Evangelio según Marcos 10, 28-31

Martes de la octava semana del tiempo ordinario

 

Pedro le dijo a Jesús: “Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”. Jesús respondió: “Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna. Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros”.

 

Meditación de Francisco Bravo Collado

 

“El que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí…”

 

Jesús me estaría diciendo: “El que haya dejado lo que más quiere, lo que más le acomoda, lo que más le amarra; ese va a recibir el ciento por uno en lo mismo que dejó. El que deja algo por Mí, no va a quedar sin recompensa. Tú, que tienes en ti tantas ganas de hacer y de ser más de lo que eres hoy ¿por qué no sueltas las amarras y dejas ir? ¿No crees, acaso, que mis promesas son veraces? Anda y deja casa, hermanos, amigos y todo por Mí. No los vas a perder, sino que los vas a ganar.”

 

Inicialmente me siento confundido: ¿cómo puede Jesús decirme que deje a mi familia? ¿No son ellos por excelencia el rostro de Cristo para mí? Pero cuando medito con un poco más de profundidad me doy cuenta que me engaño. Veo que muchas veces dejo de arriesgar, dejo de jugar o dejo de avanzar por comodidad, y utilizo como excusa a mis hermanos más cercanos: mi familia, mi trabajo, mis deberes… No puedo, porque los hijos; porque no tengo ahorros; porque no hay tiempo; por lo que sea. En la práctica, no hay nada que no pueda arriesgar por el verdadero Reino de Dios. Y me avergüenzo de escudarme en lo más precioso que se me dio.

 

Señor, hazme generoso y audaz. Yo estoy dispuesto a dejar todo por Ti. Haz que no utilice a ellos como excusa para no vivir como un apóstol tuyo. Y también enséñame a no utilizar mi amistad contigo para evadir las dimensiones más prosaicas de mi familia y mi trabajo. Perdona por mi inconstancia. Perdona porque te entrego partes completas de mi vida, mientras te escondo y te mezquino otras. Enséñame a regalarme por entero, especialmente en aquellos sectores donde más tiendo a ser codicioso y reservado. Dame experiencias fuertes que me remezan y me hagan consciente de que la única forma es entregándotelo todo a Ti. AMÉN