Festividad de San Carlos Borromeo

Evangelio según Lucas 14, 1. 12-14

Trigesimoprimer lunes del tiempo ordinario

 

Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Jesús dijo al que lo había invitado: “Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!”.

 

Meditación de Francisco Bravo Collado

 

 

“Invita a los pobres”

 

Es como si Jesús me dijera: “Hijo mío, elige a los que te necesitan, a los que no te pueden dar nada a cambio. En el ambiente de tu trabajo pareciera que todo presiona para que te acerques a quienes están mejor: que puedas “formar redes” y “conseguir contactos”; que mantengas contacto con personas que no ves y tienen posiciones influyentes. Todo esto se te pide para que puedas conseguir un beneficio. Pero yo, que soy Jesús, que soy tu amigo y tu maestro, te pido algo distinto. Te pido que te preocupes de quienes te necesitan a ti. Mi estilo, el estilo que quiero que tú tengas, es el del lavado de pies, el de la otra mejilla. Es el estilo de la Cruz: el estilo que me enseñó mi Madre.”

 

Cuando leo este Evangelio me siento llamado a servir a los que menos tienen, y que no me pueden ofrecer nada a cambio. Pienso en tanta gente que me podría necesitar y con quienes no tengo contacto, pero con la cual me siento en deuda. Pero también pienso en gente más cercana: en los amigos que lo están pasando mal; en los abuelos, tíos y tías mayores que están más solos (a quienes podría dar una alegría con un simple llamado); en los colegas o compañeros que no tienen nada que ofrecerme pero que podrían recibir algo de mí. Siento que Jesús me llama a servir especialmente a los que no pueden retribuirme.

 

Jesús, amigo y maestro, ¡qué bueno encontrarme contigo! Gracias por venir a mí en esta oración y recordarme las cosas que son realmente importantes. Quiero vivir mi carrera profesional con el estilo tuyo: el estilo que no adula a los poderosos, sino que sirve a los humildes. Que tu Madre, María, me eduque como te educó a Ti: con sus propias virtudes, y que así pueda ir “fuerte y digno, sencillo y bondadoso” para ser un fértil camino hacia la mesa del Padre. AMÉN