Evangelio según San Juan 19, 25-27
Martes de la decimoquinta semana del tiempo ordinario
Nuestra Señora del Carmen, Madre y Reina de Chile
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dice al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.
Meditación de Juan Francisco Bravo Collado
“Mujer, ahí tienes a tu hijo”
Siento que María me dice a mí: “Francisco, hijo, te regalo mi sonrisa. Tú querrías más palabras. Tú querrías más explicaciones. Pero hay cosas que no se pueden decir con palabras. Así que anda al Santuario y mira sin buscar explicaciones ni justificaciones. Tan solo mírame cálida y profundamente. Cree en mí y en mi Hijo con sencillez y audacia. A pesar de todas las dificultades. Acércate hacia mí, vacío, con sinceridad. Confiando que tú, conmigo y mi Hijo, puedes todo.”
Me emociona profundamente esta meditación. No me esperaba que entrando en la meditación me iba a encontrar con María. No me imaginaba que iba a aparecer esta oración tan querida. No entiendo a María. Ni la diferencia entre creer en ella con creer en cualquier otra persona que ya murió, sea santa o no. Es lo más esotérico que puedo concebir y me incomoda. Pero también sé que a ella la quiero, que tengo una alianza con ella y que ella me quiere a mí. Y que cuando, en el Santuario, miro los ojos de ese cuadro: sé. Tengo certezas. Mi corazón salta de gozo. Sé cosas que no necesito entender.
Mater, gracias por visitarme en esta meditación. Gracias por entrar en mi oración sin que yo te haya llamado. Gracias por estar en el Santuario, en un lugar de gracia, para que yo en mi pequeñez pueda reencontrarme contigo. Gracias por mostrarme el rostro de Jesús. Actúa en mí. Sé tú mi madre y mi educadora. Confórmame según Él. Según los rasgos de Cristo, que triunfan en ti. Enséñame a desarrollar en mí el estilo de Jesús. Enséñame a acercarme a Él. Y también déjame contemplarte a Ti. Quiero mirarte cálida y profundamente. Cálida y profundamente. Déjame mirarte cálida y profundamente en tu Santuario. AMÉN