobre otras personas, o simplemente quejándome. Ayúdame a verte en cada detalle, que cada momento pueda ser consciente de que me estás llamando en formas concretas a amar, a entregarme. Que no olvide que cada acción, por pequeña que parezca, puede ser infinitamente fecunda si la pongo en tus manos. AMÉN