Evangelio según San Mateo 7, 6. 12-14
Martes de la semana duodécima del tiempo ordinario

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; no sea que las pisoteen con sus patas y después se revuelvan para destrozaros. Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas. Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos».

Meditación de Juan Francisco Bravo Collado.

“(…) perlas a los cerdos.”

Es como si Jesús me dijera: “Lo más sagrado que tienes es tu presencia. Y tu presencia, que es un regalo que te dio mi Padre con la existencia, reside en la atención que prestas a las cosas que haces. Tu foco, tu concentración, tu mirada es el tesoro más grande que tienes. Porque, si bien el tiempo pasa sin que tú puedas decidir cuán rápido o lento va, tú sí puedes decidir a qué le entregas tu atención. Es decir: tu poder radica en tu atención. Entonces, ¡no des las cosas sagradas a los perros! ¡no des perlas a los cerdos! Aprende a identificar por dónde va caminando tu mente y, una vez que seas capaz de darte cuenta de lo que estás haciendo, a elegir en qué pones tu atención.”

En este texto me siento invitado a cuidar mi atención. Y, aunque no me sorprende que sea importante, me sorprende encontrarlo de forma tan clara en el Evangelio una vez que profundizo en mi meditación. Siento que he descuidado mi presencia en muchas dimensiones. Y, con esto, no me refiero a mi presentación personal, sino que a mi capacidad de estar presente y concentrado para quienes están conmigo. Mi capacidad de hacer lo que estoy haciendo con completa dedicación. Quiero que el tesoro más lindo que tengo, que es elegir en qué pongo mi mirada y mi ser, esté enfocado en construir el reino de mi Padre, agradecer sus regalos y alabar su grandeza.

Jesús, haz que pueda poner toda mi atención en cada tarea que emprendo. Ayúdame a entregar todo mi cariño y todo mi ser en cada acto que realizo. Regálame claridad para mantener mi mirada fija y animada en el Ideal Personal que me regalaste. Hazme fluir abandonado en tus manos. Muéstrame cómo accionar desde el centro de mi corazón. Dame poder personal. Dame libertad. Dame poner manos a la obra en lo que me propongo y que te ofrezco. Regálame la fecundidad en todo aquello que Tú quieras que florezca. Regálame sencillez y sabiduría en cada intento que no llega al fruto que yo esperaba. AMÉN.