Evangelio según Marcos 7, 1 – 13
Martes de la quinta semana del tiempo ordinario
Fiesta de Nuestra Señora de Lourdes
Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar. Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras, de la vajilla de bronce y de las camas. Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: “¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?” Él les respondió: “¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos”. Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres”. Y les decía: “Por mantenerse fieles a su tradición, ustedes descartan tranquilamente el mandamiento de Dios. Porque Moisés dijo: “Honra a tu padre y a tu madre”, y además: “El que maldice a su padre y a su madre será condenado a muerte”. En cambio, ustedes afirman: “Si alguien dice a su padre o a su madre: Declaro corbán -es decir, ofrenda sagrada- todo aquello con lo que podría ayudarte…”. En ese caso, le permiten no hacer nada más por su padre o por su madre. Así anulan la palabra de Dios por la tradición que ustedes mismos se han transmitido. ¡Y como estas, hacen muchas otras cosas!”.
Meditación de Juan Francisco Bravo Collado
“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí”
Es como Jesús diciéndonos: “Tu corazón está alejado de Mí. Es cierto que me dedicas tiempo, que participas en la Iglesia, que rezas periódicamente, que vas a Misa los domingos… pero no veo que tu corazón esté en Mí. Sigues preocupado de ti mismo, tu trabajo, tus cosas, tus amigos y los que quieres; y aunque eso está muy bien, no lo haces por Mí sino que por ti. Te veo más preocupado por parecer buen católico y schoenstattiano, por verte como un tipo choro y entregado, que de entregarme tu corazón. Todavía no me pones en el centro de tu vida”.
Me da tanta vergüenza cada vez que me pongo frente a frente con Jesús y veo hasta qué punto hago como que le pertenezco, pero solamente me dejo envolver por prácticas vacías que me hacen sentir identificado con los suyos y con lo que ellos representan, pero no con Él. Quiero su bondad, su cercanía, su apasionamiento por la vida… pero no lo acepto completo: con Cruz, con escupos, con pobreza, con burlas. Y sé que aceptarlo completo es el camino hacia su corazón, pero me abruma tomar un camino difícil.
Jesús, ¡quiero que mi corazón sea Tuyo y de tu Padre, pero desde lo más profundo! Quítame este instinto fariseo que tengo desde siempre, que me hace querer ver como choro y entregado, cuando en realidad solamente soy vanidoso y egoísta. Hazme como Tú y como tus apóstoles, que fueron perseguidos y que no fueron reconocidos como gente buena, sino que como traidores y desatinados. Dame el regalo de aceptarme traidor y desatinado para encontrarte a Ti. Hazme fiel y puro de corazón. AMÉN