Evangelio según Marcos 8, 13-21

Martes de la sexta semana del tiempo ordinario

 

Jesús volvió a embarcarse hacia la otra orilla del lago. Los discípulos se habían olvidado de llevar pan y no tenían más que un pan en la barca. Jesús les hacía esta recomendación: “Estén atentos, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes”. Ellos discutían entre sí, porque no habían traído pan. Jesús se dio cuenta y les dijo: “¿A qué viene esa discusión porque no tienen pan? ¿Todavía no comprenden ni entienden? Ustedes tienen la mente enceguecida. Tienen ojos y no ven, oídos y no oyen. ¿No recuerdan cuántas canastas llenas de sobras recogieron, cuando repartí cinco panes entre cinco mil personas?” Ellos le respondieron: “Doce”. “Y cuando repartí siete panes entre cuatro mil personas, ¿cuántas canastas llenas de trozos recogieron?” Ellos le respondieron: “Siete”. Entonces Jesús les dijo: “¿Todavía no comprenden?”.

 

Meditación de Francisco Bravo Collado

 

¿Tan torpes sois?

 

Jesús diciéndonos a sus amigos: “Me molesto cuando no entiendan cómo los voy llamando en cada pequeño detalle a que me sigan por el camino que va a la casa del Padre. Y me da pena que ustedes sigan preocupados de cosas domésticas que no son lo central. ¿No he estado cerca de ustedes cada vez que me necesitan, preocupándome de que se cumpla la voluntad del Padre? ¿No se dan cuenta cuánto los quiere Él? Pero ustedes no ven y siguen aferrados a sus esquemas, a su modelo de vida cómoda y burguesa, que de cristiana solo tiene el nombre.”

 

Me siento como un bruto que no es capaz de entender lo que le dicen mil veces. Cuando pongo atención, logro percatarme de que todo me habla del amor de Dios y me invita a tener una disponibilidad absoluta a aceptar alegremente su voluntad. Sin embargo, sigo absolutamente cegado por los criterios de este mundo. ¡No logro confiar en el plan de amor de Dios! ¡Sigo haciendo mis propios planes y, como los apóstoles del texto, preocupado por el pan que se me quedó, olvidándome de que con Él nunca me ha faltado nada, y que siempre me ha sobrado!

 

Jesús, salvador, amigo, maestro. No te enojes con nosotros si andamos preocupados de nimiedades. No es porque no te queramos ni porque ya no creamos en tu mensaje, sino que es porque somos demasiado pobres y burdos como para ver qué hay detrás. Ayúdanos a ser verdaderos discípulos tuyos que te sigan con audacia y confianza. Que no nos aferremos a seguridades vanas. Haz que te conozcamos profundamente, para que sepamos que contigo van a sobrar los panes, porque el tuyo es un camino de amor y salvación. AMÉN