Evangelio según Lucas 12, 13-21

Lunes de la semana vigesimonovena del tiempo ordinario

 

Uno de la gente le dijo: «Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo». Él le respondió: «¡Hombre! ¿Quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?» Y les dijo: «Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes». Les dijo una parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y pensaba entre sí, diciendo: «¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?» Y dijo: «Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea.» Pero Dios le dijo: «¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?» Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios».

 

Meditación de Francisco Bravo Collado

 

“Insensato, esta misma noche morirás”

 

Jesús me dice: “¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo? Cuando tú ves este Evangelio, pareciera que tu primera intención es quitarle todo el valor al dinero y a todo lo que se relacione con él. Pero no te equivoques. Yo quiero que aprendas a valorar el justo valor de las cosas. El dinero no te sirve ni te vale, pero tu trabajo, tus negocios, tus proyectos deben funcionar. Te quiero invitar a vivir la pobreza interior con mucha seriedad a partir de ahora. Si ganas dinero ¡bien por ti! ¡Ocúpalo en nuevos proyectos para tus hermanos! Pero ay de ti si te focalizas en el dinero.”

 

Me da miedo ser como el hombre que construye los graneros. Es ridículo que me sienta así, porque los negocios míos han estado muy difíciles el último tiempo. Pero, aunque este sentimiento sea iluso, puedo descubrir en mí ese impulso de querer más y más. Siento que, en esta meditación, Jesús me invita a tomar ese impulso, esa ambición, y ponerla al servicio del Reino y de mis hermanos. Me invita a vivir una pobreza interior profunda y seria. Siento, además, que me hace falta una dimensión de reciedumbre y disciplina que hoy no tengo. Hoy Jesús me invita a ser rico ante su Padre.

 

Jesús, gracias por encontrarte conmigo en este Evangelio. Tú eres mi Señor y mi pastor. Tú me muestras tu rostro y me llamas a hacerme valioso ante Ti. Dame ambición y celo apostólico. Hazme recio y trabajador por tu reino. Ayúdame a llevar mi trabajo y mis ganas de construir adonde quiera que vaya. Bendice mis proyectos. Bendice también a todos aquellos que trabajan conmigo y comparten conmigo este viaje. Gracias porque me hablas con elocuencia a través de ellos. Te quiero regalar mi reciedumbre: comer justo, cuidar los recursos, cuidar a quienes trabajan conmigo y evitar los lujos superfluos cuando esté, como hoy, en viaje de negocios. AMÉN