San Josafat, Obispo y mártir

Evangelio según Lucas 17, 7-10

Trigesimosegundo martes del tiempo ordinario

 

Jesús dijo a sus discípulos: Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: “Ven pronto y siéntate a la mesa”? ¿No le dirá más bien: “Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después”? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó? Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: “Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber”.

 

Meditación de Juan Francisco Bravo Collado

 

Ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: “Somos simples servidores”

 

Pareciera que en este texto Jesús me dice: “Es cierto que la construcción del Reino de Dios requiere de tu vocación, tu apostolado y tu servicio. Tu oración, tu alabanza, tu relación personal conmigo también son necesarias para que todo funcione. Pero veo que a veces te sientes superior y te das ínfulas de grandeza. Y es porque entiendes mal: no solo es un servicio hacia Mí, sino que también es hacia ti. Tu entrega te hace bien a ti mismo, y hacer tu papel en la redención del mundo no te hace especial por sobre los demás.”

 

Inicialmente, este texto me produce incomodidad, porque propone una distancia entre servidores y patrones que no me parece sana. Quisiera que el servidor que vuelve cansado del campo coma con el patrón. Pero cuando examino el texto frente a mi propia vida me encuentro que yo, más que un patrón benevolente, parezco un servidor engreído. Descubro mi inseguridad y resentimiento: exijo cosas que no merezco ni me convienen. Jesús tiene razón: soy un simple servidor que ni siquiera hace tan bien su trabajo.

 

Perdón, Jesús, por mi actitud desubicada. Primero, porque en vez de identificarme con el trabajador me identifico con el patrón. Segundo, porque cuando logro darme cuenta que soy el servidor, siento que se me deben honores por un trabajo que es mi deber sencillo. Y que, más que servirte a Ti, es un trabajo que me trae sanación y plenitud a mí. Señor, regálame sencillez. Dame la capacidad de experimentar mi vida como un regalo tuyo y no como un trabajo en el cual tengo que ganarle a alguien o tengo que exigir reconocimientos. AMÉN