Evangelio según san Juan 17, 1-11
Martes de la séptima semana de Pascua
San Carlos Lwanga y compañeros, mártires de Uganda
Así habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que tú le has dado. Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese. He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado tomándolos del mundo. Tuyos eran y tú me los has dado; y han guardado tu Palabra. Ahora ya saben que todo lo que me has dado viene de ti; porque las palabras que tú me diste se las he dado a ellos, y ellos las han aceptado y han reconocido verdaderamente que vengo de ti, y han creído que tú me has enviado. Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado, porque son tuyos; y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros.
Meditación de Juan Francisco Bravo Collado
“Padre Santo, cuida en tu nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros”.
Es como si Jesús me dijera, después de implorar al Padre: “Yo pido por ti. Yo pido al Padre por ti. Y, al hacer esto, estoy tomando una opción por ti, que has elegido seguirme. Y esa elección mía, también involucra al Padre. Y si yo, el Buen Pastor, el que es uno con el Padre que todo lo puede y que ve en lo secreto; si yo te digo que te cuido, entonces no tienes ningún motivo para sentir miedo. Porque lo que venga va a ser para mejor. No te prometo comodidad, no te prometo bienestar. Te prometo que estás y que vas a estar tan bien como puedes estar.”
Al enfrentarme a este texto me siento abrumado por la profundidad de su mensaje. Lo siento tan teológico y tan poco vital. Y, sin embargo, cuando profundizo en mi meditación, me doy cuenta de que Jesús me está hablando directamente a mí, desde el centro de su corazón hacia el centro del corazón mío. Me dice que soy uno de los suyos, me dice que estará todo bien, me dice que Él pide por mí, me dice que Él no estará conmigo porque estará con el Padre. Me siento inundado por el amor de Cristo. Siento ganas de unirme al Padre para glorificar a Cristo.
Jesús, amigo, gracias por hablarme con tanta dedicación y delicadeza a mí, de una forma tan personal, en este texto que es tan universal y profundo. Gracias por el Espíritu Santo que llena mi corazón con el amor que me das. Que Dios Padre te siga bendiciendo, que todos los hombres te alaben, que nuestras vidas sean una continua acción de alabanza y gratitud a Ti. Regálame unirme contigo al Padre. Regálame fidelidad al ideal personal que Tú me has regalado. Úneme a Ti, a tu Madre, a tu Santuario y a la historia de amor que me has regalado. AMÉN