Evangelio según San Mateo 13, 31-35
Lunes de la XVII semana del tiempo ordinario
Jesús propuso a la gente esta parábola: “El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas”. Después les dijo esta otra parábola: “El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa”. Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin ellas, para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: ‘Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo’
Meditación de Francisco Bravo Collado
“Hablaré en parábolas”
Jesús podría decirme a mí hoy día: “¿Por qué hablar con parábolas? Porque son historias que tienen muchas interpretaciones. Yo quiero que sean ustedes los que extraigan la riqueza de mis enseñanzas, porque si no lo hacen ustedes mismos, y yo les doy toda la verdad digerida, no habría una verdadera conversión. Les hablo en parábolas porque quiero que mi amor y mi reino se mantengan en un mundo simple, donde cada uno pueda encontrar su riqueza desde su propia personalidad, y las elabore dentro de su propia realidad”.
A mí me impresiona que Jesús hable con parábolas. Si es el Hijo de Dios y venía a dar un mensaje universal ¿por qué hablar con símbolos en vez de hacerlo directamente? Me digo a mí mismo que hubiera sido mejor que Jesús sea más explícito y, en vez de hablar con parábolas a un grupo reducido, hubiese encontrado una forma más efectiva y eficiente de conseguir adeptos para el reino de Dios. Entonces descubro que estoy tremendamente equivocado: el Reino de los Cielos es desde lo pequeño. No es compatible con grandes estrategias comunicacionales, sino que con pequeñas historias que puedan tocar el corazón de las personas… de cada persona, uno a uno.
Jesús, eres tan delicado y sabio. Perdón por querer corregir tu forma de hacer las cosas, por seguir atado a las categorías de este mundo. Regálame aprender a mirar con tu mirada, para que tus categorías sean las mías. Enséñame a entender tu Reino, que es como una semilla, como un campo, como un tesoro, como una levadura… déjame aprender y disfrutar de tus historias simples, tan profundas, y tan personales; para que el cambio que haga yo en el mundo no sea con grandes estrategias ni comunicaciones, sino que desde lo más pequeño, desde lo más profundo de mi corazón. AMÉN